Compartir:

Diminutas trazas de emisiones radiactivas procedentes de la planta japonesa de Fukushima se han esparcido por todo el hemisferio norte del Planeta, informó en Viena la Comisión para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO).

Según un comunicado, este organismo apuntó que su sistema de vigilancia ha descubierto isótopos radiactivos yodo-131, y sobre todo cesio-137, que pueden ser claramente identificados por su origen: la central nuclear de Fukushima, gravemente dañada por el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo.

Hasta ahora, más de 30 estaciones de medición de radionucleidos han suministrado información sobre la dispersión de partículas radiactivas y de gases nobles de la planta nipona, tras ser detectadas estas sustancias, primero en Rusia oriental, el 14 de marzo, y dos días más tarde en la costa occidental de EEUU.

La CTBTO no entra a valorar los posibles daños para la salud de estas trazas, pero el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha reiterado que las concentraciones son tan diminutas que no representan ningún peligro para la salud.

Nueve días después del accidente, la nube radiactiva de Fukushima había cruzado ya América del Norte y tres días más tarde una estación de control de la CTBTO en Islandia había ya detectado materiales radiactivos, con lo que había llegado a Europa.

Quince días más tarde, las trazas radiactivas del accidente nuclear fueron halladas en todo el hemisferio norte, donde permanecen confinadas dado que el ecuador actúa como línea divisoria de las masas de viento entre los hemisferios norte y sur, según esta organización con sede en Viena.

La CTBTO recordó que sus sistemas de vigilancia están diseñados para detectar cantidades minúsculas de isótopos radiactivos, incluidos yodo-131, cesio 137 y gases nobles, hasta un número de unos pocos átomos.

Este organismo entrega sus datos a unas 1.200 instituciones académicas y científicas de 120 países miembros, que pueden disponer libremente de la información, que la comparte ahora con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). EFE