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Galapa vive toda una ironía. Por un lado están empresas de gran renombre y una gran zona franca; por otro, están Chupundún, Villa Tablita y La Piragua. Por un lado está el desarrollo comercial, de infraestructura, demográfico y poblacional; por otro, están las migraciones de extranjeros y el aumento de invasiones de larga data que han crecido en los últimos años. Por un lado está el pueblo que da pasos de gigante; por otro, la mudanza de atlanticenses en condición de pobreza extrema que buscan prosperar en una tierra cada vez más jugosa. La luz y la noche al mismo tiempo. Así parece estar establecido.