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Un gol en los últimos minutos del partido, marcado por Schurrle a tres del final, castigó la reacción del campeón de Europa, el Real Madrid, que supo sufrir en el primer tiempo tras el reencuentro con el gol de Cristiano Ronaldo, perdonó la sentencia en el segundo y acabó cediendo dos puntos.

La vida no cambia para el Real Madrid en Alemania, donde sus visitas responden a un patrón asociado al sufrimiento. Salvo alguna noche aislada, como el recital en el Allianz Arena de las semifinales de Liga de Campeones ante el Bayer Múnich (0-4) el año de la Décima, el equipo madridista se encuentra rivales con un fútbol físico y directo que le generan inestabilidad.

La decidió contrarrestar Zinedine Zidane con valentía. Llegaba de dos empates consecutivos en la Liga española que rebajaban el estado de euforia. Lo fácil era reforzar el centro del campo, ante la ausencia del insustituible Casemiro, pero optó por un cambio de sistema para apostar por James. El 4-2-3-1 fue el dibujo elegido, con el colombiano a espaldas de Benzema y Bale más Cristiano en las bandas.

El duelo fue trepidante, con un ritmo endiablado, de ida y vuelta. Dos equipos que mostraban su velocidad ofensiva. Un Real Madrid en apuros cuando Gotze conectaba con Dembélé y Aubameyang, pero que se mostraba cómodo jugando al contragolpe.

Cristiano Ronaldo comenzó extramotivado tras su cambio en Las Palmas. Deseoso de enterrar la peor de sus versiones, saltó al césped con el gol en su cabeza. A los dos minutos se encontraba una falta perfecta en la frontal. Su disparo lo sacaba como podía Burki.

El duelo a intercambio de golpes lo planteaba el Dortmund, que rápido respondía para poner a prueba el estado del costarricense Keylor Navas. Regresaba tras meses sin jugar y se le vio sin tener tomada la medida a su portería. Inseguro en disparos que podría haber bloqueado y que le costaron caros. Al primero, el de Gonzalo Castro, respondió con los puños.

Eran minutos en los que Ramos y Varane eran examinados por impulsos de raza, fuerza y velocidad del Dortmund. Los espacios que quedan a la espalda de centrocampistas que añoran a Casemiro, eran explotados por el conjunto germano. Dembélé chutaba abajo en carrera y Keylor evitaba el tanto. Un minuto después lo volvía a intentar sin encontrar puerta.

Las respuestas madridistas eran inmediatas. Benzema se caía al suelo con todo a su favor en el mano a mano. Era la jugada que avisaba del gol. Con campo para correr, James encontró el desmarque de Bale, de tacón asistió a Cristiano que con un tiro cruzado se quitó de golpe la ansiedad en su competición preferida.

El tanto no rebajó la ambición del Borussia que se adueñó de la posesión y del partido. Sus llegadas por las bandas eran continuas, las asociaciones en paredes rompían líneas blancas y Ramos salvaba el empate lanzándose a cortar el disparo de Dembélé. Del sufrimiento a la esperanza había segundos de diferencia. Y James perdonaba un dos contra uno clarísimo para endosar un golpe casi definitivo.

El castigo llegaría en la recta final. Una perdida de balón de Ramos acabó en falta y un grave error de Keylor. El disparo de Guerreiro no tenía la fuerza suficiente como para ser rechazado. Ya había mostrado falta de confianza a un testarazo blando de Sokratis que optó por despejar. En la segunda ocasión el despeje de puños se alió con la mala suerte al estrellarse en Varane y acabar en gol en propia puerta.

En la reanudación el Real Madrid recuperó la personalidad del campeón de Europa. Cuando se esperaba una nueva salida en tromba alemana, la realidad fue un crecimiento en el juego del equipo de Zidane.

Lo hizo tras un par de jugadas de exhibición de todas las virtudes de Dembélé. Siempre con descaro, con un uso exquisito de sus dos piernas, recortó con izquierda y chutó con derecha para permitir a Keylor desquitarse en una segunda parte en la que estuvo activo. Aubameyang volvió a encontrarse con los puños del costarricense.

Fue desde una clara ocasión perdonada por Cristiano, que cabeceó ladeado un buen centro de Ramos, cuando llegaron los mejores momentos madridistas. Con velocidad y calidad el Real Madrid desarmaba a su rival. Bale encontraba un carril y a Benzema le faltaba velocidad para rematar el segundo tanto.

No perdonó a placer Varane, cuando un saque de esquina ensayado acabó con centro de Cristiano al segundo palo, remate a la madera de Benzema y a placer marcaba el central francés para desquitarse de sus últimas actuaciones.

Pero el espíritu guerrero del Borussia impidió que se diera por vencido. Alentado por una afición fiel y con la 'maldición alemana' siempre preparada para reaparecer, el partido acabó en el área española. Navas respondió con una buena parada, tapado por su defensa, al latigazo de Guerreiro, Schurrle probó suerte y la estirada del meta evitó el tanto.

Pulisic también la tuvo en momentos en los que el Real Madrid pudo sentenciar a la contra. La más clara la tuvo Cristiano que chutó arriba y en otra acción brillante individual, se encontró con la manopla de Burki. Estaba más cerca el tercero que el empate, pero de nuevo le faltó al equipo de Zidane estabilidad en los últimos minutos.

Le pasó ante Las Palmas y se repitió en Dortmund. Cuando el partido debía morir, Pulisic se iba de Danilo y su centro caía muerto a Schurrle, que fusilaba arriba el empate definitivo.

En la cabeza de Varane, tras un córner, estuvo el triunfo, pero no encontró puerta y el Real Madrid cedió dos puntos que tenía en el bolsillo.