La Befana es una figura típica del folclor italiano. Su nombre proviene de la palabra Epifanía y es el equivalente de nuestra fiesta de los Reyes Magos.

Según el cuento popular, cuando los Reyes Magos caminaban hacia Belén en busca del Niño, al no poder hallar el camino, pidieron ayuda a una anciana, quien les dio comida y alojamiento por una noche, pero se negó a acompañarlos, alegando estar muy ocupada en su trabajo doméstico.

Luego, arrepentida, cambió de opinión; llenó un cesto con dulces y salió en busca de los Magos. Al no poderlos encontrar, fue de casa en casa donde había niños, esperanzada de que alguno de ellos fuera el Niño Jesús.

Desde entonces, en su incansable búsqueda, vaga por el mundo llevando dulces y juguetes a los niños, para hacerse perdonar su falta.

La Befana la pintan como una bruja buena, mal vestida, de cabellos blancos, sonriente y con gran sentido de humor, quien en Italia, la noche del 5 de enero les lleva dulces y regalos a los niños.

Entre los romanos hay el mito de que a las 12 de la noche del 5 de enero ella se asoma a una de las ventanas de la Piazza Navona y la gente se congrega allí para ver si aparece, aunque solo es un pretexto para salir de compras a esa plaza, donde en Navidad hay un mercado popular de dulces y regalos.

Muñecos vestidos de Befana adornan las calles de las ciudades italianas y hay muchas celebraciones, como en Venecia, donde hacen regatas de góndolas con los gondolieri
disfrazados de la bruja buena.

Se dice que ella desciende de Strenia, diosa de la buena salud y de la buena suerte, en cuyo honor se intercambiaban regalos (streniae) a principios de año, como señal de feliz augurio para el nuevo año.

Esta fiesta se celebraba desde la época de Rómulo, primer monarca de Roma, a quien ese día le llevaban verbena del bosque sagrado de Strenia.

La costumbre se generalizó y de allí las famosas ‘estrenas’ romanas, de donde deriva el término ‘estreno’. Hay quienes aseguran que este fue el origen del aguinaldo navideño.

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