Compartir:

Poco antes de su muerte en 1830, Simón Bolívar expresó su ilusión de que el río Magdalena fuese la principal arteria de comunicación de Colombia, con grandes puertos y prósperas ciudades ribereñas. Un paso importante hacia ese objetivo lo acaba de dar el presidente Juan Manuel Santos, al lanzar el sábado pasado, en el puerto petrolero de Barrancabermeja, el Programa de Recuperación de la Navegabilidad del Río Magdalena. Dicha iniciativa, que recibió el espaldarazo del Conpes el pasado mes de agosto, requerirá una inversión inicial de $2.2 billones para dragar el tramo de 652 kilómetros entre Barrancabermeja y Barranquilla y asegurarle la profundidad mínima que permita la adecuada navegación.

Posteriormente se realizará el dragado y encauzamiento de los 256 kilómetros restantes, entre Puerto Salgar y Barrancabermeja, tarea que podría demorar unos cuatro años, tras lo cual el río Magdalena se convertirá las 24 horas y los 365 días del año en la principal hidrovía navegable desde el mencionado Puerto Salgar hasta Bocas de Ceniza, en un trayecto de más de 900 kilómetros.

Según el proyecto, habrá que esperar hasta el año 2019 para que el Río de la Patria, como lo llamara el Libertador, deje atrás las décadas de abandono a que lo sometieron los sucesivos gobernantes y que lo convirtieron en un “basurero herido de muerte”, como se describe en un reciente estudio de la Procuraduría General de la Nación. Ese abandono imperdonable ha permitido que más de la mitad de los 129 municipios ribereños viertan en el río sus aguas servidas, sin ningún tipo de tratamiento; ello sin contar los ocasionales derrames de combustible durante el traslado de hidrocarburos y los desastrosos efectos de la minería ilegal. Durante años, las aguas contaminadas han puesto en riesgo o afectado la salud de numerosos habitantes de las riberas del Magdalena.

El proyecto de recuperación del río, que incluye la construcción y reparación de puertos, será un impulso fundamental para el desarrollo comercial, urbanístico y social de los municipios regados en una cuenca hidrográfica de 257.000 km2, zona que representa el 22.9% de la superficie total del país y que aporta el 80 por ciento del producto interno bruto nacional.

A nivel comercial, la navegabilidad del río constituye una importante opción logística, pues, según las previsiones, reducirá los costos del transporte y permitirá una mayor competitividad en los diferentes tratados de libre comercio firmados por Colombia. En el caso del transporte de carbón o petróleo, se calcula que los costos bajarán un 40%.

Ahora bien, la recuperación del río Magdalena, proyecto sin duda trascendental para el futuro del país, no será suficiente en sí misma para colocar a Colombia en una posición privilegiada de competitividad internacional si los sucesivos gobiernos no continúan invirtiendo en el fortalecimiento de la infraestructura de la red nacional de carreteras, trenes, puertos marítimos y aeropuertos. Y, en lo que concierne a Barranquilla, habrá que ver cómo se encajan en ese gran proyecto de recuperación del río las operaciones de cargue y descargue por fondeo, cuyo reglamento será objeto de negociación entre el Gobierno nacional y las instituciones y gremios de la ciudad.