Compartir:

Para Jair Enrique De Ávila Rodríguez hacer ataúdes en su casa es un trabajo tan normal como ir a la oficina, manejar un taxi o dar clases en un colegio.

A sus 40 ‘ruedas’ lo conocen como ‘el Negro Patricio’. Se levanta desde hace 22 años a las 7:00 de la mañana para darle a vida a su 'arte', como lo llama. Vive con su esposa y sus cinco hijos -los cuales le ayudan a diario en el negocio- en una casa en la calle 24A con carrera 24, barrio Las Marías, de Soledad.

'Me levanto temprano para comenzar a hacer los cajones. Mis hijos me ayudan todo el tiempo. La gente ya me bautizó como ‘el Negro Patricio’, y todos por aquí ya me conocen así', aseguró De Ávila Rodríguez.

A las afueras de su vivienda se pueden ver los cajones listos, esperando que un camión los recoja para llevárselos a sus nuevos dueños. La sala, los cuartos, la cocina y el patio donde tiene su taller, son los sitios dispuestos para que reposen las cajas de maderas que van a ser solicitadas por las funerarias en las próximas horas. De hecho, su casa parece una fúnebre bodega.