Desde los tiempos en que Alejandro Char decía que construía la felicidad con sus proyectos de vivienda, ha demostrado que su mayor habilidad es, tal vez, el uso audaz de la publicidad y los medios de comunicación. Y sin duda ese encanto se ha traducido en contundentes éxitos electorales en los últimos años. De hecho, ha logrado tres alcaldías en línea de su grupo político, dos ejercidas directamente por él, pero hay señales de que ciertos rasgos de su personalidad podrían generarle afectaciones en su carrera pública. Sin embargo, no soy mago para preverlo.
Lo que sí sé es que su emotividad me recuerda, un poco, al exalcalde Bernardo Hoyos Montoya, a quien la arrogancia le impidió entender que un líder que no acepta críticas ni consejos, tarde o temprano termina sepultado por la dinámica de sus propios errores. Hoyos no comprendió que el poder se lo daba la ciudadanía, y cuando esta se cansó de él hasta ahí llegó su liderazgo.
Personas que admiran y quieren mucho a Alejandro me lo han dicho: temen que su sobradez lo pierda. Sería un lamentable despilfarro porque tiene los atributos de un gran líder: carisma, energía y capacidad para entusiasmar. Pero solo podemos vaticinarle una larga carrera política si a esos atributos le añade reflexión y tacto para tomar decisiones. Me gustaría que fortaleciera estas cualidades indispensables en un líder para evitar más equivocaciones como la del anuncio de que el Ejército patrullaría las calles con la Policía desde el primero de enero, y después desde el 15 de febrero. En ninguna de las dos fechas pudo cumplir, y los patrullajes que se realizaron el lunes 22 solo son los perimetrales acostumbrados por el Ejército.
Alejandro no parece tener asesores sino aduladores. Porque un asesor debe tener criterio y carácter. Nadie se atrevió a decirle que el Ejército no está para eso. La Constitución lo define como un aparato para la defensa de la Nación. Además, un alcalde no le da órdenes al Ejército. Su deber es dirigir un cuerpo de naturaleza civil como la Policía. En vez de sentarse a razonar con él, aplaudieron su iniciativa. Lo peor es que no se les ve el gesto autocrítico de reconocerlo. ¿Cómo es que Jaime Berdugo, uno de los hombres de confianza de Alejandro y con la reputación de brillante abogado, no se lo advirtió al alcalde? ¿No lo sabía el mejor estudiante de Derecho del país de su promoción? ¿No lo sabían los otros asesores jurídicos? ¿Acaso se requería la fábula del Ejército en las calles para ganar las elecciones?
Alcalde, le hago la misma sugerencia que algunos le hacían a Hoyos cuando era un monstruo de la popularidad: no se rodee de áulicos. Le aseguro que decir las cosas con total claridad le dará mejores resultados. No se crea el cuento de que usted está por encima de todo el mundo. Le recomiendo los videos de Pepe Mujica. Le garantizo que la humildad lo llevará políticamente más lejos.
@HoracioBrieva