Santa Marta. El cierre por treinta días del Parque Tayrona durante el mes de noviembre constituye para algunos un golpe a la subsistencia, pero para los indígenas obedece a la necesidad de generar un descanso al territorio y una reparación espiritual al ecosistema.
La medida, que entró en vigencia el pasado domingo y que en algunos sectores ha sido cuestionada, se cumple sin contratiempos dentro de los parámetros fijados por la Unidad Nacional de Parques Nacionales.
'La gente ha respondido bien al llamado', dijo la directora de la entidad en la región Caribe, Luz Elvira Angarita.
Empleo transitorio
Aclaró que con las asociaciones que trabajan al interior del Parque (Aprestayrona, Asoplan, Bahía Concha), fue suscrito un acuerdo de garantía del mínimo vital, de tal forma que no se vea afectada la canasta familiar de sus miembros.
Esto quiere decir que durante el tiempo de cierre, los prestadores de servicios (vendedores de agua, mecatos, souvenires y otros) ganarán un salario mínimo, laborando en las tareas propias del objeto del cierre.
Por ejemplo, unos limpiarán las playas, otros mejorarán los senderos; habrá un grupo que distribuirá alimentación a la Policía Nacional y otros en oficios o actividades inherentes al proceso de conservación.
Son aproximadamente 120 personas las que se beneficiarán con este acuerdo de garantía del mínimo vital.
Otra cosa contraria sucede con los pescadores, a quienes por norma legal (fallo de la Corte Constitucional) se les prohíbe realizar sus faenas al interior del Parque por ser zona protegida.
Los que pierden
Quienes sienten que con la medida están con ‘la soga al cuello’, son los operadores de turismo, es decir, los empresarios que diariamente llevan visitantes al Tayrona a través de sus agencias.
Álvaro Fernández, gerente de Turismerk, dijo que el cierre afecta a la cadena de servicios turísticos. 'Hemos tenido que desviar el destino de las reservas programadas para noviembre, llevando a los visitantes a sitios como Tayronaka, Minca, Río Don Diego, Quebrada Valencia o Buritaca', comentó.
Indicó que han sido aproximadamente 600 las reservas que han tenido que desviar la ruta, de las cuales un 80 por ciento son extranjeros.
Hugo Hernández, de la firma Capi Tour, aseguró que a diario dejan de percibir entre 800 mil y un millón de pesos en ganancias netas. 'El domingo, las tres busetas permanecieron vacías', anotó.
Johny Cantillo, conductor de un bus de turismo hacia el sector de Guachaca manifestó que 'este fin de semana mermó en un 80 por ciento el transporte de turistas', mientras que Ana Castro, dueña de un restaurante el la entrada del parque, sector de Calabazo, comentó que este puente festivo fue un 'fracaso'.
El presidente de Cotelco Magdalena, Omar García, aseguró que respeta y acata la medida, pero no la comparte. 'Tenía que anunciarse con más antipación y haberse dado en otra época del año, posiblemente en febrero', precisó.
La limpieza
Las voces de rechazo de un sector de la comunidad y de los gremios del turismo por el cierre del Parque Tayrona, contrastan con la posición de los indígenas.
El líder arhuaco, Rogelio Mejía, sostiene que esta reserva natural hay que dejarla descansar y hacerle una reparación espiritual. Llegó a asegurar que, inclusive, 'podría pensarse en la prolongación del tiempo de cierre para hacer más efectiva la limpieza'.
'Lo que haremos no es para beneficio de nosotros los indígenas, es para el bien de Colombia', aseveró.
Mejía explicó que en su cosmovisión 'el parque es la planta del pie de la Sierra Nevada de Santa Marta y si no funciona, entonces no puede sostener al cuerpo'.
La limpieza espiritual de las 15 mil hectáreas del Tayrona la harán los mamos de las cuatro etnias con asiento en la Sierra Nevada de Santa Marta.