La canciller de Alemania, Angela Merkel, es, sin duda, la mujer más poderosa del mundo. Entre los quince ministros de su gabinete hay cinco ministras, entre ellas la de Defensa. Se podría pensar que la igualdad de género parece bien encaminada en este país de Europa Central. Pero la realidad es otra. Fuera del ámbito de la administración pública y de la política, las alemanas siguen en clara desventaja frente a los hombres, a pesar de los indudables progresos de las últimas décadas. Por ello, los dos partidos que forman el gobierno de gran coalición, los democristianos de Merkel y los socialdemócratas, acaban de ponerse de acuerdo, tras arduos debates internos, en promover el ascenso de mujeres a puestos directivos a través de una cuota obligatoria.

Más de cien grandes empresas que cotizan en la bolsa deberán garantizar que haya al menos un 30% de mujeres en sus consejos de administración. Otras están obligadas a establecer su propios objetivos para la cuota de directivas. Alemania se suma así a otros países europeos, como Holanda, Bélgica o Italia, que ya han aprobado una cuota femenina. Otros, como España, se limitan a un código voluntario para que las empresas se fijen sus propias metas. También la Comisión Europea recomienda que haya un 40% de consejeras en los grandes consorcios. Hoy por hoy, en pocos países europeos se alcanzan estos niveles. En Alemania las consejeras de las grandes empresas del Dax representan el 21,7% del total. En España es un 18%, aunque en algunas como el Banco Santander llegan al 30%.

Fijar una cuota femenina es un asunto muy controvertido y no solo por los machos con corbata que luchan por preservar sus puestos. Muchos directivos –y directivas– advierten que la norma crea una distorsión del mercado laboral, una burocracia excesiva y de que actualmente, en ciertos sectores, no hay un número suficiente de mujeres cualificadas para puestos de alta dirección.

También hay mujeres que temen que la cuota les perjudique ya que una ejecutiva, por muy merecido que sea su ascenso, podrá sufrir el estigma de haber llegado allí únicamente por cumplir el cupo. Son argumentos válidos pero, tal y como están las cosas, lo importante es romper ya este techo de cristal y acabar con la hegemonía de los hombres en las juntas. En un gran banco español, por ejemplo, las mujeres son mayoría entre los empleados jóvenes de hasta 30 años, pero solo hay dos de ellas en puestos de mando frente a 16 hombres. La cuota femenina puede provocar problemas, e incluso cierta discriminación en el otro sentido, a corto o medio plazo.

Pero resulta imprescindible si se pretende preparar el terreno para que en el futuro próximo la promoción de mujeres sea algo natural y que no tengan que luchar más que sus colegas masculinos. Ursula von der Leyen, la ex ministra de Familia y Asuntos Sociales y la actual titular de Defensa en Alemania, resumió el reto a la perfección: “Para mí, la igualdad se habrá logrado cuando una mujer mediocre haya ascendido a un puesto de dirección”.

@thiloschafer