El Heraldo
La frontera ayer se observaba completamente desolada a las tres de la tarde. El Heraldo
La Guajira

Frontera de Paraguachón transcurre con normalidad

Las personas entran y salen sin problemas, no obstante, permanece el cierre completo al ingreso de alimentos.

“Esto aquí está es malo, no se encuentra como Cúcuta donde ahora mismo no dejan entrar ni salir a nadie, pero aquí estamos es llevando del bulto porque no está entrando una sola onza de alimentos ni víveres y la comunidad de la frontera vive justamente de la comercialización de esos elementos que también son su canasta familiar de todos los días”, dijo Yudy Peralta Montes, la presidenta de la Junta de Acción Comunal del más importante de los corregimientos de Maicao y el que está en plena frontera.

Hace 15 días endurecieron controles
Desde hace aproximadamente 15 días, la Guardia nacional venezolana endureció por segunda vez en el año 2.015 los controles fronterizos y el torrente de arroz, aceite, jabones, carnes frutas y hasta artículos cosméticos y medicinas, dejaron de fluir por la frontera que tienen el Estado Zulia y el Departamento de La Guajira. Ahora la frontera se encuentra solitaria, nadie expone su poco capital para traer artículos del vecino país.

No hay orden de cierre total
“Yo particularmente me acerqué hasta donde los comandantes de la Guardia y al preguntar me dijeron que aún no les había dado la orden de cerrar“, explicó la líder de este pueblo que tiene dos mil habitantes, donde la mayoría sobrevive del rebusque de la venta de baratijas, refrescos, telas, vestidos y otros elementos que ofrecen a los viajeros que entran y salen de Maicao con destino a Maracaibo.

Las personas no tienen restricciones
De las restricciones que hay en la frontera se escapan las personas. La importación de sexo que se viene haciendo por una buena cantidad de meretrices que tienen en aprieto a las trabajadores sexuales colombianas en las frontera sigue su curso, como también la mano de obra no calificada principalmente, ahora se puede encontrar en construcciones en los diferentes municipios de la península. Esa mano de obra, como los mismos favores sexuales, son encontrados con facilidad y la relación de costos es abismal. Un habitante de Maicao confesó que mientras una mujer colombiana puede cobrar entre cien y doscientos mil pesos, ese mismo servicio se consigue con precios que van de veinte a treinta mil pesos con bellas mujeres que llegan especialmente los fines de semana.

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