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Los invitados a este Tinto del Domingo coinciden en que si bien la discusión del proyecto presentado por el senador liberal Juan Manuel Galán para la legalización de la marihuana con uso medicinal es interesante y necesaria, el país aún no está preparado para dar tal paso pues no hay garantías de un efectivo control a tal restricción. Temen que al igual que otros medicamentos de control, como las benzodicepinas, por ejemplo, que se consiguen fácilmente en cualquier droguería y que son consumidas principalmente por adolescentes como droga recreativa, en el caso de la marihuana la iniciativa que cursa en el Senado con el visto bueno del ministro de Salud abra una puerta al incremento de su tráfico y consumo. Un químico farmacéutico y toxicólogo; un médico experto en salud pública y un arquitecto reeducado y asesor terapéutico de Hogares Crea tienen la palabra hoy.

“Formas inteligentes de regular el uso”
En 4 artículos, el proyecto de Ley No. 27 de 2014, que reglamenta el acto legislativo 02 de 2009, contempla permitir en Colombia el uso del cannabis exclusivamente para uso terapéutico o medicinal y autoriza el cultivo, la cosecha y la utilización de la planta con fines de investigación científico para el mismo propósito. El senador liberal Juan Manuel Galán, autor de la iniciativa, concluye que es necesaria para que el país avance en el debate e investigación sobre “formas más inteligentes de regular el uso” de la planta.

Fernando Cabarcas Castellanos
Químico-farmacéutico y toxicólogo. Profesor de toxicología y farmacodependencia en la facultad de Química y Farmacia de Uniatlántico.

¿Estamos preparados? Como propuesta, la legalización es interesante, lógicamente si está fundamentada en la aplicación o en el uso medicinal. La preocupación que me asiste es si estamos preparados nosotros para afrontar una legalización al consumo de la marihuana con aplicación medicinal. En aquellos países donde está legalizada, ha dado resultados favorables en ciertas patologías como las mialgias o dolores musculares, los procesos cancerosos en proceso de quimioterapia, la elevada presión intraocular (glaucoma) y la esclerosis múltiple, entre otros. Últimamente se está investigando su uso como anticanceroso, antiepiléptico y contra la colitis ulcerosa.

Los cannabinoles THC y CBD. La marihuana es una hierba natural que contiene más de 400 principios activos que llegan a los pulmones al inhalar el humo del tabaco. Entre las sustancias químicas que van en ese humo, están los famosos cannabinoles (o cannabinoides) que son los principios activos que tienen propiedad psicoactiva; actúan a nivel del sistema nervioso central y lo alteran. Entre los cannabinoles, que son más de 60, hay uno que es el responsable de la acción en el sistema nervioso central: el famoso THC o Tetrahidrocannabinol, específicamente el 9 Delta-Tetrahidrocannabinol, que es el principio activo con mayor capacidad psicoactiva. Pero de igual manera existe el Cannabidiol (CBD), que es el que tiene mayor aplicación en medicina. Con la técnica y el avance de la ciencia farmacéutica se pueden elaborar medicamentos a base de marihuana, sacando el THC y dejando el principio con efecto medicinal. Hace poco se hizo un estudio experimental según el cual el THC tiene capacidad anticancerosa; es decir, destruye la célula maligna. Hay mucha expectativa sobre esto.

El demonio del adicto. El uso repetido de la marihuana produce tolerancia, que a su vez genera dependencia, y la dependencia genera el síndrome de abstinencia, que es el demonio del adicto a las drogas de abuso. Se trata de un conjunto de síntomas desagradables que se producen cuando deja de consumir, el cual se caracteriza por un estado ansioso, intranquilo, agresivo, de insomnio, todo lo cual, si sigue progresando, puede llevar a la persona a un estado paranoide, esquizofrénico, de locura. Y como el adicto no quiere pasar por esto, por consiguiente tiene que seguir bajo los efectos de la droga.

Sí es dañina. Desde el punto de vista farmacológico, la adicción se genera porque en el cerebro tenemos unos receptores –los CB1 y los CB2-. Cuano se consume marihuana, los cannabinoles que están en ella se dirigen a esos receptores, se hace la unión entre ellos y se produce el efecto a nivel del sistema nervioso central. Estos efectos se reflejan en la alteración del comportamiento y la conducta. La marihuana es adictiva, incluso cuando es de uso medicinal si no se hace racionalmente, bajo vigilancia médica, porque si se suelta al paciente cae en la dependencia. Y no es solo eso. Desde lo toxicológico, la marihuana causa cáncer de boca, lengua, mandíbula y próstata; además, impotencia, malformación y baja movilidad de espermatozoides. Se tiene la mala concepción de que la marihuana no hace daño y claro que sí lo hace cuando se utiliza de manera irracional, con fines recreativos.

Francisco Daza Martínez
Arquitecto. Estudiante de Psicopedagogía en la CUC. Reeducado de Hogares Crea, donde es asesor terapéutico de personas en proceso de rehabilitación.

“Hice mucho daño”. Me inicié a los 14 años y consumí alcohol, marihuana y bazuco hasta los 25. Hice el tratamiento en la Corporación Hogares Crea de Colombia, donde logré salir adelante. Tuve una recaída con el consumo de alcohol, pero gracias a Dios que hoy día llevo 20 años sin consumir ningún tipo de sustancia. Yo era una persona con muchas deficiencias emocionales y en principio en el alcohol logré aparentemente sustituirlas. A los 18 años conocí la marihuana, que fue lo que consumí más, al principio muy esporádicamente, hasta tal punto que logré terminar mi carrera de arquitecto. Las primeras experiencias fueron muy placenteras y me enganché en ella. El problema fue cuando terminé mi carrera. En ese momento entré en una especie de angustia existencial y el consumo se hizo más fuerte, diario. Me afectó mucho la memoria y la capacidad de la concentración, me volví mentiroso, manipulador egocéntrico. Toqué fondo, hice mucho daño y solo cuando tomé conciencia de que estaba haciendo muchísimo daño ingresé a Crea.

Fases del consumidor. Un consumidor avanza por diversos momentos. El primero es cuando la persona no ve problema en consumir –es que el consumidor niega su realidad y niega el daño que está haciendo y se enfoca exclusivamente en el placer que le proporciona el consumo–. Después llega a un punto en el que se da cuenta de que hay dificultades, pero es una fase muy volátil en la que veces uno retrocede. Luego de ese momento de toma de conciencia hay personas que salen de allí, pero hay quienes siguen consumiendo, y no obstante los intentos personales por querer parar –disminuye la sustancia, se muda, frecuenta a otras personas, va a otros sitios- eso no es suficiente cuando la adicción está bien arraigada. Viene una segunda toma de conciencia y se dice: Yo no puedo manejar esto, soy incapaz. En ese punto la persona es capaz de buscar ayuda externa. Ese fue mi caso, busqué ayuda exterior.

Posición ante la propuesta. Particularmente pienso que como la propuesta en el Congreso es legalizar la marihuana para usos terapéuticos podría ser útil, podría darse ese uso. Pero si esto es una puerta para facilitar el consumo, no estoy de acuerdo. Ahora bien, sé que detrás de estas cosas hay muchos intereses económicos creados. Yo pienso que la droga ha existido siempre y va a seguir existiendo, y creo que si se invirtiera la mitad de lo que se gasta en represión del consumo en programas de prevención y de tratamiento los efectos serían diferentes. Fíjese lo que se invierte en la lucha contra el narcotráfico y en toda la violencia que hay alrededor de esa actividad; entonces, de este punto de vista la legalización sería lo mejor, porque el negocio se dañaría, dejaría de ser rentable para las mafias, pero no creo que el país esté preparado.

Alcohol, más perjudicial. Para mí la droga más perjudicial es el alcohol: es la puerta de entrada a otras drogas, con el agravante de que vivimos en una sociedad pro-alcohol. Pero también el consumo de drogas, incluso de heroína, está generalizado aquí alrededor de universidades y colegios. El llamado a los papás es que les den confianza a sus hijos, sin perder el equilibrio entre afecto y autoridad, y que eduquen en valores, sobre todo con el buen ejemplo.

Jorge Luis Acosta Reyes
Médico general, especialista en epidemiología clínico. Profesor de salud pública en la Universidad del Norte

Arma terapéutica. En principio estoy de acuerdo con la propuesta de legalizar el uso medicinal de la marihuana, pues esto ayuda al médico y al paciente como otra arma terapéutica en cierto tipo de enfermedades. Sobre todo porque en algunas de ellas los medicamentos que tenemos actualmente ya no nos sirven. A nivel mundial es una realidad que nos estamos volviendo viejos, y viejos enfermos. Una de las enfermedades que nos está agobiando es el cáncer, en sus diferentes manifestaciones, en adultos, jóvenes y ancianos. Y una de las principales molestias del cáncer es el dolor, por lo que el uso de la marihuana es benéfico desde el punto de vista medicinal.

Escalas del dolor. Los estudios demuestran que, en escalas visuales, el dolor es muy difícil de medir. Sin embargo se aplica una en la que no tener dolor equivale a cero, y tener el máximo dolor es diez. Se ha comprobado que cuando se le suministra medicamentos a base de marihuana a un paciente con dolor, al hacer la medición en esa escala encuentra que a la hora o a las dos horas la gente suele responder: tenía seis, pero ahora tengo dos. Ahora bien, en los medicamentos para el dolor hay una escala. El más conocido por todos, que tiene muy mala fama pero que es muy bueno, es el Acetaminofén, que es de baja potencia; después vienen los antiinflamatorios no esteroideos tipo Ibuprofeno, Naproxeno, entre otros. Luego escalamos otros que son los opioides, como la heroína y sus derivados, la morfina, el Tramadol y otros, que están en la última escala para tratar el dolor y que son los más fuertes. En esta escala entraría la marihuana.

No mata, pero sí tiene efectos adversos. A muchos científicos del mundo se les ha hecho la pregunta de si es posible morir por una sobredosis de marihuana, y la respuesta casi que tajante es que no, que nadie se muere por consumir marihuana, no es causa directa, pero sí tiene efectos adversos: sicosis, temblor, taquicardia, resequedad, ansiedad y aumenta el apetito.

¿Quien controla?. Los opioides hoy se usan con un control. Hay que llenar un documento especial en el que se autoriza y se dice claramente para qué tipo de enfermedad es, cuál es el diagnóstico del paciente. La marihuana debería tener ese mismo tipo de control. Pero es que el problema no es el consumo, ni la legalización, sino la falta de control. ¿Quién va a garantizar esto? ¿Está Colombia preparada para hacer este control? Hoy la realidad nos dice que el control solo funciona para los hospitales e instituciones médicas, pues del resto tú consigues en cualquier ciudad estos medicamentos como si nada, y no precisamente para uso terapéutico. Como pasa con las benzodiacepinas, que increíblemente hoy se usan como estimulantes para atracar, para pasarla bien en una fiesta, en fin. Esto es lo que hace que el proyecto de legalización tenga tantos detractores también.

No es absolutamente necesaria. La aprobación en el Congreso no es absolutamente necesaria, porque ya tenemos un arsenal de medicamentos que nos funcionan. Pero puede ser importante porque nos aumenta el nivel de opciones de tratamiento. Los casos de dolor en los que no funcionan los medicamentos tradicionales son poquitos.