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La prensa registra el asesinato en el municipio de Curumaní del que fue víctima una joven de 19 años, estudiante de Medicina de parte de su novio, quien posteriormente murió en un accidente cuando huía en una moto, al parecer, cegado por los celos, le disparó con una pistola.

Hace algún tiempo, la psicóloga María L. Dávila en un artículo en EL HERALDO, hacía mención de las 7 emociones que según ella, son las más toxicas, señaló entre otras: el rencor, orgullo, dependencia afectiva, victimismo, desesperación, envidia y melancolía, y en un artículo posterior también publicado por este mismo medio hice la aseveración, que le pudo faltar la emoción más tóxica de todas, los “celos”, y a raíz de todos estos dolorosos acontecimientos, vale la pena tenerlos presentes.

Robándole el espacio a los psicólogos y a los psiquiatras, toco de nuevo este tema, porque lo vivo con alguna frecuencia en las consultas de toxicología que generan estos conflictos pasionales como son hetero-agresiones y autoagresiones usando como vehículos a medicamentos y a sustancias tóxicas. Es un estado emocional que acaba con la tranquilidad, tanto a quien los padece como a quien es celado y cuando son incontenibles, enfermizos “celotipia”, como lo señala el psiquiatra R. Rojano, pueden tener consecuencias graves, pues hace que la persona haga cosas sin pensar en las consecuencias. Según anotaba el psiquiatra H. Martínez, esta emoción se presenta por miedo de perder algo, o a alguien, y lo cierto que no tienen edad, pues se produce tantos en adultos como en niños.

Convierten al hogar en un infierno terrenal, son un suplicio, conllevan violencia intrafamiliar, que es germen de la violencia social, pues de allí salen los hijos maltratados, resentidos, que se van a la calle, a los vicios. Por los maltratos y la violencia psicológica que genera es quizás la causa más frecuente de destrucción de matrimonios. Y aunque los celos se dan en su mayoría por amor, no son solo por ello, ya que hay celos profesionales, laborales, políticos.

Los psicólogos dicen que los celos en pequeñas dosis o bien controlados pueden ser sanos, y lo ideal es dejarlos a un lado o por lo menos saber hasta qué punto se llega para no permitir que dominen nuestra vida.

Agustín Guerrero Salcedo