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Los exóticos colores, los diversos ritmos del Caribe colombiano al son de la tambora, la flauta de millo y el guache, más el excesivo desborde de alegría que vivió la ciudad durante cuatro días consecutivos fueron las cautivadoras razones por las cuales cientos de extranjeros de distintas partes del mundo arribaron a Barranquilla en el mes de febrero para disfrutar y ser partícipes de la fiesta más grande de Colombia.