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En una zigzagueante entrevista en las calles de Barranquilla, rumbo al Ernesto Cortissoz en busca del vuelo que lo llevaría a Panamá, el expresidente de México Felipe Calderón, de trato afectuoso, dialogó ayer en exclusiva con EL HERALDO. Entre otros consejos, les dijo a los empresarios colombianos que no deben temer ni quedarse con los brazos cruzados frente a los TLC, porque estos dan oportunidad a todo el que haga las cosas bien.

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¿Presidente, cuál es su concepto de lo que hoy es Colombia?

La verdad es que si uno mirara hacia atrás, no hace mucho quizás unos 10 años, Colombia se veía prácticamente como algo perdido, algo fallido, sin embargo hoy este país tiene todo el rostro de la esperanza. Lo digo con admiración y al mismo tiempo con alegría por lo mucho que ha luchado el pueblo colombiano para salir adelante frente a sus sufrimientos.

¿Hacia dónde se deben encaminar el país y América Latina dentro del contexto mundial que hoy se vive?

Hay un debate que se está dando en la práctica, en la política, en los estilos de gobierno, entre –a grandes rasgos– dos visiones: una que mira, a mi juicio, al pasado, y otra que mira al futuro. En lo económico, la primera es una visión que sigue pensando en que las economías cerradas, con gobiernos hipertrofes, excedidos y que controlan las decisiones de la sociedad, son la vía posible de progreso; la segunda, también en lo económico, le apuesta a la libertad, a las decisiones responsables de productores y consumidores, al respeto de los derechos de propiedad, al respeto de los incentivos correctos de que quien trabaja y produce le vaya bien y de que quien lesiona la ley le vaya mal. Es lo que, a mi juicio, hace la visión de progreso. En lo político también se aplica esto: una visión del pasado que es autoritaria, que cancela los derechos de las personas, que restringe la libertad de prensa y de elegir de los gobernados, que abusa de las facultades del Estado para su propia promoción, contra una visión moderna, totalmente democrática, que es la que abre las puertas a la libertad y en lo económico. Esas dos visiones están en América Latina disputándose el terreno y yo me inclino por lo que llamo la definición de futuro, que la sostienen países como Chile que ha sido el más próspero en los últimos años.

Hay una discusión en muchos países, entre ellos Colombia, por los Tratados de Libre Comercio, y se afirma que estos van a destruir la industria y el campo de los países pequeños. Frente a ese nuevo orden mundial, ¿va Colombia en el camino correcto?

Sí va en el camino correcto, que es el de la apertura. La regla del juego en una economía global es la competitividad. Es la capacidad de producir mejor y más barato, con mayor calidad. Pero esa competitividad solo se encuentra o se da donde hay competencia. Parece una verdad de Perogrullo, pero así la debemos entender. Esa es la regla que tenemos, evidentemente, en el mundo. No hay otra. Las economías que se cierran, que se oponen al comercio, son las que terminan perdiendo y con falta de competitividad. No le doy nombres, pero piense nada más en lo que son las economías cerradas, autoritarias, y asómese para que vea cómo les está yendo. Muy mal.

A su juicio, ¿los TLC son una oportunidad para mejorar las debilidades?

Hay que enfrentar esos retos. Una cosa muy importante que hay que saber es que en el comercio mundial hay oportunidades para todos. La única manera de que Colombia sepa dónde es mejor que los restantes países del mundo es a través del comercio, que da oportunidades para compradores y vendedores. Es la razón por la cual el ser humano ha comerciado, durante toda su historia. Si fuera cierto que aislados y cerrados nos fuera mejor, no se hubiera inventado el dinero, por ejemplo, y estuviéramos haciendo trueques con nuestros vecinos. De manera que el comercio, entre más abierto es mejor: nos genera satisfacciones, por calidad y precios, bienestar, empleo y mayor potencialidad para cualquier economía.

Dentro de esa competencia, ¿qué papel debe jugar el ser humano?

Todos los países, y la sociedad misma, tienen que encontrar la manera de ser mejores, pero la única manera de saber qué tan bueno o tan malos somos es cuando estamos en el terreno de la competición. Así que un aspecto importante en todo esto es que debemos prepararnos. México ha ido mejorando en materia de manufacturas porque a partir de la apertura de su propio comercio tuvo que dedicarse, ¡y qué bueno!, a educar mejor y con mayor calidad a los jóvenes, particularmente en carreras técnicas y universitarios técnicas, y eso se desprendió porque nos dimos cuenta de que nuestros productos tenían que ser mejores o que si queríamos atraer una empresa muy grande, por ejemplo una industria automotriz, teníamos que tener listos y en campo a los ingenieros y los técnicos que iban a trabajar en esa planta. La necesidad nos fue generando la solución y eso nos ha permitido elevar la competitividad en esos terrenos.

¿Es decir, es fundamental una mejor formación frente a los TLC?

Claro, pero para tenerla no hay que esperar que se abra el comercio. La verdad es que, simultáneamente, un país debe ir entrenando, preparando, a su gente y las propias condiciones comerciales te van a ir dando las señales de lo que necesitas. Ahí es donde se deben identificar, entonces, los sectores en los que se debe hacer énfasis en las inversiones, en la capacitación, etc. para no tomar decisiones apresuradas o erradas.

¿Qué mensaje les envía a los empresarios temerosos?

Que no tengan miedo. Les va a ir muy bien con el comercio. A todo el que trabaje y se esmere en hacer mejores productos, le va a ir muy bien. El libre comercio no es si unos pocos se comen el pastel. El libre comercio lo que hace es crecer los pasteles y hay para todos.

¿Es un error, entonces, quedarse con los brazos cruzados?

Frente a los TLC se pueden cometer dos errores. El del fatalismo de que se va a destruir la economía: es no es cierto, eso no ocurrió en México. Y el otro error es creer que con los TLC se resuelven todos los problemas: eso tampoco es cierto, pero sí hay una mejoría. Yo me remito a los hechos en mi país donde se decía que los americanos acabarían nuestro campo y los centros de producción, pero resulta que el campo mexicano nunca había exportado tantos miles de millones de dólares como ahora con el TLC; se decía que iban a abusar de la mano de obra, que se iba a empobrecer al trabajador, pero resulta que los salarios del sector exportador están al doble de otros sectores no vinculados al libre comercio. La mayoría de los empleos en México se han generado en las áreas vinculadas a los TLC. Así que, según nuestra experiencia, debo decir que estos tratados generan empleo, crecimiento económico y grandes ventajas para consumidores y productores.

'Globalización no es una amenaza'

El futuro de la economía se encuentra en la apertura y los países no pueden ver la globalización como una amenaza sino como una oportunidad para crecer, aseguró ayer en Barranquilla el expresidente mexicano Felipe Calderón, en su intervención en Expogestión Caribe 2013.

El conferencista dijo que la apuesta por el libre comercio, sumada al incremento de la inversión en infraestructuras, se constituyó en la fórmula aplicada por México para superar las dificultades en la que se vieron sumidos ante la crisis de la economía mundial, logrando salir adelante en materia de competitividad y producción.

Calderón dijo que América Latina pasa por un momento importante, a tal punto de que se habla de la década de esta región y que el factor fundamental en este crecimiento económico ha sido el precio de los comodities.

En el caso de México, el Gobierno enfocó sus acciones en fomentar las exportaciones de manufacturas y menos comodities, cuyos precios, tras un permanente incremento desde el 2000, comenzaron a bajar en el 2010.

Por ello, Calderón sostuvo que los países que dependen de los comodities corren un riesgo, mientras los que se orientan a exportar manufacturas y productos del agro se exponen a problemas menores. 'Para aprovechar la década americana se deben fortalecer las ventajas de exportador de petróleos y comodities y pasar a una nueva etapa de transformación para buscar exportaciones alternativas', indicó.

Recordó que ante la crisis mexicana de 2010 se emprendió una nueva estrategia para reactivar la economía con la implementación de programas especiales en los que se trabajó con las empresas. De esta forma se implementaron programas emergentes de trabajo temporal, con lo que se generaron ingresos para familias pobres y créditos a pymes, además de la creación de programas sociales, llamado Oportunidades, que ayudó a 5 millones de madres con dinero en efectivo para que llevaran a sus hijos al colegio y al médico.

Indicó que le apostaron al libre comercio, para competir en un mundo competitivo y tomar decisiones de seguir adelante con los TLC de los cuales hay 44 tratados vigentes, aprovechando la ubicación estratégica del país.

'Buscamos hacer de México un eslabón de la economía global y le apostamos al libre comercio, fuimos en serio a liberarlo', sostuvo el exmandatario.

Con los países donde no había tratados comerciales bajaron los aranceles de un 10 % a un 4 %, pues querían ser competitivos en sectores como las manufacturas y los celulares, entre otros. En México producen el 65 % de los blackberry del mundo.

Destacó que en medio de ese reto fueron tres los temas básicos en los que trabajaron: la transformación de actividades primarias, inversión en capital físico y humano y fortalecimiento institucional.

En este orden de ideas, tomaron la determinación de aumentar las inversiones en infraestructura del 4 % al 6% del PIB, con unos 50.000 millones de dólares, en carreteras y puentes, trabajo que fue desarrollado con el apoyo del sector privado. Además, se creó un fondo de infraestructura con el que se reconstruyeron 23.000 kilómetros de carreteras en seis años.

'Da temor abrirse al comercio porque pensamos que nos vamos a llenar de importaciones, pero en el caso de la manufactura es importante abrirse porque hay una correlación directa entre el crecimiento del comercio por insumos y las exportaciones', sostuvo Calderón.

Destacó que actualmente el 16 % de las exportaciones mexicanas lo constituye el petróleo mientras que el resto son las manufacturas básicas. Con esta fórmula se pasó de realizar exportaciones por 52.000 millones de dólares a 370.000 millones de dólares el año pasado.

Otro proceso que comenzó el gobierno mexicano fue la desregulación, con la revisión de los trámites más inútiles del Estado que retrasaban los procesos en las entidades pública, especialmente en cuanto a la creación de empresas y aplicando los correctivos necesarios.

Por José Granados Fernández, editor de Economía

Lupe Muthon Mejía, periodista.