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En el Club Barranquilla se realizaron, en sus más de 90 años de vigencia, las celebraciones más trascendentales y decisivas de la ciudad. A inicios del siglo XX, cuando la ciudad continuaba creciendo demográficamente y se impulsaba el desarrollo comercial e industrial, los grandes negociantes y profesionales de la sociedad se aglutinaron en un espacio exclusivo que por décadas acogió los magnos eventos sociales de ‘La Arenosa’.

Si bien el Country Club se caracteriza por los deportes, el Club Campestre por resguardar la cultura árabe en una zona alejada de la ciudad y el Club Alemán en construir un espacio seguro para la colonia germánica, el Club Barranquilla era reconocido por ser un lugar social. Por ende, en sus cuatro sedes ocurrieron todo tipo de actividades.

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Archivo particularNoche de galas 31 de diciembre en el Club Barranquilla en 1923.

La asociación funcionó como un potencializador de la cultura barranquillera, puesto que los eventos más importantes del Carnaval se realizaron allí y acogía las costumbres de la élite.

De acuerdo con un libro publicado en el marco de la celebración de los 70 años del club, que fue escrito por el historiador Alfredo de la Espriella, este fue fundado el 10 de septiembre de 1907 por 60 socios. Todos ellos “hombres de negocios; figuras respetables del comercio, la industria; profesionales que honraban a la sociedad”, se lee.

De esta manera, su primera junta directiva, la cual cambiaron cada año desde entonces, la componían: Francisco J. Palacio (presidente); Roberto E. Echeverria (vicepresidente); Andrés Obregón (tesorero); Anastasio del Río, Tomás Surí Salcedo, Pedro Pérez, Carlos A. Echeverria, Arturo Franco (vocales) y Carlos M. Sojo (secretario).

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De acuerdo con el libro ‘La Barranquilla Desaparecida. Imágenes y Memorias’, su primera sede estuvo ubicada en la Plaza de San Nicolás, luego fue trasladada al Camellón Abello, hoy el Paseo Bolívar; más tarde tuvo una sede en la esquina de la calle San Blas (calle 35) con callejón de 20 de Julio, y, finalmente, tuvo su último lote en el barrio Villa Santos.

En ese orden de ideas, según el relato de algunos historiadores de la ciudad, el Club Barranquilla se convirtió en un espacio predilecto y escenario de “todo lo importante que se decide en la urbe a nivel de negocios, iniciativas cívicas y demás proyecciones de interés común”.

En la sede ubicada en la calle San Blas, contaba con el Gran Salón de Fiestas, el salón ABC, el Grill Oriental, el KunKan y el bar para ejecutivos. Asimismo, tenía baños saunas, jardines interiores, una cocina reconocida por su calidad, peluquería y vestíbulo, entre otras zonas.

En esta sede fue cuando uno de los hechos importantes del club aconteció, el cual fue la fusión con el Club ABC (Arte, Belleza y Cultura) en 1925; durante la intervención se decidió que llevaría el nombre de Club Barranquilla.

Años dorados

Eduardo Martínez Puccini, uno de los socios , aseguró que nació, básicamente, en el Club Barranquilla. Allí estuvo durante su niñez y juventud en los años 50, en donde gozaba de exquisitos sándwiches y, años más tarde, iba a jugar billar y disfrutar de los baños turcos.

“En aquella época era un club de mucha camaradería. Todo el mundo era conocido”, recordó Martínez, quien hizo parte de la junta directiva y miembro del comité de eventos sociales del club.

Por tal razón, Martínez fue uno de los encargados de organizar las fiestas de fin de año y traer a artistas y a orquestas a tocar en las instalaciones del club.

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Orlando Amador/Orlando AmadorLa familia de Eduardo Martínez fue fundadora del club.

El día más esperado de las familias pertenecientes al club era la presentación en sociedad de las hijas de los socios. Para la ocasión se realizaba un baile de gala acompañado por orquestas, las cuales se encargaban de transformar el amplio salón de baile en un ambiente festivo. Otro espacio representativo eran los 31 de diciembre, en donde los hombres vestían de esmoquin y las mujeres vestidos largos y lujosos.

En cuanto al Carnaval, el Club Barranquilla contaba con un gran número de comparsas, algunas de las primeras registradas fueron ‘Los Tigres’, ‘Los Militares’, ‘Los Caciques’. Asimismo, comparsas infantiles, juveniles, de las capitanas y de casados. El Carnaval era la festividad “mimada” en el club.

Cabe destacar que también se presentaron orquestas de renombre como Los vecinos, Los BeBops, Los melódicos, Billos Caracas Boy, La Tremenda y Wilfrido Vargas.

Cuando inició, se lee en el libro que realizó el historiador Alfredo de la Espriella, al club no iban las señoras, solo los hombres a hablar negocios. Así, cuando realizaban las fiestas por todo lo alto, las jóvenes siempre estaban acompañadas por su mamá o chaperonas. De esta forma, era un club tradicional que resguardaba la cultura europea.

“Los niños y los paco-pacos tenían sus fiestas exclusivas. Eran memorables las del 25 de diciembre y los bailecitos de Carnaval. Hasta los 18 años ningún mozalbete tenía derecho a considerarse mayor, ni participar en los agasajos de los grandes. A las doce de la noche, como Cenicienta, empezaba el fin del cuento. También todavía existen señoritas obedientes que conformes se retiran a la hora que suena la campana y los papás dicen: ¡Basta ya, hasta mañana!”, se lee.

Asimismo, Carlos Sojo, también historiador y bisnieto del fundador Carlos M. Sojo, recuerda del club la comida, la cual era “espectacular, excelente. El servicio era sensacional. La carta era internacional y para todo el mundo era la mejor comida de los clubes de Barranquilla”.

Y no solo se realizaron eventos culturales, sino también políticos: “Cuando había elecciones, como había ley Seca para sitios públicos, tanto liberales como conservadores iban a conocer los resultados en el Club Barranquilla. También había una fiesta el 20 de julio, la cual era gratis e iba todo el mundo”.

Recuerdos del Carnaval

De acuerdo con el libro escrito por De la Espriella, el Carnaval “en todos los planos y capas de la comunidad surgió a expensas de la orientación y contribución espontánea de los socios” del Club Barranquilla.

Más allá de las galas y los disfraces de temporada, también sobresalían la Batalla de Flores y los Asaltos, la concentración de Danzas, representación de Comedias, concursos de disfraces y la popular Conquista, así como el Martes de Carnaval.

“Fuera de algunas torpes escaramuzas provocadas por exceso de ron, no se registraba nunca un hecho que lamentar. Lo único que en verdad sí se lamentaba siempre era que el Miércoles de Cenizas pusiera punto final a la sabrosa guachafita”, expresó el historiador en el documento.

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Archivo particularComparsa los 'Caciques' del club Barranquilla.

Es de destacar que el Club Barranquilla realizó una de las fiestas más conmemorativas a la primera reina del Carnaval de Barranquilla, Alicia Lafaurie Roncallo.

Una velada que el historiador definió como “espléndida, evocadora, sentimental y alegre”, la cual contó con un Paseo por el salón y luego tuvo la Danza “Carmen Sofía”.

Últimos años

El club cerró en la década de los 90, así lo confirmó a EL HERALDO el antiguo presidente Álvaro de la Espriella Arango, cuya familia también fue fundadora de la asociación.

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De acuerdo con Martínez, “la gente fue retirando las acciones hasta que el club dejó de existir”.

Y en esta misma línea, Carlos Sojo recordó que cuando el club salió del Centro perdió el dinamismo: al mudarse a Villa Santos ya no era lo mismo.

De esta forma, la gente prefirió irse al Country, que ya era más grande y tenía más cosas que ofrecerle a los socios.

Orlando Amador/Orlando AmadorEn la sede del Callejón 20 de Julio se encuentra actualmente el Centro Comercial Tropical Center.

En sus últimos años ya no había un protocolo qué obedecer, en los salones se bailaba salsa en lugar de polkas y mazurkas.

Actualmente, en la antigua sede del Callejón 20 de Julio se encuentra el Centro Comercial Tropical Center, y no hay ninguna sola pista de que alguna vez dicho edificio gozaba de un acabado ostentoso y de admirar.

Del Club Barranquilla no queda nada, solo registros fotográficos y recuerdos de sus socios, de los industriales, de los académicos, de los de cultura, de los amantes de la ciudad.

Y el prólogo que Álvaro de la Espriella Arango escribió a su adorado Club Barranquilla: “el Club significa parte de nuestro sendero, altar de añoranzas, cenáculo de recuerdos. Sus balcones escribieron anécdotas sin par”.

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