Gritos de desesperación acompañados de llantos inconsolables en una noche oscura, fue el sentir de la comunidad de Piojó aquel seis de diciembre en la iglesia San Antonio Padua, que fue testigo y refugio de los presentes, quienes escuchaban desde lejos como se desplomaron sus viviendas a causa de las intensas lluvias que terminaron por oscurecer las calles de los barrios Camino Grande y el Cementerio.