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El señor Licenciado Aníbal Cotes Ojeda, rector muy apreciado del Colegio Barranquilla, institución educativa tan querida por los costeños, ha tenido la deferencia de enviarnos el Anuario del Colegio, 2009, primorosamente editado en papel satinado.

El anuario es un compendio histórico del Colegio de Barranquilla, que comienza en su misma portada con una valiosa fotografía en 1.908, hasta cuando el ilustre gobernador José Francisco Insignares cede amplios terrenos de su propiedad para que allí se construyera el nuevo Colegio de Barranquilla en 1.992, y donde permaneció por mas de 50 años y de donde nunca debió haber sido desalojado, en razón desdichada y opulenta de populismo ramplón para que sus legendarias instalaciones fueran ocupadas a título gratuito por la Universidad del Atlántico.

Ese desalojo inicuo, porque otra cosa no fue, no provocó la reacción que debió haber provocado, si no en la ciudadanía barranquillera y en sus miles de padres de familia, al menos de parte de todos aquellos que han sido egresados de sus aulas. Mea culpa, que este columnista no pueda evadir la cuota de responsabilidad que le cabe por no haber puesto el grito en el cielo contra aquella oportunista y descarada determinación. Sabemos que el rector Aníbal Cotes Ojeda ha luchado, hasta ahora infructuosamente, para que sea restablecida la propiedad de un bien educativo claramente dispuesto por su benefactor, José Francisco Insignares. El doctor Cotes sabe que nos tiene a su disposición a la hora de entablar un debate público a favor de esa restitución, determinada por un acto abiertamente abusivo.

Por cierto al rector Cotes nos une la admiración que le profesamos por sus preocupaciones en todo lo concerniente al Colegio de Barranquilla, que va desde su fundación hasta los días que corran, donde no ha habido nada en sus tantos años de fundación que le puedan ser indiferentes. El Colegio tuvo rectores que luego de cesar en sus funciones más nunca tuvieron que ver, ni con la institución, menos sobre quienes pasamos por sus aulas. Eso no va con él, cuyo mayor agrado es contactar con todo aquel que tiene en su vida la satisfacción de haber sido alumno del Colegio de Barranquilla.
Lo que se dice un rector moderno como comprensivo en la más amplia dimensión del sentido, a quien saludamos efusivamente desde estas columnas.

Por Chelo de Castro C.