En un abrir y cerrar de ojos un cortocircuito acabó con todo.
La imagen de la virgen de Santa Lucía quedó sin cabeza y sin brazos. Las efigies de otros santos también se derritieron. Veintiún abanicos fueron consumidos por las llamas y el equipo de sonido quedó reducido a cenizas. Las más de 100 sillas plásticas ardieron, mientras que las 15 bancas de madera se convirtieron en las 'brasas perfectas' para que el fuego avanzara.
Hace seis años, Arroyo de Piedra fue el epicentro de un 'drama inesperado', a causa de ese voraz incendio que acabó con la única iglesia de este corregimiento del municipio de Luruaco.
El templo, que fue levantado en honor a la mártir del cristianismo que es considerada como la patrona de los campesinos y fotógrafos, quedó hecho cenizas por dentro. Las paredes quedaron en un deplorable estado, al punto de que tuvieron que ser derrumbadas. Lo único que no sucumbió ante la inclemencia del fuego fue el piso.