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Las murallas de Cartagena son evidencia de su historia. Sin embargo, segmentos del pasado colonial permanecen en el fondo de la bahía y sus alrededores. Hasta esas profundidades se sumergió la investigación arqueológica de la Universidad del Norte en una búsqueda que le siguió la pista al ataque de los ingleses a esta ciudad en 1741.

Mediante esta investigación se logró establecer, por primera vez, que fueron siete los barcos comerciales hundidos en la bahía durante el suceso, los cuales fueron también identificados por sus nombres, que serán publicados en el informe final del estudio financiado con la beca de investigación W276-13 de la National Geographic Society y Waitt Institute.

Además, se corroboró que en el anunciado yacimiento del navío español El Conquistador hay rastros de tres naufragios más.

'Cuando la gente piensa en arqueología subacuática se imagina a Indiana Jones, barcos con tesoros y esas ideas sacadas de las películas de Hollywood', comenta el historiador español José Manuel Espinosa, quien hace parte del proyecto que exploró en la bahía de Cartagena los naufragios militares relacionados con el ataque del almirante inglés Edward Vernon hace 274 años.

El estudio, que inició en 2012, fue dirigido por el arqueólogo Juan Guillermo Martín y apoyado por Espinosa, quienes formularon la propuesta en dos ejes: la investigación del suceso en los archivos históricos de España y la exploración en las zonas claves de la bahía.

Ellos inicialmente contemplaron realizar un inventario del patrimonio sumergido en la ensenada, pero la búsqueda se filtró hasta concentrarse en el hecho histórico que redefinió el curso de la ciudad hasta nuestros días.

'La investigación no solo pretendía conocer los detalles del ataque, sino que el proyecto sirviera para formar capital humano en arqueología subacuática', comenta Martín. Añade que localizar los naufragios y estudiarlos permite recuperar una parte del pasado de Colombia.

Sumergidos en la historia

'El ataque que comandó el almirante Vernon del 13 de marzo al 20 de mayo de 1741 fue uno de los intentos fallidos de los ingleses por apoderarse del control económico de los territorios de España', explica el historiador Espinosa.

De este suceso se sabe que fueron 180 barcos de la flota inglesa frente a 6 buques españoles de guerra, y una estratégica ofensiva de aproximadamente 25.000 ingleses frente a 4.000 hombres que defendían desde adentro la ciudad.

De esta guerra quedaron los naufragios. Un número no precisado de barcos ingleses y seis naves de guerra españolas, según narran los diarios de la época. También son mencionados barcos comerciales que fueron hundidos junto a los militares como una estrategia para obstaculizar el paso de los atacantes a la ciudad. Sin embargo, la identidad y el número de los navíos comerciales no es precisada en los diarios que relatan el suceso.

'Aunque contamos con muchos folios históricos que hablan de nuestro pasado, existen otras evidencias que permiten conocerlo mejor', dice Juan Guillermo Martín, quien desde el inicio consideró una prioridad complementar la exploración física con los registros que datan de esa fecha para identificarlos.

Fue así como, antes de tocar el fondo marino, la búsqueda comenzó en el Archivo General de las Indias en España. Más de nueve kilómetros de estanterías con documentos administrativos de la época, entre cartas, registros y otros folios. El archivo, ubicado en Sevilla, fue el campo de acción del historiador Espinosa, quien dedicó tres semanas a rastrear los nombres y datos de estos barcos comerciales.

Se descubrió, en documentos del siglo XVIII, que fueron siete los barcos, con sus respectivos nombres, lugares de procedencia y las fechas en que atracó cada uno en Cartagena, coincidiendo con el tiempo de la incursión inglesa. Los navíos comerciales compartieron el mismo destino de los tres barcos militares hundidos en el interior de la bahía: el Conquistador, el Dragón y el Galicia. Es la primera vez que una investigación identifica los galeones civiles relacionados con el hecho histórico, añadiendo una pieza importante a lo ocurrido en Cartagena.

en busca del patrimonio sumergido. Con los barcos identificados, el siguiente paso estaba en el fondo marino. Los requerimientos de esta fase involucraron un equipo internacional conformado por una alianza con la Texas State University, el National Park Service de EE.UU.

Antes de que entraran buzos al agua, el proceso inició con un sonar de barrido lateral. Un artefacto indispensable para realizar un mapa del fondo marino. 'Te muestra en detalle lo que hay. Si hay un cañón, lo muestra perfectamente; es como un escáner, pero con ondas sonoras', describe el arqueólogo.

El equipo emite ondas sonoras que rebotan con información transmitida desde el torpedo, llamado ‘Pez’, hasta unos computadores. El dispositivo también registra coordenadas por geolocalización satelital.

Durante tres días hicieron recorridos sobre la zona para obtener la información que fue depurada digitalmente.

El sonar fue proporcionado por el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas –CIOH– que cuenta con los equipos necesarios para hacer arqueología subacuática.

Una vez realizado el mapeo, un equipo de seis buzos se adentró en la bahía, donde otras exploraciones habían señalado antes que se hallaba el naufragio del barco español El Conquistador. 'Siempre se habló de un solo barco, pero en realidad hay tres pilas de lastre, no uno', explica el antropólogo.

La baja visibilidad y el tráfico de buques dificultó la labor de los buzos. Sin embargo, lograron hacer mediciones y registros fotográficos.

En agosto de 2013 la investigación fue redirigida al Bajo de Salmedina –zona de arrecife en Cartagena–, porque las nuevas disposiciones legales sobre patrimonio sumergido dificultaron el proceso de los permisos de acceso a los naufragios de la bahía.

En el segundo segmento estudiado, los buzos contaron con mejores condiciones de visibilidad e inventariaron 6 anclas y 16 cañones que, según las características, podrían corresponder a los barcos ingleses.

A nivel nacional, en una primera etapa, el proyecto contó con el apoyo del CIOH, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia –ICANH– y la Dirección General Marítima –Dimar–.

Consecuencias del ataque de Vernon. A partir del ataque inglés, Cartagena cambia. 'Los españoles fueron conscientes de que necesitaban fortificar la ciudad y efectuaron los cambios que hoy vemos', señala el historiador español José Manuel Espinosa. Es así como el Castillo de San Felipe fue reconstruido, fortificado y ampliado en la década de 1760.

Arqueología en el ‘corralito’

'Cartagena tiene una riqueza arqueológica que podría decirse que nunca acaba. Tanto, que cada alteración, restauración o construcción (en tierra o en el litoral), devela algo nuevo', expresa Monika Therrien, antropóloga y magíster en Historia, que ha estudiado las huellas arqueológicas del pasado de la ciudad en zonas como el claustro de San Pedro Claver, el exconvento de Santo Domingo y, más recientemente, en el Palacio de la Gobernación, lugares que contienen evidencias sobre el proceso de construcción y las relaciones de la antigua ciudad.

Para la investigadora, uno de los principales problemas de estos estudios en Colombia es que dependen de financiación proveniente de proyectos de infraestructura y producción (represas hidroeléctricas, hidrocarburos o minería), mientras que para los sitios sumergidos depende de las obras de dragados en los puertos.

'Mucha información se pierde con cada transformación de los lugares', dice Therrien, y añade que tanto las tierras como el mar de la Región Caribe tienen abundancia de historias que contar.

Antecedente: Galeón San José

En 1980, durante el gobierno del presidente Julio César Turbay (1978-1982), la empresa norteamericana Sea Search Armada solicitó a la Dirección General Marítima Colombiana (Dimar) los derechos de exploración para buscar el Galeón San José.

El 3 de marzo de 1982 la empresa reportó el descubrimiento del naufragio. El tesoro está avaluado en más de 10 mil millones de dólares. La compañía reclama el 50%. El caso está en la agenda de control político de la Comisión II de la Cámara.

Legislación de patrimonio sumergido

Ley 1675 del 30 julio de 2013. Está integrado por todos los bienes producto de la actividad humana y representativos de la cultura que se encuentran permanentemente sumergidos en aguas internas, fluviales y lacustres. No se considerarán PS:

1. Las cargas comerciales constituidas por materiales en su estado bruto, tales como perlas, corales, piedras preciosas y semipreciosas, arenas y maderas.

2. Bienes muebles seriados que hubiesen tenido valor de cambio como monedas y lingotes.

3. Las cargas industriales.

La ley permite contratos de exploración con entes privados y establece que 'se remunerará al contratista hasta/con el 50% del valor de los bienes que no constituyen patrimonio cultural de la Nación'.