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Por Vanessa Redondo Peña

Con una camiseta blanca y el rostro de su hijo, Rosario Arroyo hizo presencia en el Museo del Atlántico, lugar donde se llevó a cabo el día de ayer los actos conmemorativos del día nacional de las víctimas del conflicto armado.

Su hijo, Hernando Díaz Arroyo, tenía 25 años cuando ingresó a las filas del Ejército Nacional para prestar el servicio militar, y fue asignado al Batallón Vergara y Velasco en el municipio de Malambo, Atlántico.

Sin embargo, cuando su madre se acercó hasta allí para visitarlo, le dijeron que estaba de turno custodiando el desfile de la Batalla de Flores.

Tres días después, Rosario volvió por él pero esta vez la respuesta fue que había sido trasladado a Riohacha.

Preocupada, Rosario se trasladó hasta la capital de La Guajira, pero allí le dijeron que su hijo había sido enviado a un sector de difícil acceso en la Alta Guajira, y con respecto a su estado de salud, el comandante en jefe le aseguró que lo conocía y que Hernando estaba en perfectas condiciones.

Ese mismo hombre —según el relato— que le había dado el parte de tranquilidad, fue el que negó conocer a Hernando cuatro meses después, cuando Rosario Arroyo, angustiada por no tener noticias de su hijo, lo encaró preguntándole dónde estaba el joven y por qué no había vuelto a casa, pues ya empezaba la temporada decembrina y él habría cumplido el tiempo obligatorio en la institución.

Las autoridades le dijeron entonces que su hijo había desertado, no tenían datos ni fecha exacta pero esa era la información oficial, respuesta que la mujer consideró 'insuficiente' para una madre que, dice, vio a su hijo partir para servirle al país, y que luego no tuvo más noticias de él.

Lo peor de la desaparición es 'no saber si el familiar está vivo o está muerto', según las palabras de Mildred Robles, líder de la mesa departamental de víctimas, cuyas afirmaciones son compartidas por decenas de víctimas que hicieron presencia en los actos conmemorativos para pedirle al director de la Unidad de Víctimas, y a las autoridades policiales, celeridad en los procesos de investigación que ayuden a determinar el paradero de sus familiares.

No obstante, Hernando Díaz Arroyo no fue el único caso de desaparición, puesto que la familia del empresario Luigi Scarpatti también hizo presencia en el recinto, y con carteles y fotografías pidieron apoyo para saber el paradero del barranquillero, desaparecido desde el 19 de junio de 2013 cuando salió de visitar a su novia que se encontraba recluida en una clínica del norte de Barranquilla. 

'Le pido a la justicia que se ponga la mano en el corazón, me cambian de fiscal cada día y las investigaciones no avanzan', fueron las palabras de su madre.

La conmemoración

Según el registro de la Unidad de Víctimas, en Atlántico se encuentran más de 230 mil víctimas del conflicto, de las cuales 3.321 denuncian la desaparición forzada de sus seres queridos.

El evento conmemorativo de las víctimas se llevó a cabo en el auditorio Juan José Nieto del Museo del Atlántico, y contó con la participación del gobernador Eduardo Verano, el comandante de la Policía departamental, Henry Jiménez; el secretario de Gestión Social Santiago Vásquez, el secretario del Interior, Guillermo Polo; el director seccional de la Unidad de Víctimas, Alfredo Palencia, y del coordinador de la Mesa Departamental de Víctimas, Misael Delgado Rada.

En su intervención, el gobernador Verano recordó los 70 años de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán e instó a las autoridades nacionales a asegurar la continuidad de la Ley de Víctimas que tiene vigencia hasta el 2021.

Por su parte, el representante de la mesa departamental, Misael Delgado, hizo duras críticas al proceso institucional de reparación, asegurando que hasta el momento no se han desarrollado políticas de empleabilidad eficientes, que aseguren fuentes de empleo a las víctimas, manifestando que 'no puede hablarse de paz sin justicia social'.