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La que nos clasificó a tres mundiales. La de los pesares y glorias. La de los 38 grados de calor humano. La que siempre ha sido y siempre lo será. Esa, Barranquilla, la que otra vez se lució como la verdadera Casa de la Selección Colombia.

La mística tricolor volvió a la ciudad, esa que se había disipado hace un tiempo atrás cuando todavía se ponía en duda de que en el Roberto El Flaco Meléndez estaría el boleto que nos llevará a Brasil 2014.

Como en los mejores tiempos, una marea amarilla proveniente de cada uno de los rincones de Colombia invadió el Metropolitano para acompañar al combinado patrio y hacerse sentir como ese jugador 12 que tanto hacía falta.

Henry Meza viajó desde Pereira con 16 amigos a apoyar al equipo nacional. Su respaldo es incondicional.

“Yo vine a los partidos contra Venezuela y Argentina, salí triste pero no pierdo la fe en estos jugadores”, comenta mientras hace sonar una vuvuzela y grita a todo pulmón “Vamos Colombia”.

Meza se propuso seguir al seleccionado en todos los partidos de la eliminatoria. El domingo irá a Chile para el partido del martes y el 12 octubre estará en Curramba en el cotejo contra Paraguay.

Otros aficionados llegaron desde Granada, Meta, la hermosa llanura colombiana. Una comitiva de 20 personas atravesó el país para llegar al Caribe y poner su cuota de entusiasmo. “Esta ciudad es maravillosa, por algo se juega aquí”, dice Édgar Pizarro.

Ayer, Colombia dijo presente, en la que es y será por siempre la Casa de la Selección.

Por Samuel A. Losada Iriarte
samuel.losada@elheraldo.co