Desde que vivo fuera escucho devotamente, y a diario, radio colombiana. Entre mis emisoras favoritas está Olímpica Estéreo, que si bien es un testimonio del mainstream, para mí, y desde lejos, es una forma de conectarme con los sonidos, el lenguaje y hasta los chistes del Caribe colombiano. Como es propio de nuestro gótico tropical, muchas veces esos chistes son formas de narrar la tragedia. Esto pienso cuando escucho el concurso ‘Olímpica Estéreo te saca de la olla’. El concurso consiste en que la gente lleve sus facturas de servicios públicos a la emisora. Entonces el locutor llamará sorpresivamente a algún oyente, que, si contesta con el santo y seña, ganará el pago de sus facturas. El último año ha sido clara la aprensión y angustia de los oyentes cuando pierden; es realmente descorazonador escucharlos cuando no contestan correctamente, hablan desde la angustia de la culebra, de esos servicios públicos que tendría que garantizar el Estado, pero que los caribeños ya no pueden pagar, y de las deudas que crecen cuando se va la luz y se dañan los electrodomésticos y no queda nada más para empeñar. El concurso, que parece no tener un interés social, nos habla de manera subrepticia de los infinitos abusos de Electricaribe, que tiene jodida a toda la región.
Para nadie es un secreto por qué las cosas no funcionan. Los mismos funcionarios rasos de Electricaribe le dirán a cualquiera (porque la gente en la Costa habla) que la empresa está mucho más preocupada por encontrar fraudes que por hacer mantenimiento a sus redes para prestar un mejor servicio. Y quizás la gente robaría menos si el servicio fuera más confiable y eficiente y menos caro, pero los apagones tienen al luminoso Caribe viviendo un periodo oscurantista.
El año pasado, cuando los medios decían que lo de Electricaribe era una olla a presión a punto de explotar, mininas sacó un plan de inversión y subsidios, en el que el Estado y Electricaribe ponen plata pero solo la empresa privada la recupera a través del cobro del servicio. Sin embargo, el plan no incluía sanciones, ni siquiera una advertencia de incomodidad ante la empresa que, literalmente, desvela a los costeños, como informó La Silla Caribe: “El Plan de Desarrollo plantea un aumento en los montos de los castigos que puede imponer esa entidad en general, pero todavía no se ha hecho la reglamentación que permitirá ponerlo en práctica”. Además, con esa plata del Estado, el Ministerio de Minas contrata ni más ni menos que a Electricaribe para obras de mantenimiento de redes eléctricas y cobertura en zonas rurales. Sin embargo, José García Sanleandro, gerente de la empresa, le dijo a La Silla Caribe, en noviembre del año pasado, que no hay plata, porque el 52 % de los usuarios está moroso. Es decir, según la empresa, si la gente no paga el servicio no mejorará, pero la gente no quiere pagar porque el servicio es una burla. Y es que ningún otro prestador de servicios en el Caribe tienen tantos problemas recaudando. Pero, en vez de gastar la plata en mantenimiento, Electricaribe invierte en pagar incentivos por encontrar fraudes a las cuadrillas de empleados que visitan los barrios.
Yo, desde lejos, me pongo feliz cuando la gente gana. Se me ha llegado a aguar el ojo al escuchar la felicidad de los que contestan bien, y “salen de la olla” (al menos durante ese mes). Es una alegría amarga, porque también sé que la tragedia no se acaba. No es Olímpica Estéreo quien tiene que sacarnos de la olla.
@Catalinapordios