El Heraldo
La obra fue elaborada en fibra y resina. José Luis Cruz
Sucre

El chikunguña ya tiene su escultura en Corozal, Sucre

El artista, Plinio Lambraño, dice que se inspiró en pleno virus.

Sincelejo. Mientras muchos de sus amigos se rascaban, otros caminaban encorvados producto del dolor y el resto renegaba por una enfermedad que parecía no tener mejoría, el escultor Plinio Lambraño Flórez soportaba los padecimientos en silencio; el chikunguña se había apoderado de su cuerpo, pero más que un lamento le dio la inspiración para hacer una obra de arte.

Narra que cuando a duras penas sus dolencias le permitían tomar una hoja de papel y un lápiz, inició el boceto de lo que hoy se erige con tanta imponencia como los cuatro monumentos que embellecen los municipios de Sincelejo, Morroa y Corozal. Sus obras se caracterizan por expresar la  identidad y el folclor de Sucre, pero en esta oportunidad quiso dejar a un lado su línea artística y salirse hacia lo actual, lo que desde hace meses es el tema central en los hogares y el común de las personas.

‘El chikunguña’ es el nombre con el que bautizó su escultura, no podría ser otro, es la imagen del mosquito encima de un mundo, reflejo de lo que, según él, está sucediendo a miles de personas.

La estructura mide 2 metros incluyendo el pedestal, 140 centímetros de ancho, 300 kilos de pesos y fue elaborada en fibra, resina y estructura metálica, materiales que resistirían cerca de 30 años sin mantenimiento.

“Mi familia, mis amigos y yo nos vimos afectados con esta enfermedad, fueron días duros, y como en las artes plásticas se tienen en cuenta todo lo que afecte a la sociedad, nos conduce a que se represente a través de la escultura”, explicó Lambraño de 65 años, que desde los 10 inició su recorrido por el arte. 

Recuerda que sus colegas al saber de su nueva obra les impactó, les pareció creativo y novedoso.

La escultura permanece en el taller de su residencia en el barrio 8 de diciembre de Corozal —ciudad que lo acogió desde niño porque su tierra natal es San Pedro— pero pretende que luzca muy pronto en un lugar público.

Plinio Lambraño daba ayer los últimos toques a la pintura de su más reciente escultura: un mosquito.

“Esta obra puede tener una función tal vez pedagógica, que quien la mire diga ¡ojo con el chikunguña!, ella debe estar en un sitio público pero en un contexto relacionado con la salud”, manifestó el maestro egresado de la Escuela de Bellas Artes de Sucre y la Universidad de la Sabana.

Sin embargo, no descarta que su obra pueda decorar una de las carrozas de las reinas del Carnaval de Corozal a mediados de febrero, todo depende del aporte de la administración municipal.

Para Lambraño las esculturas tienen un gran valor económico, pero por lo general quienes la compran, en su mayoría las administraciones municipales, no cancelan lo que cuesta, de ahí que no quiso referirse al tema.

El garrochero, ubicada en la entrada de Corozal, La Fandanguera en la Plaza Majagual en Sincelejo, La devanadora  y El pito atravesao en Morroa son sus obras más reconocidas, y las que realiza en la actualidad espera que cuenten con la misma suerte.

Lambraño tiene en su taller las obras  La gaita que podría erigirse en Ovejas donde se realiza el Festival de la Gaita y La Bruja, que busca que luzca en el aeropuerto de Corozal que lleva ese nombre, ambas obras están inconclusas.

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