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Llegamos a la Plaza de San Nicolás con cámara, trípode y micrófonos en mano, listos para grabar. En el lugar no encontramos ningún puesto con artículos religiosos. 'Preguntando se llega a Roma' dijo el videógrafo, mientras emprendimos la búsqueda exhaustiva que tardó toda la mañana. Regresamos al inicio para marcharnos y allí estaba un vendedor, que apenas llegaba, para organizar en su caseta los productos que ofrece diariamente.

En otra época, las ventas de artículos alusivos a la Semana Mayor estarían disparadas. Este año, al igual que el pasado, los vendedores informales, feligreses, penitentes y miembros católicos que contribuyen a estas manifestaciones, se vieron puestos a prueba por los estragos de la pandemia que produjeron cambios en sus tradiciones.