El narcotráfico en Colombia, el mayor productor mundial de cocaína, pasó de estar controlado por grandes carteles a las manos de las nuevas bandas criminales, las herederas de los paramilitares.
Así lo reconoció en una entrevista con Efe el director de Antinarcóticos de la Policía Nacional, el general César Augusto Pinzón, en San José del Guaviare (sur), donde se encuentra la mayor base de esa institución en Colombia.
Pinzón confesó que su 'meta prioritaria' es asestar un golpe definitivo a las denominadas 'bacrim', acrónimo de bandas criminales, al anunciar que en los últimos tres años se ha logrado reducir su número de 33 a siete.
El general achacó la desaparición de los grandes carteles que dominaron el narcotráfico en los años ochenta y noventa, liderados por Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela, al 'ataque frontal' contra ellos y a las extradiciones a Estados Unidos.
Quienes dominan hoy el negocio ilícito son hombres como Maximiliano Bonilla (alias 'Valenciano'), los hermanos Calle Serna ('Los Comba') y Daniel Barrera ('El Loco Barrera').
Estos nuevos capos 'manejan una estructura criminal, son una transición de lo que fueron las mal llamadas Autodefensas, con las que hubo un proceso de paz. La mayoría salieron de ese proceso y siguieron delinquiendo', explicó.
Pinzón se refirió así a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), los paramilitares que se desmovilizaron entre 2003 y 2006 en virtud a un acuerdo con el Gobierno del anterior presidente, Álvaro Uribe, tras sembrar el terror durante años.
El resultado fue que los jefes de las AUC fueron extraditados a EE.UU., mientras sus lugartenientes se reorganizaban en lo que hoy se llaman bandas criminales.
'Tienen el control zonal en determinadas partes donde se produce la mata de coca, cuidan laboratorios, practican secuestros y extorsión', agregó Pinzón al afirmar que, si bien tras la desaparición de los carteles de Medellín y Cali la distribución a EE.UU. recayó en las mafias mexicanas, los nuevos narcos colombianos se encargan, en algunos casos, de hacer llegar la droga al exterior.
Eso lo achacó a 'la buena ganancia que logran de esos alijos, doblando y triplicando los precios de producción'.
Y es que en Colombia generar un kilo de clorhidrato de cocaína cuesta entre 3.000 y 4.000 dólares, pero en las calles de Nueva York el kilo se vende a 25.000 dólares, 'sin contar que puedan gramearla y sacar de cada kilo dos o tres más bajando la calidad'.
Una buena parte de la droga se produce, según el general, 'en el municipio de Tumaco (suroeste), donde se da la mayor concentración de cultivos de coca, también hay amapola y laboratorios'. Desde allí surge 'la ruta del Pacífico, inclusive utilizando sumergibles, que hacen su arribo hacia Centroamérica, México y Estados Unidos'.
En el norte, 'el golfo de Urabá (fronterizo con Panamá) sigue siendo un epicentro de envío de drogas sacadas de cultivos del Cauca (suroeste) o los Llanos Orientales (este); salen por el Atlántico hacia Centroamérica y países del Caribe, y de allí a Europa'.
En zonas como el Guaviare (sur) 'aglutinan grandes cantidades de hoja de coca, generan la base y producen el clorhidrato en laboratorios cerca de la frontera de Venezuela, así pasa al oriente y logran la ruta africana', agregó.
Allí 'hay pistas clandestinas desde donde se hacen envíos hacia África Occidental y consecuentemente a Europa', detalló Pinzón.
Otra parte del negocio está en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que, según el jefe antidrogas, 'tuvieron un trasegar inicialmente filosófico, una guerra subversiva contra el Estado y no lograron su cometido'.
Por eso, en los noventa, 'empiezan a convertirse en lo que son hoy: narcoterroristas, están supeditadas sus finanzas al narcotráfico'.
Según Pinzón, la guerrilla se asocia ahora a las bandas criminales 'rompiendo su estructura que se creía de enemigos y buscando una alianza que les permite la compra de armas para seguir atormentando al país'.
Aun así, aclaró que en los últimos diez años, desde que se implementó el Plan Colombia, se ha reducido a la mitad la salida de cocaína colombiana del país, al pasar de 400 a 224 toneladas, gracias a las incautaciones y erradicación de cultivos.
Ese Plan, acordado en 2000 y por el que Colombia ha recibido más de 8.000 millones de dólares de EE.UU., ha supuesto 'un verdadero apoyo policial y militar', dijo Pinzón.
'Nos permitió combatir este flagelo tan grande porque solos es muy difícil', concluyó el jefe antidrogas, quien confirmó que esos resultados llevaron a que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) sacara recientemente a Colombia de su lista negra. EFE