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Peter Medley, hotelero británico multimillonario de 71 años y afectado en vida de una dolencia neuronal motora, ha puesto a debatir al mundo después de morir en la clínica de asistencia al suicidio Dignitas, en Suiza. Más de mil personas han recibido asistencia similar en esta clínica desde que se puso en marcha, por lo que no sería algo novedoso el hecho si no fuese porque la cadena británica BBC emitió esta semana un documental en que muestra a Medley cuando sale de su residencia hasta cuando ingiere la droga letal, y su mujer pone tiernamente sus manos sobre las del ya moribundo. El reportaje fue titulado Eligiendo morir. El veneno lo tomó mezclado con chocolate.

“Mi estado se ha deteriorado y necesito marcharme”, dijo el magnate inglés, asumiendo con naturalidad aparente la muerte como un simple y necesario viaje aliviador de la carga pesada de una enfermedad insoportable.

En Europa hay polémica porque la BBC, que es un medio de comunicación que se nutre de fondos públicos, está siendo acusada de promover el suicidio asistido al emitir el reportaje. El canal de televisión se defiende señalando que su interés es fomentar el debate y que en su producción recoge todos los puntos de vista relacionados. Claro que el interés por capturar la sintonía de los televidentes anima fundamentalmente estas emisiones que garantizan grandes y ávidas audiencias.

En España, los estados de Andalucía y Aragón fueron pioneros en aprobar leyes comunitarias sobre cuidados paliativos y muerte digna, que luego fueron recomendadas por el Consejo de Ministros del presidente Luis Rodríguez Zapatero para ser adoptadas como política nacional de sanidad.

Se trata de garantizar los cuidados que las instituciones sanitarias estarán obligadas a proporcionar a los pacientes en sus últimos momentos de vida para evitar un sufrimiento largo e innecesario. El texto legal regulará los derechos de la persona durante el proceso de su fallecimiento y los deberes del personal sanitario. El consentimiento informado, los cuidados paliativos, la declaración de voluntad vital anticipada, la intervención en el ámbito de la sanidad, la limitación del esfuerzo terapéutico, la sedación y la situación terminal son algunas de las cuestiones que recogerá la nueva ley española.

Estamos, en consecuencia, frente a dos situaciones. Medley constituye un ejemplo de decisión privada, que hizo visible justamente como activista que fue del suicidio asistido en situaciones extremas como la que padecía, mientras que el proceso español refleja una voluntad de actualización de la normatividad cuando la filosofía predominante se aparta de los criterios religiosos tradicionales que condenan la eutanasia, el suicidio asistido y otras formas para poner fin a la vida cuando ya no hay tal o el sufrimiento carece de sentido porque no hay oportunidad de recuperación.

En Colombia, la Corte Constitucional despenalizó en 1997 la eutanasia, siempre y cuando haya consentimiento informado del sujeto pasivo del acto (el paciente), que se trate de enfermedad en estado terminal y que la haga un médico. En esas circunstancias, dijo la Corte, la decisión está justificada y no constituye delito. Desde entonces, ha habido debates, incluso en el Congreso, pero falta todavía que se llegue a una reglamentación que defina aspectos que hagan claridad para todos, es decir, una legislación similar a la que se impulsa en España y otros lugares del mundo.

El debate es complejísimo y lo será aún mucho mayor en la medida que la ciencia prolongue la existencia humana, de manera que enfermedades que hoy son incontrolables no lo sean con el paso del tiempo, aunque desmejoren la calidad de vida de los supervivientes. Y en la medida que también haga carrera una separación de la religión o demás factores inhibitorios para preferir una muerte digna sobre una vida de sufrimiento.

Medley y la BBC eran conscientes de que el testimonio grabado pondría un tema que cruza las fronteras universales en el centro de la opinión universal. En Colombia es preciso que se asuma como parte de las decisiones que deben abordarse como un asunto fundamental de nuestros tiempos.