La incertidumbre corre como agua por las calles de Soledad. Sus habitantes no ocultan su preocupación ante el incierto futuro de la prestación de los servicios de acueducto y alcantarillado en este municipio, habitado por un poco más de 683 mil personas, según el censo del Dane.
A menos de diez meses del fin del contrato de concesión adjudicado a la empresa Triple A, aun no es claro si se firmará una prórroga o, por el contrario, se dará inicio a un proceso de licitación para la escogencia de una nueva compañía para la operación de dichos servicios en el segundo ente territorial más poblado del departamento del Atlántico.
La expectativa no se ha hecho esperar entre los ciudadanos que a diario se agolpan en los distintos 'tertuliaderos' del municipio para intercambiar sus opiniones sobre los hechos noticiosos de relevancia.
En medio de su acostumbrada tertulia, Jairo Paz se protege de la inclemencia del sol bajo la sombra de un frondoso árbol sembrado a un costado de la antiquísima iglesia San Antonio de Padua.
Entre el ensordecedor sonido de motocarros y uno que otro vendedor ambulante, este hombre de 63 calendarios rememora los momentos de dificultad que vivían en aquellos tiempos cuando el agua no llegaba con frecuencia hasta su hogar, y cómo ha sido la transformación durante los últimos años.
'Nosotros no podíamos bañarnos porque esa agua tenía mal olor. Incluso, salían pescaditos por la tubería. Cuando llegó la Triple A, hubo un gran cambio. Nosotros no estamos sufriendo por falta de agua potable', sostiene con ahínco este habitante del barrio La Esperanza.
De inmediato, Gerardo García toma la palabra para exponer su punto de vista. Este morador del barrio Centro señala que si bien existen algunos inconvenientes, el servicio ha tenido una mejora ostensible en comparación con la época en que la Alcaldía estaba al frente de su prestación.
'No tenemos quejas del servicio de Triple A. Nos preocupa que haya un cambio, ha sido una empresa eficaz y cuando lo tenía el municipio, no servía', agrega.