Ya no estamos en aquellos días en los que Junior se podía dar el lujo de incorporar en su plantel a figuras de talla mundial, a futbolistas realmente legendarios como el brasileño Garrincha. Ese gambeteador empedernido que tenía una pierna más larga que la otra y que engañaba a los defensas con total facilidad y espectacularidad, se puso la rojiblanca el domingo 25 de agosto de 1968.
Manuel Francisco dos Santos, como era su nombre completo, tenía 35 años de edad y ya no gozaba de la plenitud física y claridad futbolística con la que condujo a Brasil hacia dos conquistas de la Copa del Mundo (Suecia-1958 y Chile-1962). El licor había inundado su vida y los entrenamientos disminuyeron en su rutina, pero, aun así, con un abdomen con más grasa que músculo, mostraba vestigios de su magia. Cuentan, los que tuvieron la fortuna de verlo en el gramado de un estadio Romelio Martínez repleto hasta las banderas, que desbordaba y lanzaba centros con su sello de calidad.
Junior perdió 3-2 ante Santa Fe en lo que fue debut y despedida de Garrincha del equipo tiburón. 'Salió entre aplausos y rechiflas porque no llenó las grandes expectativas que había con él. No anotó, se fue en blanco', recuerda William Vargas Lleras, periodista de EL HERALDO que asistió al juego cuando era niño.
Garrincha no firmó contrato. Pactó 3 mil dólares por partido. Su amor por la cantante Elza Soares precipitó su salida, pero en Barranquilla y la historia del club quedó la estela de esa estrella. Fue fugaz en Junior, pero eterna en el fútbol del universo.
La llegada de Garrincha fue como si hoy en día viniera Ronaldinho con su condición actual, ya sin ritmo de competencia, pero con su nombre rimbombante intacto.
De todas formas, a Junior no solo venían astros en el ocaso de sus carreras. Por aquí anduvieron otros míticos jugadores brasileños como Heleno de Freitas (1951) y Dida (1966-1967). Este último, que siempre es rememorado por los hinchas rojiblancos por sus goles de chilena, también contribuyó a que su país se coronara campeón mundial en Suecia-1958.
Hubo más mundialistas que brillaron en el conjunto tiburón, como el uruguayo William Martínez, que fue entrenador y jugador del equipo al mismo tiempo en 1967. El charrúa hizo parte de la selección celeste que protagonizó el ‘Maracanazo’ y alcanzó el título en el mundial en Brasil-1950.