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El ex ministro de Ambiente, Eduardo Verano, actual gobernador del Atlántico y presidente de la RAP Caribe, será una de las voces más determinantes de la región en la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad, COP16, que se inicia este 21 de octubre en Cali. Designado por el Gobierno nacional como embajador de Colombia ante la cumbre global confía en que se tomarán decisiones clave para asegurar la conservación de la diversidad biológica de Colombia y el mundo.

Jefes de Estado y de Gobierno, embajadores, más de 15 mil delegados de 190 países, en negociaciones diplomáticas de alto nivel para detener y revertir la pérdida de biodiversidad antes de 2030. ¿Cómo la valora?

Recuerdo que siendo ministro de Ambiente, en 1997, estuve en Kyoto, en una reunión igual de importante, en la que se decidió que todos los países debían disminuir sus emisiones de CO2 en un 25 %. Estados Unidos no quería aceptar y se armó un gran revuelo. Fue tanto el malestar que debió venir al encuentro el entonces vicepresidente, Al Gore, con quien me sentaron a negociar.

No por mí, sino porque representaba a Colombia, el tercer país más biodiverso del mundo tras Indonesia y Brasil. Fue una conversación interesante y, en ese momento, Estados Unidos aceptó que debía tener un plan y negociar con el resto del mundo para disminuir sus emisiones de CO2.

En Cali también deben adoptarse decisiones claves para acelerar la implementación del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (CDB), que firmaron 196 países en la cumbre anterior, en Montreal 2022. ¿Cuál es su expectativa de negociación?

Este encuentro es una oportunidad de negociación, de diseñar el mundo para que sea atractivo económicamente para países que desean invertir en preservar el medio ambiente. No podemos quedarnos solo en la parte filosófica porque nos tomarían como tontos y, al final, estamos destruyendo nuestra propia casa. Lo que debemos hacer es dar estímulos para que algunas naciones se conviertan en absorbedores de CO2. Colombia, por su estructura de bosques, puede llegar a ser, sin ninguna duda, uno de los más importantes países en el mundo, lo que nos daría un certificado de limpieza ambiental que tiene un valor en el mercado.

¿Nos pagarían por ser absorbedores de CO2?

Nos tienen que pagar por eso. Si nosotros absorbemos le podemos vender nuestros bonos de absorción de CO2 a otro país. El que mejor lo ha hecho es Costa Rica, el primero que se le ocurrió. En el largo plazo, esta necesidad se valorizará cada vez más. Los países emisores que quieran crecer productivamente tendrán que estar atados a otros que absorban su CO2. Entonces, lograr ese equilibrio de emisión y absorción de CO2 para evitar el calentamiento del planeta se volverá una negociación en el futuro como cualquier otra, mediante bonos. Ese es un tema de la COP16.

Cabe imaginar que se abordarán los grandes problemas del planeta, también los diferenciales por regiones, para hallar soluciones basadas en la naturaleza. ¿En nuestro caso, cuáles serían?

Cada quien llevará su propio problema, cierto. Queremos hablar de Salamanca y de Mallorquín, dos ecosistemas degradados o con dificultades, para encontrar salidas. Debemos garantizar la protección de los mangles, bosques secos y corales. También tenemos una situación grave de erosión costera, puntualmente en Santa Verónica, solo para mencionar un caso. Queremos presentar estas realidades para buscar financiación, con las nuevas tecnologías científicas, con el propósito de conservar nuestros ecosistemas. Esa debe ser la tarea principal.

Sabemos que lleva a la COP16 un decálogo de la biodiversidad del Caribe, ¿en qué consiste?

El Caribe es biodiverso, está vivo, y para hacerlo sencillo lo resumimos en 10 puntos: resiliente, con capacidad de adaptarse; mágico, por nuestra magia ambiental representada en sus leyendas; restaurador, porque es una tarea pendiente; ancestral por el respeto a las culturas indígenas y a su diversidad cultural. Una de ellas el pueblo zenú, que construyó el sistema hidráulico más importante del mundo, con sus desagües en forma de espinas, que aún funcionan.

También el Caribe biodiverso es inclusivo, porque con sentido de responsabilidad todos están llamados a participar; al igual que es integrador, competitivo e innovador, además de limpio para reducir los riesgos de contaminación, y azul e inspirador por conectarnos al mar, que es infinito.

Un Caribe vivo, biodiverso, que requiere planificación territorial, financiación, metas claras, para avanzar. ¿Cómo lo articula con los demás gobernadores, siendo el presidente de la RAP?

Todos los gobernadores son más conscientes de nuestra evolución, pero institucionalmente la única manera de buscar recursos es transitar de Región Administrativa y de Planificación (RAP) a Región Entidad Territorial (RET). La RAP fue el gran acuerdo de la Constituyente de 1991, pero no tiene tanta fuerza ni recursos. Creemos que la RET, como lo indica el artículo 286, podrá tener autoridades propias por elección popular. También participación de los recursos nacionales del Sistema General de Participación. Como ocurre con los departamentos, tendrían que asignarle recursos del Presupuesto de la Nación y, además, podría acceder a otras fuentes, para tener autonomía fiscal y no depender, como hasta ahora, de los aportes pírricos que hacemos desde las gobernaciones que nos hemos echado al hombro su funcionamiento, porque creemos en ella.

Con más autonomía fiscal, ¿se podrían destinar recursos para asegurar la protección de la biodiversidad del Caribe?

Debe ser parte del Plan Estratégico Regional (PER) que fue elaborado por cada una de las secretarías de Planeación de los departamentos, por aparte. A futuro no tendremos esa dispersión, sino que será una entidad de la RET dedicada con todos los hierros a esa función. Una de ellas, la infraestructura vial que es tremendamente limitada. Por ejemplo, el proyecto de un tren regional que depende del Gobierno nacional. Si tuviéramos un plan de desarrollo y un presupuesto regional con los recursos que nos corresponden podríamos invertir en nuestras vías.

Desde siempre el Gobierno nacional ha impulsado la red vial nacional desde Bogotá, de acuerdo con sus intereses. Nos convencieron de que como manejan el 60 % de la economía todo se lo merecen y, por eso, construyen las vías en función de su economía centralizada para evacuar sus productos hacia los puertos de la Costa: ¡el aparato productivo en contra de la naturaleza, en el centro del país! Y no tenemos ni siquiera un tren que nos comunique internamente a nosotros.

Josefina VillarrealEl gobernador Eduardo Verano en la entrevista con la directora de EL HERALDO, Erika Fontalvo.

Ni de pasajeros ni mercancías…no tenemos tren.

Nunca, jamás, alguien ha visto un tren en Atlántico, Bolívar o Córdoba. Eso condena nuestras posibilidades. Estamos con un sistema diminuto, pequeñito, el que le interesa al Gobierno central. Eso no es justo ni conveniente. Debemos tener nuestra propia visión de desarrollo e institucionalidad para sacarla adelante. Nos quedan tres años y medio, no será fácil, debemos avanzar todo lo que sea posible para que el Estado Regional se haga irreversible. Es la prioridad.

Ese es el frente institucional, pero ¿cómo sumar las comunidades a los objetivos de la COP16?

Por eso hablamos de Caribe ancestral, sabiduría indígena y diversidad cultural. Ellos lo tienen claro. Es de admirar lo de los zenúes que inventaron los distritos de riesgo. En el caso de nuestros mokaná es impresionante lo que conocen sobre cómo debe ser el desarrollo. No podemos seguir menospreciándolos, sino aprender de ellos. Los arhuacos se oponen a que se hagan unas represas en la Sierra Nevada para capturar el agua y entregársela a Santa Marta. Debemos escucharlos, porque tienen una autoridad ancestral vinculada al respeto por la Madre Tierra.

¿Cómo extender ese llamado a la reflexión, a la conciencia ambiental, para proteger, mitigar los efectos del cambio climático, adaptarnos con resiliencia, sumar esfuerzos entre todos?

En la COP16 tendremos la oportunidad de una concientización colectiva, de actualizar conocimientos porque todo lo de preservar el medio ambiente se convirtió en una cháchara repetitiva que mucha gente no le pone atención. En Cali renovaremos conocimientos y responsabilidades, no se trata de distribuir culpas porque eres un país rico y yo no, sino de actuar.

Esa acción climática de la que habla es también una apuesta por las energías limpias. ¿Ese es el rumbo de la recién creada Gestora Energética del Caribe?

No hay quien haga todo lo que queremos hacer en materia de energías limpias. No son proyectos que cuestan 3 pesos ni los puede hacer una gobernación o una alcaldía. Esto requiere de una entidad que se dedique con rigor técnico o científico a hacerlo de la mejor manera, como lo hace Enel, la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) o ISA. Los proyectos que se están instalando en el Atlántico no los estamos haciendo nosotros, sino externos. No digo que eso sea malo, sino que si queremos desarrollarlos debemos contar con una entidad de esa naturaleza. Como fue Corelca, en su momento, que hizo térmicas y sistemas de transmisión. Fue un error haberla acabado y tenemos que recuperar una empresa que preste ese servicio. Un día le entregamos el manejo de nuestra energía a los privados, dependemos de otros y no manejamos nada.

Y así nos ha ido…

Como Gobernación ni siquiera tenemos un puesto en el manejo de Air-e. Estamos excluidos porque el sistema lo privatizaron. Esa fue la orden que se dio y los únicos bobos que salieron corriendo a privatizarlo todo fuimos nosotros en la región Caribe. Ni Bogotá, ni el Valle del Cauca, ni Antioquia, ni Santander lo hicieron así. Debemos ser mucho más responsables, prudentes y constructores de nuestro propio camino y destino, sin dejarnos embaucar por las decisiones que nos imponen desde Bogotá. Y como habló el centralismo, aquí todos asustados, temblando para cumplir a cabalidad. Ahora sufrimos las consecuencias de privatizar, lo que jamás se debió hacer.

¿Con la Gestora Energética se inicia ese nuevo camino?

Tenemos que volver a recorrerlo, aprendiendo las lecciones de tantos años de malas experiencias, de golpes recibidos por las decisiones que tomamos.

¿Habrá espacio para visibilizar este tipo de proyectos regionales en la COP16?

Habrá un antes y un después de la COP16. En el encuentro nos tenemos que nutrir para rehacer lo que pensamos en materia de energía e institucionalidad energética. Por eso, prevemos que esta empresa sea un punto de inflexión. Uno tiene que estar revisando el campanazo de alerta, ¡pam! duro, a la cabeza, para que nos ponga a pensar en un manejo distinto del planeta. Es importante que sea en Colombia porque tendrá una mayor capacidad de impactarnos a nosotros. Sobre todo, a quienes somos más dependientes de un sistema energético que no nos favorece.

Siempre se ha dicho que la energía hidráulica es la más barata, pero con ese pretexto se hicieron todas las inversiones en el interior del país, nosotros tenemos las térmicas que se convirtieron en el actual momento de crisis en la punta de lanza para generar, porque los embalses también tienen sus falencias, como quedó demostrado en la crisis de 1991-1992, cuando se les dio valor.

La clave es trabajar unidos por la restauración ecológica, de la mano con la urbanística, como en el caso del Malecón, es decir, soluciones basadas en la naturaleza.

El Malecón es el resultado de un trabajo en llave entre la Alcaldía y la Gobernación. Es la obra más importante de restauración urbanística del país. Todo el mundo cree que se hizo rellenando, pero no es así, sino que son unos sistemas hidráulicos, una obra de ingeniería, para tener el manejo del río Magdalena considerando su dinámica propia, como el ser vivo que es.

Tenemos muchas cosas para contar en la COP16. La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, ha sido especialmente acuciosa en tratar de ordenarnos para que llevemos planteamientos importantes sobre la región Caribe en cumplimiento al Marco Global de Biodiversidad.