Compartir:

Hace treinta años doña Miriam Lozano estaba en plena catarsis. Su expareja, un tipo vividor, irresponsable y que un día decidió cambiarla por otra más joven sin decir adiós, la dejó a la intemperie y con un niño de siete años a bordo, que pese a su corta edad ya sentía un rechazo y fastidio por el actuar de su progenitor que rige hasta hoy en día.