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Caminar durante cuarenta y cinco minutos en las mañanas hasta su lugar de trabajo y una hora de vuelta hacia su casa en las tardes, es lo que obligadamente hace Yovanis María Vargas Vizcaíno, para hacer rendir sus ingresos.

La razón para llevar a cabo esta agotadora y difícil rutina diaria es explicada en una frase por la mujer de cuarenta años: 'El salario mínimo que gano no me alcanza para mantener mi hogar'.

Esa frase contundente es la que muchos trabajadores en el país disparan cada día desde que el Gobierno Nacional decretó un reajuste del 7%, quedó en $689.454.

Yovanis Vargas, quien trabaja en una empresa de servicios generales, al noroccidente de la ciudad y vive arrendada en el barrio San Isidro, fue enfática en decir que es muy 'duro' subsistir con tan solo esa cantidad de dinero.

'Hoy (ayer) que fui a comprar el aceite de cocina que el año pasado valía 3 mil pesos, me llevé mi primer ‘estrellón’, porque ahora lo están vendiendo a 5 mil', expresó la madre de dos hijos mientras estaba sentada en un mueble bastante desgastado en su apartamento.

Agregó que sería un poco menos 'complicado' si solo subiera el salario, pero añadió que también suben la canasta familiar, el transporte y los útiles escolares.

Vargas, que vive en su hogar con su esposo, con el cual lleva casado 22 años, y sus hijos -el mayor de 20 y el menor de 16-, señaló que tan solo en arriendo se va la mitad de su salario. 'Pago $350 mil pesos mensuales sin contar los servicios, que al sumarlos dan entre $500 mil a $550 mil. Todo el sueldo se va en eso', indicó con expresión de impotencia.

Relató que en los días que le toca pagar ese arriendo, cuando viene de regreso a su casa se detiene por varios minutos en el parque del cementerio universal. 'No quiero llegar al apartamento porque no tengo dinero para pagarle a la dueña de la vivienda', narró la madre de familia.

Único ingreso

Con respecto a su núcleo familiar, la mujer indicó con un tono quebrado en su voz que su marido lleva un año y medio sin conseguir un trabajo.

Añadió que su esposo laboraba como conductor pero que lastimosamente su licencia de conducción se venció y no ha podido renovarla por falta de dinero y un codeudor que le exige la Secretaría de Movilidad. 'A él le ha tocado rebuscarse como albañil y celador de carros para traer por lo menos algo diario a la casa, no es mucho pero sirve', anotó.

Al hablar de sus hijos, la mujer puntualiza 'son los que me hacen sacar fuerzas para seguir adelante'.

El mayor, de 20 años, era estudiante de Salud Ocupacional en la Corporación Educativa del Litoral, Calle 79 #42F-110, hasta que le tocó retirarse hace un año porque 'no teníamos para pagar el semestre de su carrera'.

Su hijo menor, que va a cursar el décimo grado en el I.E.D. Karl Parrish, cra 27 #45-227, expresó que aspira poder lograr que estudie en la universidad como su hermano mayor.

Aunque al mencionar lo que se viene para ella y su muchacho, la madre de cuarenta años, suspiró al pensar en los nuevos útiles escolares, que también van a subir de precio y va a generar más gastos. 'Hay que comprar un nuevo uniforme también', indicó Vargas.

La mujer guarda la esperanza de que su hijo mayor pueda terminar su carrera de Salud Ocupacional para ayudar a su hermano menor con sus estudios universitarios dentro de dos años. 'Dios no va a permitir que ellos se queden así, sé que me va a ayudar para que ellos salgan adelante', expresó la madre con los ojos un poco llorosos.

El caso de los independientes

Desde hace 20 años, Marco Tulio González dedica sus jornadas a la fabricación de calzado. La falta de oportunidades laborales lo llevó a decantarse por trabajar de forma independiente, una condición que, desde su punto de vista, es como una moneda lanzada al aire, debido a que la suerte no está siempre de su lado.

Mientras abalanza su cuerpo hacia adelante en el mecedor que mantiene en la sala de su casa, Marco Tulio advierte que su ingreso promedio mensual es de $600 mil, cifra que se encuentra por debajo del nuevo salario mínimo decretado por el Gobierno.

El patio de su casa, donde tiene una mesa de madera sobre la que reposan hormas de color naranja, lijas, pegamentos, suelas de caucho y otros insumos requeridos, es el espacio destinado por el hombre de 43 años para desarrollar su labor. En algunas oportunidades, su hermano Jairo se encarga de respaldarlo en sus tareas.

Su residencia está ubicada en la calle 12A con carrera 10A del barrio La Chinita, en la localidad Suroriente de Barranquilla. Allí habita en compañía de sus padres, Críspulo Marco González y Tárcida Isabel Julio; su hermana, Marelvys y sus dos sobrinos, José Manuel y Yeribeth.

Un día sí, otro no

González, quien diariamente puede fabricar 24 pares de zapatos, calcula que cada semana gasta más de $100.000, una cifra insuficiente para cubrir las necesidades de su familia, sobre todo, si se tiene en cuenta que sus ingresos son los únicos que se encargan de suplir las responsabilidades domésticas.

'Algunas veces, por no tener suficiente dinero, me ha tocado dejar de comprar algunos insumos que necesito en mi taller y lo que necesita mi mamá para la casa. Es duro no tener un empleo fijo, como yo que trabajo independiente y las ganancias nunca son seguras. Hoy se puede tener un buen día, pero tal vez mañana no', agrega.

Con base en su testimonio, lo más difícil de no tener una mejor fuente de ingresos radica en la imposibilidad de acceder a algunas comodidades y gustos que desearía ofrecer a sus padres, hermana y sobrinos.

Cuando el dinero percibido por la producción de zapatos no cumple la meta establecida, Marco Tulio opta por acompañar a su primo en un negocio estacionario en el Centro. Allí ofrecen melones, papayas y otras frutas que les permitan obtener lo necesario para el sustento de la casa. 'Si no hiciera así, el asunto sería más duro todavía'.

Por lo pronto, Marco Tulio espera recuperar su máquina industrial, herramienta indispensable para mejorar la productividad y calidad de su trabajo. Más ingresos y mejor empleo son, según él, la fórmula para incrementar las condiciones de vida de una familia.

Mejorar condiciones

Lo primero que se observa al llegar a su casa, en La Chinita, es una bicicleta fucsia con adhesivos de princesas animadas que está tirada en la terraza. Aunque no domina el inglés como quisiera, la mirada de María Charith Melgarejo brilla cuando se refiere a la lengua extranjera, su asignatura predilecta en la escuela.

La nevera de Maleiny Salas luce un poco más surtida.

La pequeña de 8 años es la luz de los ojos de Maleiny Salas, quien desde 2013 se desempeña como madre comunitaria. Producto de su trabajo, percibe cerca de 350 mil pesos mensualmente. El otro ingreso de su hogar corre por cuenta de Jair, su hermano, quien tiene una venta estacionaria de películas y videojuegos en la ciudad, donde reúne cerca de $500 mil cada mes.

Mientras arregla el cabello de la menor, quien se acomoda entre las piernas de su progenitora, la mujer de 29 años manifiesta que cada 30 días tienen que desembolsar una suma cercana a los $450.000, monto que corresponde exclusivamente a los gastos por arriendo y pago de servicios públicos.

'Eso sin contar lo que se destina a los alimentos. Muchas veces nos vemos limitados y tenemos que recurrir a algunos vecinos y amigos para que nos presten. Por eso no podemos darnos gustos ni pensar en irnos de vacaciones', dice.

Maleiny sostiene que no ha podido comprar un computador para facilitar el desarrollo de las tareas académicas de su unigénita debido a las dificultades económicas que atraviesan.

'Si con lo que ganamos nos vemos alcanzados, qué se deja para otras familias que perciben menos dinero que la nuestra. Cómo subsiste quien no se gana un salario mínimo por no tener un empleo fijo', cuestiona.

Para ella, lo más difícil de sobrevivir con bajos ingresos es que, en cuanto a la alimentación, la posibilidad de saborear manjares es remota. 'Siempre hay que comer estricto', añade. De la misma manera, lamenta no tener a su alcance la posibilidad de adquirir prendas que desearía lucir.

Salas reconoce que, en algún momento, quisiera vivir en un sector en el que pueda otorgar una mejor calidad de vida a María Charith. 'Que no tenga que ver al drogadicto en la esquina o al tipo que intenta huir mientras lo persiguen con una pistola', afirma sin titubeos.

Sin embargo, ante las escasas opciones de abandonar la zona por no tener un respaldo financiero que le permita trasladarse a otro barrio, señala que debe asumir con gallardía la realidad que ha puesto en su camino la vida. Eso sí, sin dejar que las esperanzas de lograr un mejor futuro se desvanezcan.

Duro impacto

En palabras del analista económico Joseph Daccarett, el Gobierno Nacional pudo haber realizado un 'mayor esfuerzo' en lo concerniente al reajuste al salario mínimo. En ese sentido, expresa que la 'inflación real' es mucho mayor que la anunciada. Por eso, vaticina que la calidad de vida de quienes perciben bajos ingresos se reducirá durante el periodo actual.

'Quienes toman esas decisiones, parten del principio que en un hogar trabajan, como mínimo, dos miembros de la familia y estiman que con dos salarios mínimos se puede mantener el hogar. Si se analizara eso, individualmente, es casi imposible pensar que con un salario inferior a $700 mil se puedan sostener gastos de alimentación, servicios públicos y educación', resalta.

El analista económico sostiene, así mismo, que es difícil suponer que un colombiano pueda llevar una vida digna con un salario mínimo. Apunta, además, que la canasta familiar puede variar de acuerdo con la capacidad de ingresos de cada ciudadano.

En ese sentido, Daccarett sugiere tener una 'mejor educación' en el manejo de los ingresos y enfocarse en adquirir lo verdaderamente vital y básico para el hogar. De la misma manera, aconseja elaborar un listado en el que sobresalgan los elementos prioritarios del hogar. 'Hay que aprender a comprar lo que está en temporada y hacer rendir el recurso económico', precisa.

'Salario no se ajustará': Minhacienda

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, anunció el viernes que el Gobierno Nacional no contempla reajustar el salario mínimo que decretó para 2016 porque 'fue ligeramente superior a la inflación'. Pese a las críticas que recibió el incremento del 7 %, el titular de la cartera se 'cumplió' con la norma de aumentar el mínimo por encima de la inflación y mantener el poder adquisitivo.

De la misma manera, señaló que el aumento del salario mínimo se realizó teniendo en cuenta el Índice de Precios al Consumo total. Con el mínimo, también subirán los costos de multas y comparendos.