La decisión de la Junta Directiva del Banco de la República de subir las tasas de interés al 5 %, en un nuevo intento para contener la galopante inflación en el país, podría quedarse corta o ser insuficiente ante el alza de los precios que, de acuerdo con todos los pronósticos, seguirá escalando en los próximos meses. La incertidumbre geopolítica y económica global por cuenta de la guerra en Ucrania y la aún no resuelta crisis de suministros derivada de la pandemia anticipa un panorama complejo en el que la pérdida de capacidad adquisitiva de la población se agudiza de forma acelerada por las presiones inflacionarias. Realmente poco duró el efecto del incremento del 10,07 % en el salario mínimo de los trabajadores.

A partir de septiembre, cuando arrancó un importante ciclo de alzas, la autoridad monetaria ha aumentado en distintos momentos la tasa de intervención hasta doblarla. La expectativa de una inflación en ascenso –que se ha desbocado, saliéndose del rango de meta establecido– no ha dejado espacio para evaluar opciones distintas. La realidad de las plazas de mercado es irrebatible. Cada vez alcanza menos la plata para comprar los productos básicos de la canasta familiar: la carne está por las nubes y es impensable reemplazarla como antes sucedía con huevo, por el que se puede llegar a pagar hasta $1.000 la unidad, dependiendo de la región donde se compre. En el listado de los alimentos caros también aparecen el arroz, la papa, el pollo o el queso. Ni hablar de los importados, considerados prohibitivos para la gran mayoría de los ciudadanos.

Está claro que la inflación, que registró una variación anual de 8,01 % en febrero –impulsada principalmente por los alimentos, cuyo incremento en el último año llegó al 23,3 %– no dará tregua en marzo. Analistas estiman que el dato del tercer mes, consecuente con lo que está ocurriendo en la Unión Europea y Estados Unidos, acercará el acumulado anual al 10 %. Es de esperar que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se sitúe por el orden, o incluso supere el 1,63 % de febrero pasado. El anuncio se conocerá la próxima semana e, inevitablemente, desencadenará un nuevo aumento de la tasa, que según expertos económicos alcanzaría el 6 % en abril y cerraría el año por encima del 8 %. La estocada final al crédito asequible en Colombia, porque barato no lo es desde hace rato. Como si fuera poco, la tasa de usura subió a 25,8 %, a niveles de 2019, lo que exige máxima precaución en su uso para evitar sorpresas.

Encontrar la cuadratura del círculo en un escenario tan volátil, mediado por tensiones energéticas a miles de kilómetros de aquí, pero con impacto real en nuestros bolsillos, es todo un desafío. Mientras el Banco de la República, determinante e independiente como es y debe permanecer, defiende sus “decisiones necesarias” de control de la inflación, apostando por una menor circulación de dinero al aumentar su costo para limitar el consumo, el Gobierno nacional, en cabeza del presidente Iván Duque, critica la medida al señalar que podría “afectar el crecimiento de la economía, fundamental para vencer la pobreza y mejorar la calidad de vida de los colombianos”. Cuestionamientos a los que se suman los gremios que reclaman prudencia, atendiendo a los efectos de la subida de las tasas no solo en el crédito, también en el empleo, sobre todo ahora que favorables señales indican que se ha roto la inercia en la recuperación de puestos de trabajo frente al crecimiento económico de los últimos meses.

En febrero la tasa de desempleo fue de 12,9 %, un descenso de 1,7 puntos porcentuales respecto al dato de enero, y una caída de 2,6 si se compara con el registro del mismo mes de 2021. En otras palabras, casi 500 mil personas, sobre todo mujeres, se reintegraron al mercado laboral en el segundo mes del año. Aún en medio de este difícil contexto inflacionario, la economía ofrece signos de dinamismo que han llevado al mismo Banco de la República a revisar al alza su expectativa de crecimiento económico para este año del 4,3 % al 4,7 %, en tanto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica un 5,8 %.

Contener la inflación sin afectar el crecimiento de la actividad económica no será fácil. ¿Por dónde encarrilar si la carestía repercute en todos los componentes de la vida de las personas, en especial en este momento crítico por las crisis resultantes de la pandemia? Los movimientos del Banco de la República son correctos, pero se necesitarán otras acciones, como disponer ayudas sociales adicionales para los más vulnerables, a quienes este duro embate de la inflación podría terminar de derribar.