Magangué. Los amigos y familiares de Rafael Enrique Prins Velásquez, de 44 años, todavía creen que algo extraño pasó, que evitó que se salvara, en el hospital San Juan de Dios, de Magangué, Bolívar, en ese tiempo controlado por el clan de Enilse López, conocida como la Gata, hoy convicta en Barranquilla por homicidio.
Prins llegó con seis balazos en su cuerpo, que recibió de un pistolero encapuchado que lo sorprendió, a las siete y media de la noche del 19 de febrero del 2005, cuando cruzaba la calle que separa a una heladería con el conocido parquecito de la Energía, en el centro del municipio.
Cuando los amigos del dirigente político de izquierda y periodista combativo y radical, que editaba la publicación El Apocalipsis –hoy reconocido como uno de los pioneros del periodismo alternativo de Magangué–, llevaron su cuerpo ensangrentado en una buseta al centro hospitalario, aún se encontraba con vida.
Cuentan sus amigos que la atención en principio fue inmediata, al ver al paciente desconocido que ingresaba en manos de varios amigos, pero mucho concuerdan que algo pasó entre las siete y media y once de la noche porque, aunque no hay nada demostrado, después de que se supo que quien estaba malherido era uno de los críticos más pugnantes del alcalde de entonces, Jorge Luis Alfonso López, hijo de la Gata, todo hace indicar que cundió el terror y Prins quedó esperando asistencia médica de rigor que hubiera podido salvarle la vida.
Miguel Redondo, amigo del periodista, cuenta que en el hospital se armó una turba cuando se supo del atentado, empezaron a hacerse señalamientos contra el alcalde de entonces.
'La gente y sus familiares siguen pensando que Prins había salido bien de la cirugía y después se oyeron muchos comentarios y extrañezas sobre una hemorragia que sufrió y que terminó quitándole la vida', dijo Redondo.
Prins se había convertido en algo así como la piedra en el zapato de la administración de Alfonso López, el entonces alcalde de Magangué, de quien se decía mantenía relación con los grupos paramilitares que operaban en la zona, aunque este siempre lo negó.
En la tarde, unas pocas horas antes de ser atacado por un pistolero y su compinche, el periodista y dirigente político y comunal había estado comprando pescado. Cuentan que Jairo Macías, un amigo suyo, lo transportó en su moto desde la orilla del río hasta su casa, con los bocachicos y bagres.
De allí, el periodista se dirigió al parquecito, uno de los sitios preferidos para escuchar los partidos del Junior y hablar con los amigos. El parque y la heladería eran tertuliaderos donde se jugaba dominó y se ‘arreglaba el mundo’.
Prins sacaba una publicación que era famosa y que dio en llamar ‘Apocalipsis’. Eran unas hojas que circulaban por las calles céntricas de este puerto fluvial, sobre el Magdalena.
En ellas denunciaba las irregularidades de los gobernantes de turno. Había sido implacable con mandatarios como Alfredo Posada y Hernando Padauí (hoy Representante a la Cámara).
El amigo de batallas políticas de Prins, con quien fundó el movimiento Foro Democrático, Arturo Zea, hoy director regional en Bolívar de la Unidad de Víctimas, cuenta que en sus publicaciones utilizaba la ironía y en ocasiones 'era atrevido'. Asegura que las peleas que dio por un municipio sin corrupción le terminaron costando la vida.
'Creo que pensó que podía criticar abiertamente a la Alcaldía de entonces como lo había hecho con los anteriores', dijo Zea.
Redondo dijo que cuando Prins sacaba sus mordaces críticas y denuncias, la gente le advertía: 'Déjate de eso que te van a joder'. Pero él porfiaba que estaba cumpliendo con su deber ciudadano.
Prins era edil de la comuna uno de Magangué y acostumbraba a visitar las comunidades más necesitadas. Unos días antes de su atentado mortal, había estado en compañía del también dirigente popular Javier Bravo, recorriendo la comunidad del barrio 2 de Noviembre, en las goteras del municipio.
Allí, mientras conversaban con la gente, a Prins y su amigo Bravo se le acercó un desconocido y le dijo que estaban llegando muy lejos con sus publicaciones en Apocalipsis, que se cuidaran.
Hacías unas semanas, el periodista había publicado unas caricaturas en las que denunciaba cómo los paramilitares se habían apoderado de Magangué, ante la vista gorda de las autoridades. Decía que las autodefensas estaban extorsionando al comercio.
De acuerdo con el testimonio de Navis Consuelo Caballero, quien reconoció a las autoridades que desde los 12 años fue incorporada a las autodefensas, las constantes críticas al gobierno de Jorge Luis Alfonso López y su relación con los paramilitares, el mandatario dio la orden de manera impulsiva de acabar con la vida del dirigente y periodista.

La tipografía de propiedad de Eduardo Prins Velásquez ubicada en Magangué.
El plan criminal, según las investigaciones, fue encargado al jefe ‘para’ del Bloque Norte de las autodefensas, alías Román Sabanas.
Una publicación de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz indica que el viernes 18 de febrero, un día antes de ser asesinado, Prins publicó una hoja volante 'donde denunciaba las irregularidades que se presentan en las contrataciones y ejecución del Plan de Atención Básica en Salud – PAB, que dirige la Secretaria de Salud (de Magangué). Al mismo tiempo puso en cuestión las políticas administrativa que desarrolla el gobierno Municipal'. El caso es que el periodista había estado del lado de Alfonso López en la campaña política por la Alcaldía de Magangué.
Arturo Zea explicó que el dirigente había creído en 'el discurso épico' del hijo de la Gata, que difundió la tesis de que no necesitaba robar, como otros mandatarios, porque el chance les daba a su familia toda la plata de la vida y que lo que querían era recuperar el municipio.
Incluso, participó en la administración de Alfonso López en la oficina del tránsito de Magangué. Pero, dentro de las entrañas del ‘monstruo’, se dio cuenta de que todo era un engaño y que las cosas iban mal.
Entonces decidió salirse y empezar a denunciar las anomalías en el tránsito y en salud, en su hoja Apocalipsis. Algunos recuerdan las luchas que dio con los mototaxistas. Otros su espíritu humanitario. Cuando se enteraba de alguna familia que padecía hambre, organizaba colectas entre comerciantes y les llevaba mercados. Igual, en las afueras del hospital se encargaba de agilizar las consultas o las hospitalizaciones de los pacientes más delicados.
Antes de su asesinato estuvo buscando encarrilar su vida para estudiar derecho y superar la mala experiencia que tuvo con las drogas. La familia Prins es respetada en Magangué. Se caracterizan por ser gentes tranquilas. Arturo Zea, dijo: 'Son personas sencillas, de cierta distinción'. El crimen de Rafael Enrique fue muy doloroso y aún lo sienten. Pocos de la familia quieren hablar de ello. Aún existen temores.
A los diez años de la muerte a balazos del dirigente y periodista, la Unidad de Víctimas de Bolívar bautizará la oficina de atención en Magangué con su nombre. Y el actual alcalde, Marcelo Torres, quien derrotó el imperio de la Gata, le hizo un pedestal con una placa en honor de este combativo líder.
En una audiencia pasada, el hoy condenado a 39 años en primera instancia por el crimen de Prins Velásquez, el exalcalde de Magangué Jorge Luis Alfonso López dijo: 'Si uno se dedicara a eso primero tenía que ser un demente, pero mis principios y mi vocación nunca me dan para eso, fui concebido para hacer muchas obras sociales, esa fue la educación que recibí'. Y negó nexos con los para: 'Eso es totalmente falso porque hemos sido declarados objetivos militar, y yo prácticamente denuncié la persecución de que éramos objetivo, de todo tipo de delincuencia paramilitar, guerrilla'.
Sin embargo, en el pueblo, una década después, muchos siguen creyendo que se ha hecho justicia, que se condenó a quien ordenó su muerte. Sin embargo, otros amigos del clan de los López están desconcertados porque daban por descontado que el exalcalde saldría libre. Según ellos, todo fue armado por un falso testigo.