Entretenimiento | EL HERALDO

Barranquilla ha tomado cierto aire a capitales norteamericanas como Las Vegas, si se piensa en el al complejo comercial Esplanade, en el Hotel Wynn, donde los turistas se arremolinan viendo los escaparates de los grandes emporios de la moda mundial, como Louis Vuitton, Dior y Chanel.

Desde hace algún tiempo, marcas como Zara, Mango y Bershka habían comenzado a dibujar esta idea del nuevo lujo en la ciudad. La estética del barranquillero al vestir no hizo otra cosa que poner de moda –utilizando casi literalmente el término– la llegada de empresas dedicadas al diseño en forma de tiendas por departamentos, como en el caso de Falabella.

Y con este ‘viaje’ de marcas que aterrizan, llega un nuevo competidor. Forrado de un enramado llamativo, Centro Moda abre sus puertas como el primer clúster de lujo de la ciudad. Recién desempacados lucen los cuatro almacenes que se ubican en la esquina de la calle 79 con carrera 51: tres monomarca (Sterling Joyeros, Carolina Herrera y Purificación García) y uno multimarca, Le Collezioni, que ofrece productos con el sello de Michael Kors, Coach, Salvatore Ferragamo, Hackett, entre otras.

La diferencia entre el Esplanade y Centro Moda son sus visitantes: en Las Vegas esperan a turistas de todo Estados Unidos, la mayoría perteneciente a la clase media de su país, y solo pasa para fotografiarse, o, si puede permitírselo, comprar alguna billetera o un perfume.

En Barranquilla, aunque el poder adquisitivo más alto se concentre en los estratos 5 y 6, en todos los escalafones económicos se notan las ganas de vestir lo mejor posible, con marcas que antes solamente se conseguían en capitales como Bogotá y Miami.

La inversión para abrir el centro comercial fue de más de 9 mil millones de pesos, más el costo de traer las marcas, que fue de casi 15 mil millones más.

Barranquilla, siempre lujosa. Los “vestigios de lujo” barranquilleros que nombra Ita María Díez, gerente de ventas de WGSN –una red global que pronostica tendencias en diversas categorías de producto– en Suramérica del Norte tiene su origen en el Puerto de la ciudad.

Por aquí entró la moda a Colombia y las personas comenzaron a referenciar las tendencias mundiales por la cantidad de información que desembarcaba. Entrado el tiempo, la Arenosa se desligó de su condición privilegiada en cuanto al diseño y el mundo de la moda, sin embargo, “el consumidor responde a ese ADN”, según Díez, y termina por regresar a lo que ya conocía.

De ahí la fama de amante del vestir del barranquillero y su rápida adhesión a la idea del “consumidor global”: uno que está actualizado, que conoce...

...las esferas más refinadas de la moda universal, que está conectado vía internet con el estilo europeo y norteamericano que marca la pauta cada temporada. Por eso está familiarizado con la idea ensoñadora que puede brindar Chanel y se enamora de una prenda Armani.

En el último lustro, el país ha recibido una avalancha de firmas no solo de lujo, sino otras marcas extranjeras como Forever 21, Gap, Victoria’s Secret, por ejemplo, que han llenado el vacío abierto por la industria local, si bien esta última ha mostrado un avance significativo hacia la globalidad y ha hecho trabajos de actualización.

“Como aquí no hay producción del lujo clásico, sino más bien de un lujo artesanal o un nuevo lujo, la gente termina buscándolo en marcas foráneas”, explica la economista. Es por eso que marcas como Carolina Herrera y Michael Kors crean el imaginario del lujo ideal y acaban por ser hasta las más falsificadas.

En este punto hay que hablar entonces acerca de la masificación de las marcas y su redireccionamiento: ya no buscan complacer a los clientes con un lujo que, definido por Coco Chanel, “es una necesidad que empieza donde termina la necesidad”. Hoy, “las marcas ya no venden productos, sino estatus, estilo de vida”, recuerda Díez. Por eso las mismas marcas son las que buscan el acercamiento con el público, ya sea a modo de franquicias o en tiendas por departamentos.

Hoy no hacen trajes a la medida como la primera y real alta costura, pero sí captan la atención del comprador con un logo que representa bienestar, con una cartera o un perfume, la manera más fácil de acceder a las marcas.

La idea es encontrar, en Barranquilla, la oferta de otras ciudades, como Miami o Bogotá.

Las tiendas. La tienda Carolina Herrera más grande del país es la de Barranquilla. Toda su línea de accesorios femeninos y línea ready to wear está disponible, así como la infantil. El rincón masculino poco a poco se acondiciona, aunque desde ya se pueden adquirir corbatas. El lugar está dividido en tres espacios: la entrada, donde están los accesorios y bolsos; la sala de ediciones limitadas y otra para el calzado.

Alan Bursztyn es el dueño de la franquicia, al igual que de las de Sterling Joyeros y Purificación García. Esta última es una diseñadora española ampliamente reconocida en su país y Japón, así como en varios países de Latinoamérica. Los bolsos son su producto estrella. Sterling se conoce mejor en Colombia: consolidada como una de las más prestigiosas joyerías del país, viene con mucho más que relojería: trae una sofisticada línea de hogar, así como con seguro de joyería y financiación.

Alex Zielken es el socio de Bursztyn, y el encargado de Le Collezioni, el almacén multimarca. Desde hace dos años y medio planeaban abrir este espacio en la capital del Atlántico, pues según el segundo “hay toneladas de clientes en la Costa. Ya no tendrán que ir a Bogotá o a Miami por lo que quieren”. Bursztyn argumenta, además, que en todo el país, sus mejores compradores han sido siempre los costeños, porque “se consienten más”. El ser más generosos consigo mismos tiene historia. Además, la idea de Barranquilla como capital del TLC también les resultó atractiva.

Dos años y medio llevó consolidar la idea de traer las grandes marcas de lujo a Barranquilla, que ya están en un soft opening, o apertura preliminar.

Noviembre verá la gran inauguración de Centro Moda, que además de brindar un alto grado de sofisticación a la ciudad tendrá otro ‘plus’ para el disfrute del público: el gusto de abrir uno de los cinco mejores restaurantes de Latinoamérica en su segunda planta, como adelantó uno de sus dueños. La atmósfera, ambientada en un edificio amigable con el medio ambiente, espera ubicar el lugar como uno de los grandes íconos de la ciudad.

Por Andrea Jiménez

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