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Janeth Cárdenas es una de las vecinas más antiguas del León, el caudaloso arroyo que baña gran parte del suroccidente de Barranquilla. Hace siete años, esta mujer junto a su familia se asentó en una ‘cuchilla’ que el cuerpo de agua 'creó' a la altura del barrio La Pradera, con el único fin de cumplir su sueño de tener una casa propia.

Durante las últimas semanas, cuando las lluvias han arreciado en la ciudad, el sueño ha pasado a un segundo plano para Janeth a causa del constante crujido de la tierra, ese sonido que se ha convertido en una especie de campanazo sobre la intención del agua de llevarse sus pocas pertenencias.

'Hace poco tiempo, el arroyo se creció tanto que inundó nuestra casa, el agua me llegaba hasta la cintura', aseguró la mujer mientras camina por uno de los ‘callejones’ llenos de barro y maleza.

Para ella, la incertidumbre ya hace parte de su diario vivir. Es consciente que el nivel del arroyo se crecerá en cualquier momento, por lo que tendrá que salir en conjunto con sus vecinos para evitar una tragedia mayor.

'Apenas vemos tiempo de lluvia, nos preocupamos. En las noches no podemos dormir con tranquilidad, porque a veces llueve por otros sectores y el arroyo baja con mucha fuerza, lo que incluso ha socavado parte del terreno', agregó.

A escasos metros, Anaís Rodríguez levantó su 'refugio'. Esta humilde vivienda, construida con tablas y plásticos, es un sinónimo de riesgo debido a su ubicación, sin embargo, es el único sitio que ella tiene para vivir junto a su familia.

'No queremos que acá se presente una tragedia. El arroyo viene haciendo daño y también se ha convertido en una fuente de enfermedades para nosotros, por la alta contaminación que arrastra', expuso.

Además, indicó que en reiteradas oportunidades han solicitado una intervención de las autoridades, pero sin recibir una respuesta concreta.