La familia Socarrás, en Santa Rita, corregimiento de Ponedera, sur del Atlántico, es una de las más de 500 familias que hoy se encuentran atravesando una difícil situación por la falta de agua potable y la pandemia de la covid-19. Aseguran que es una lotería conseguir el preciado líquido en esa zona del departamento porque los 'finqueros están utilizando la misma para abastecer los criaderos de pescados y otras actividades'.
Luis Guillermo Socarrás es un jornalero que por el virus que está azotando al mundo se encuentra en casa, sin empleo. En medio del confinamiento perdió su trabajo con el que sostenía a sus cuatro hijos y a su esposa, pero la empresa no lo ha reintegrado porque tiene 60 años y representa un riesgo para su propia vida.
'Tenemos aproximadamente dos meses que no tenemos agua, pero nos sostenemos con un poquito que vamos a buscar en la orilla de la carretera donde hay una llantería en la que llega más o menos el agua y vamos con los tanques caminando y la buscamos', dijo el hombre lleno de tristeza y frustración por el viacrucis que está viviendo junto con su familia.
'Nosotros somos seis en esta casa y nos toca a cada uno coger un baldecito de agua y bañarnos porque no podemos coger más, y si lo cogemos es porque hace mucho calor, no tenemos para cocinar porque que no hay dinero', agregó.
En unos recipientes de plásticos almacenan el agua con la que lavan los utensilios de la cocina, que son pocos, con el fin de economizar su 'bendición', como le llaman al agua potable.
'Las mujeres tratan de bañarse dos veces, pero nosotros los varones solo nos bañamos una sola vez. Hay veces que nos vamos para los pozos a bañarnos y así ahorramos el agua que medio tenemos almacenada acá en la casa', añadió.