La pesadilla del 2010 aún está intacta en las mentes de las poblaciones ribereñas del Atlántico y es que cada día se acrecientan más los temores de una nueva inundación debido a altos niveles del río Magdalena y el canal del Dique, los cuales tienen en jaque las formas de subsistencia de esta zona del departamento.
Sí bien las administraciones departamental y municipales vienen haciendo gestiones para realizar labores de mitigación, los habitantes no tienen una solución inmediata ante las pérdidas a causa de esta situación.
En algunas de las viviendas más cercanas al canal se camina entre las aguas, debido a las filtraciones del Dique. Es una labor agotadora para las decenas de familias que a toda hora del día deben, con escoba en mano, tratar de sacar el agua que los viene afectando de forma recurrente.
Esta situación también ha derivado problemas de salud e infecciones por la humedad y la propagación de mosquitos que aumentan la probabilidad de contraer dengue. A esto se le suma, además, la pérdida de cultivos que por meses trabajaron los campesinos y que significaban el sustento de muchos hogares que viven de las cosechas.
El municipio más crítico es Santa Lucía debido a su cercanía con el Canal del Dique. Las aguas han aumentado hasta el punto de cubrir el colchacreto que se instaló a la orilla hace algunos años como medida de protección contra la erosión.