Compartir:

En 5 días inicia el desorden organizado más importante de Colombia, tormento de las buenas maneras, la excesiva moderación y de todas las manifestaciones del aburrimiento. El Carnaval de Barranquilla, este año declarado por su máxima monarca como antídoto contra el chikunguña, ya se viene -con su sabrosura de baile, música, alegría, expresiones raciales, y culturales, en cuatro días, de llamado de tambores y jolgorio- a encumbrar una vez más a su majestad la cumbia. Mientras los diferentes actores y hacedores de este eterno tributo a la gozadera aportan sus conocimientos y destrezas, casi sin que nadie lo note, otros protagonistas de este ritual que oficializa la parranda y legaliza la alegría gozan la fiesta de una manera diferente.

EL HERALDO acompañó a tres de los aportantes discretos a esta versión del Carnaval. Un oficial de la Policía Nacional que este año tiene a cargo la envidiada tarea de ser el cortés acompañante y sombra de la Reina Central. Un trabajador que monta y desmonta palcos a un lado del cumbiódromo y desde la barrera vela por la seguridad de estas estructuras. Por último, la historia de un paramédicos voluntario de la Defensa Civil, de esos que en Carnaval patrullan en ambulancias y armados con botiquines y un variado equipo para atención de primeros auxilios, se aprestan para atender cualquier emergencia que se presente en estos eventos masivos. Custodio de borrachos, deshidratados, desmayados y golpeados. 

El Edecán y la reina

El barranquillero Olmar Zapata Hernández es teniente efectivo de la Policía. Creció en el barrio Las Gaviotas de Soledad, a unas pocas cuadras de la escuela Antonio Nariño y desde pequeño vio lucir a su padre y a su abuelo, pensionados de la institución, el verde oliva del uniforme. A sus 26 años, este joven oficial con 8 años de servicio en la fuerza, estuvo por más de 6 alejado de Barranquilla su Carnaval y su jolgorio.

Con apenas 7 meses de haber sido traslado a su ciudad natal, de acuerdo con sus propias palabras, 'tuvo el honor de ser escogido para convertirse en custodio, mano derecha, acompañante, de la máxima soberana del Carnaval de Barranquilla'. Zapata dice que aunque no puede gozar de la fiesta como cualquier barranquillero, con los respectivos ‘juguetes’, ron, maizena, espuma, disfraz, frías van frías vienen y el bembé de los bailes populares y las rumbas familiares, estar al lado de la reina, acompañarla en cada uno de los desfiles y eventos, es una forma de representar con elegancia y con orgullo, no solo a la institución, sino también a su familia y a la tradición que lo llevó a convertirse en oficial. 'Creo que soy uno de los pocos edecanes en muchos años que es de acá de Barranquilla. Lo más difícil es a veces tener que lidiar con algunas personas que no entienden que la reina tiene sus compromisos y que no se puede quedar tanto tiempo en un solo sitio, o la gente que quiere fotos, tocar a la reina, abrazarla y eso, hay que estar pendiente de lo que se necesita. Esta ha sido una experiencia muy grata, vivir el Carnaval de Cristina, uno de los más alegres y organizados', contó el teniente. 'Estoy feliz con mi edecán, ha sido de una ayuda increíble, está muy pendiente de mí y más que una compañía, que mi mano derecha, es mi amigo', afirmó Cristina Felfle, reina del Carnaval.

Construyendo palcos bajo el inclemente sol barranquillero

Hace 8 años a Álvaro Otero, como él mismo lo dice en su jerga coloquial, 'le tiraron el dato', de que en la Vía 40, estaban dando ‘camello’ a los que se le midieran al montaje y desmonte de los palcos de Carnaval. Fue así como entró al mundo de apretar tornillos, juntar, armar, ajustar piezas, como en una especie de rompecabezas gigante. Esto, según cuenta, lo mantiene en temporada de Carnaval alejado de las tornamesas de su mini picó:‘El Peluca en Concierto’, con el que amenizaba las fiestas del populoso barrio La Pradera donde fue criado e iniciado en la cultura picotera, en el goce de la verbena, y los sueños en estéreo láser.

Para este mensajero independiente, con alma de DJ, desde que la empresa HPC Marketing lo integró a una de las cuadrillas que se encarga de montar y desmontar los palcos de Carnaval, esta fiesta dejó de ser el vacile efectivo en el barrio, la sabrosura de bailar ‘pegaito al picó’, para convertirse en un ingreso, así sea bajó el sol currambero que pareciera calentar con más ganas en la Vía 40. 

Nacido en Barranquilla y de padres bumangueses, Otero y su mechón de pelo salmón que lo hace sobresalir entre los cerca de 300 trabajadores de los palcos, es uno de los aportantes al Carnaval que no recibe aplausos ni la ovación del pueblo, pero que goza de otra manera y en primera fila de los desfiles.

'Es que uno trabaja del 3 al 13, diez días en montaje, después tres de mantenimiento en los desfiles y otra semana en el desmonte. Aunque esté camellando y no esté vacilando por ahí, es bacano porque uno ve todo en primera fila, no importa que no pueda tomar ni enrumbarse', dice Otero, mientras aprieta tuercas y ajusta tornillos. Mientras miles de locales y turistas gozan del Cumbiódromo en la Batalla de Flores, Gran Parada y desfile de Fantasía, herramientas en mano Otero y los más de 200 compañeros que les toca trabajar en mantenimiento, entre la alegría, la espuma, el whisky y la cerveza que pasa de mano en mano entre los palcos, estos otros ‘hacedores’ del Carnaval, vigilan que en estas gradas metálicas todo siga en orden y ningún tornillo se afloje para que la divertida locura colectiva que se vive a su alrededor siga fluyendo sin contra tiempos.

Un paramédico que se goza, a su manera: Atendiendo emergencias

Yesid Pérez Trigos nació en Ocaña, Norte de Santander, y está radicado en Barranquilla desde hace 18 años cuando se vino buscando estabilidad laboral y un mejor futuro para su vida. Heredero de tradición que ha conllevado a sus hermanas y hermanos por el camino del trabajo comunitario y voluntario, se sumó desde hace 16 años al voluntariado de la Defensa Civil. Pérez apela a aquella frase de combate que reza 'quien lo vive es quien lo goza'. Asegura que él lleva ya los años que tiene en esta ciudad gozando de un Carnaval aparte y a su manera. 'No sé lo que es eso de la locura y la maicena y el desorden. En Carnaval yo estoy listo y dispuesto para acompañar las fiestas con la respuestas oportunas a las diferentes emergencias que se puedan presentar'.

De acuerdo con este líder voluntario, coordinador operativo del servicio de ambulancia de la Defensa Civil, las emergencias más frecuentes en su larga experiencia colaborando en estos eventos masivos son la lipotimia o baja de azúcar , lo desmayos, la deshidratación, el exceso en el consumo de licor, las crisis hipertensas, los traumas por caídas o golpes ocasionados por riñas. 'Uno sí lo goza, por ejemplo, tiene la posibilidad de estar cerca de los artistas, de las reinas, de tomarse fotos y de hacer lo que le gusta que es atender a la gente', aseguró.

Ocho ambulancias hacen parte del reparto con que cuenta la Defensa Civil para la atención. 2.466 voluntarios atienden emergencias en todo el departamento, 226 apoyaron en la Guacherna, 80 en el desfile de los niños, 180 líderes estarán en la Batalla de Flores y 230 para la Vía 40 durante los tres días de desfiles. ' Uno recomienda a la gente que si tiene una enfermedad antes de salir se tome sus medicamentos, que se hidraten que se alimenten bien, que identifiquen las rutas de evacuación y que no se excedan en el consumo de licor', afirmó Pérez, quien asegura estar listo y ansioso para hacer lo que más le gusta, atender a quienes lo necesiten.