Tristeza. Ese es el sentimiento que inunda el corazón de Dolores Pérez Castillo ante la imposibilidad de visitar la tumba de su sobrino por el segundo aniversario de su muerte.
Cumpliendo con todos los protocolos de bioseguridad y en compañía de un reducido grupo de familiares que recientemente llegó desde Ciénaga (Magdalena), la sexagenaria mujer se trasladó desde su vivienda en el barrio Las Nieves hasta el Cementerio Universal, donde se encontró que sigue vigente la restricción para el ingreso de visitantes.
'Creímos que luego de que se acabara la cuarentena el cementerio ya estaba abierto. Durante toda la mañana estuvimos llamando, pero nadie nos contestó los teléfonos', aseguró Dolores mientras se resguardaba de la lluvia bajo una raída carpa de color azul, a unos pocos pasos de la entrada a este tradicional camposanto.
Para esta mujer, el hecho de no poder visitar a sus seres queridos durante más de cinco meses ha sido muy duro, por lo que pidió que se adopten los protocolos necesarios para que se reabran las puertas.
'La costumbre es venir regularmente a visitar a nuestros seres queridos. Nos duele que durante todo el año uno no ha podido venir a arreglar su última morada'.
Esta aflicción también es compartida por los comerciantes del ‘Callejón de las Flores’, quienes se han visto duramente afectados por la no afluencia de visitantes al camposanto.
'No hemos podido reactivar completamente nuestras ventas. Los dolientes aún no pueden visitar a sus seres queridos y sin duda nos perjudica a todos nosotros', dijo Pedro Araque, vendedor de flores y decorador profesional.