Si una de las siete bellas artes ha sido ‘obligada’ a adaptarse al cambiante entorno humano, es la arquitectura. Esta vez, la tecnología supone otra irrupción de sus métodos ya establecidos. Ello con la innovadora impresión en 3D que se tomó las construcciones para reducir costos, crear procesos sostenibles y disminuir el tiempo de fabricación.
Además de crear las maquetas del diseño de forma más rápida y a un menor precio, los arquitectos alrededor del mundo han sabido aprovechar bien las ventajas del 3D para innovar en viviendas, pabellones y hasta en edificios sin fin. Tal vez por eso, esta herramienta viene dando de qué hablar en la última década, al punto que algunos la consideran el inicio de otra revolución industrial.
No se sabe hasta qué punto esa afirmación pueda volverse realidad, lo certero es que transformó la básica idea de hacer arquitectura. Eso afirma Antonio Olmos, docente de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte: 'Esto va a irrumpir; es decir, va a aplastar a las tecnologías que conocemos y que han venido evolucionando con el paso del tiempo en la manera de producir los edificios, que ya están siendo impresos. Ya no vamos a producir de la manera que conocemos. A eso le llaman la revolución silenciosa, porque avanza en contraposición a la industria'.
Algunos hasta se atreven a afirmar que la impresión en 3D para la construcción puede hacer lo que hizo el internet a las comunicaciones. Pero más allá de las cuestiones meramente técnicas, la manufactura digital mejora los procesos en diferentes formas.
Democratización del arte. Pero, quizás, el mayor y menos reconocido beneficio que trae la manufactura digital a la arquitectura es que 'democratiza' este arte. Lo que antes era de uso exclusivo para arquitectos con años de estudio está hoy al alcance de cualquier persona en su propio domicilio.
'Con esta revolución digital no tienes que ir a una inmobiliaria para comprar una vivienda, tú mismo te lo haces. Por ahora en menor escala con productos de uso diario como una tablet, por ejemplo, que puedes fabricar desde su casa', afirma Olmos.
Siguiendo el ejemplo de la DUS Architects, la firma contempla que cada persona descargue e imprima por sí misma la casa que quiere, que no será muy grande (de unos 4x8 metros y casi 3 metros de altura). Incluso, si alguien no quiere una vivienda completa podrá descargar objetos para decorar y mejorar la suya.
Ágil producción, menor precio. Además de la creación de maquetas digitales de forma rápida y barata, la fabricación con materiales en la impresora 3D reduce tiempos de producción, en cuanto a que elimina inventarios, transportes, consumo de recursos. Todo esto hace que, por ejemplo, una vivienda tarde hasta cuatro veces menos en construirse que si se hace con albañilería tradicional.
Los aspectos anteriores acompañados de una construcción automática –en la que se necesita menos mano de obra, pues las partes son fáciles de ensamblar- reducen costos casi siempre a la mitad de su valor actual en el mercado.
Ejemplo de ello es la primera oficina impresa en 3D del mundo, inaugurada este año en Dubái por la empresa china Winsum Global; lograda en solo 17 días y a mitad del costo de una construcción tradicional. El edificio, ubicado en las Emirates Towers, alberga la Fundación Futuro Dubái, que trabaja en la creación de un Museo del futuro.
Sostenibilidad ambiental. Asimismo, esta tecnología elimina líneas de producción, almacenamientos y los grandes transportes para llevar los productos a distintas partes del mundo; lo cual impacta favorablemente la sostenibilidad del medio ambiente. Además de reducir mucho de los residuos generados en la industria convencional.
La firma de arquitectura holandesa DUS Architects pone en contexto esta funcionalidad. Planifica construir las tradicionales casas junto a los canales de Ámsterdam utilizando una versión gigante de la impresora 3D Ultimaker, llamada Kamermaker, mediante el uso de bioplásticos que son 80% de aceite vegetal. El proyecto que pretende ser renovable está programado para finales de 2017.
Por otro lado, un estudio de la Michigan Technological University, liderado por Joshua Pearce, demostró que la fabricación de materiales en impresoras 3D produce menos energía –porque libera menor cantidad de CO2- que hacer lo mismo en una fábrica convencional.
Uninorte planifica primer Fablab del Caribe
En la plazoleta central de la Universidad del Norte sobresale un pabellón construido con fabricación digital, que parece una escultura. El diseño del Laboratorio de fabricación digital (FabLab) de Sevilla fue fabricado en la Universidad Nacional de Medellín, y posteriormente ensamblado a mano por estudiantes de Arquitectura de Uninorte.
Los FabLab, explica el arquitecto Antonio Olmos, son espacios colaborativos en los que profesionales de distintas disciplinas se unen para trabajar de manera creativa en pro de lo que se desee construir, mediante la utilización de máquinas robotizadas.
'Se puede fabricar casi cualquier cosa: brazos robóticos en medicina, una casa, dispositivos electrónicos. Si necesitas un producto ya no hace falta buscarlo en la industria, puedes venir al laboratorio y se construye', dice el también docente de Arquitectura de Uninorte.
Por eso, la universidad firmó en 2014 un convenio con el Instituto Tecnológico de Massachusetts –que conecta bajo su red todos los FabLab del mundo- para crear el primero de la región Caribe. Con el propósito de 'transversalisar en él todas las áreas de saber de la universidad para crear innovaciones. Más adelante la idea es que esté al servicio de la comunidad', señala Olmos.