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Colombia se ha vuelto un país referente en biodiversidad y tendrá que ser parte activa en las mesas entre las partes en la COP16. Así lo aseguró el exalcalde de Barranquilla y ahora director Ejecutivo de Breathe Cities (iniciativa global que apoya a ciudades a reducir contaminación del aire), quien sostuvo que se hace necesario reconocer la biodiversidad que se tiene, protegerla y pagar por ella. Es decir, que se establezcan acuerdos que obliguen a los países con mayor número de emisiones de gases de efecto invernadero asumir los costos por su pérdida en el mundo.

El exmandatario también habló en EL HERALDO sobre la importancia de la COP en Colombia, los retos en la biodiversidad, así como también el papel de Barranquilla y la región Caribe en la preservación de los ecosistemas.

¿Cuál es la importancia de que la COP16 se realice en Colombia?

Hace un par de años que estuvimos en Montreal, yo como vocero de más de 2.000 alcaldes, firmamos un documento en donde pedíamos que se tuviera mayor participación y voz por parte de los gobiernos locales y los países donde se albergaba la mayor biodiversidad, que por ejemplo son Colombia, China, Brasil y muchos otros. Por metro cuadrado, Colombia es uno de los países con mayor biodiversidad y número de especies.

Y hace 220 años, Colombia, antes de ser fundada como nación, tuvo la visita del explorador Alexander von Humboldt, que en las orillas del río Orinoco y del río Magdalena, identificó que toda la biodiversidad estaba unida bajo un hilo conductor y se arregló la frase ‘Unidad en la diversidad’. Elogió nuestra diversidad étnica, geográfica, natural y nos enseñó un camino que inspiró a Simón Bolívar y a muchos otros.

Y esa inspiración dio vida para ese concepto de que Colombia estaba fundada bajo la premisa de su potencia natural. Y eso se nos olvidó y nos acostumbramos ahora a llamarnos que somos un país que nació por la violencia, pero nosotros tenemos una riqueza y un potencial increíble.

Nosotros somos un productor de biodiversidad y tenemos que proteger esa masa crítica que tenemos, tanto vegetal como animal, para que luego pueda ser desarrollada y utilizada para el beneficio de los colombianos y del mundo. Eso quiere decir, descubrir nuevas medicinas, utilizar mejor nuestra interacción con el mundo animal, entender que los servicios naturales pueden ser un negocio.

Colombia no es un gran emisor de gases CO2, de efecto invernadero. Nosotros somos el 0.06% de los gases de efecto invernadero del mundo. Tenemos un gran potencial en materia de biodiversidad, conservación y utilización sostenible de nuestro medio ambiente. Entonces cuando nosotros queremos ser líderes, tenemos que ser líderes de la biodiversidad.

¿Cuáles son los retos a la biodiversidad? La minería ilegal, la ganadería y la agricultura ilegal, aquella que no utiliza bien los recursos naturales. Los cultivos ilícitos y otros cultivos en zonas protegidas, así como el crecimiento humano inusitado, no planificado, como ocurre en muchas regiones. Ahí están nuestros enemigos, contra los que tenemos que luchar y enfocarnos.

Y por eso el mensaje de la COP16 viene siendo cómo utilizar la transición energética responsable para pagar esa preservación de la biodiversidad. Ese es el lenguaje y el tono que tenemos que dar.

¿Cuáles son los resultados que se esperan con la COP16?

Colombia viene siendo un líder en este espacio durante varios años, se ha vuelto un país referente. Es decir, la gente mira a Colombia y la mayoría de nuestros últimos gobiernos han abanderado las causas naturales.

La tarea es que el mundo reconozca que se debe preservar la biodiversidad y que tiene que pagar por ella. Es decir, que la pérdida y las grandes amenazas de biodiversidad no vienen necesariamente solo de los temas internos de los países, sino que también por los efectos del cambio climático.

Estados Unidos, China y Europa son los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Ellos son los que están causando la gran sequía que estamos viviendo, las inundaciones que estamos teniendo en los últimos días y los ciclones. Todo eso es cambio climático.

Nosotros no tenemos la culpa y esos efectos se disminuyen con una adaptación. La adaptación es mitigando con obras, pero también con siembra de más árboles, con mejoramiento y cuidado de los manglares, selvas y bosque seco tropical. Eso cuesta. Nosotros podemos pagar, pero necesitamos que el resto del mundo también pague, y que pague por ese daño que nos están haciendo a nosotros.

La biodiversidad es también la respuesta al cambio climático. Necesitamos que se reconozca y protegerla. Además de que Colombia sea un actor importante en la mesa de las partes en la COP16 y que esos costos de la pérdida de biodiversidad, como las sequías y demás eventos climáticos, sean reparadas por parte de los gobiernos que lo han causado y que nos den mecanismos de financiamiento para poder hacer esa reparación.

No todo es un regalo, pero sí que nos presten adecuadamente, que nos den créditos no reembolsables a condiciones mucho más fáciles con países como Colombia. Ese es el gran objetivo.

Lo otro importante que se debe dar en la COP16 es que el mundo reconozca el potencial de Colombia para que venga a hacer investigaciones científicas y médicas, para que venga a hacer ecoturismo bien hecho, bien pagado, de la mano de los grupos que han estado tradicionalmente en esos territorios.

Además que le mostremos al mundo que Colombia todavía tiene un problema de violencia en muchas de esas áreas y que necesitamos que nos acompañen y nos ayuden, porque el fenómeno de las drogas es el que causa que muchos de esos territorios no puedan tener la ley y el orden que necesitan.

¿Cómo se logra reducir la contaminación del aire?

Para un barranquillero y un colombiano, que vive en una ciudad, hay dos objetivos. El primero es entender que toda acción que comete tiene un efecto negativo o positivo en el medio ambiente. Tirar basura en el arroyo termina en el río Magdalena y después en el mar Caribe, o termina en la trampa del arroyo de León. Uno de los problemas más grandes que tenemos en Colombia es que contaminamos. Tenemos que empezar a combatir eso de una manera más férrea.

En Barranquilla, la calidad del aire, no es tanto un problema. Es más por cuenta de las quemas que ocurren en el Parque Isla Salamanca que debe mejorarse su detección. Y ahí se le han hecho propuestas, hace años, a Parques Nacionales y al Gobierno nacional acerca de, por ejemplo, equipos láser que pueden detectar cuando está apenas iniciando un incendio y pueden ir a combatirlo de manera directa.

Los famosos helicópteros que utilizan el Bambi Bucket son costosos y escasos. Sabemos que tenemos una crisis de helicópteros en Colombia por falta de mantenimiento, pero hay equipos y avionetas de motor que albergan agua en su chasis y luego lo pueden liberar y son mucho más baratas. O sea, hay mecanismos para ese problema que no es solo de Barranquilla sino de todos los parques naturales y va a seguir creciendo el tema de los incendios forestales. Y hay que combatirlo.

El resto de ciudades como Bogotá, Medellín, primordialmente, increíblemente en la ciudad de la Amazonas, hay menor calidad del aire. Una persona en el Amazonas en promedio vive entre año y medio o dos años menos que alguien de Barranquilla por cuenta de la mala calidad del aire. La mala calidad del aire mata hoy 8.1 millones de personas al año en el mundo. Mata más gente que el cigarrillo y otro tipo de afecciones. La mala calidad del aire es un enemigo y un asesino silencioso, está matando a los colombianos y al resto del mundo.

Por ejemplo, en Bogotá –que la acabamos de acoger como Breathe Cities– vamos a montar redes de monitoreo de datos en muchos puntos, vamos a hacer proyectos de transición para que cada día el transporte pueda ser más limpio y más amigable, vamos a impulsar que la gente se pueda mover de una manera más limpia y utilice, para cocinar y encender el calentador, fuentes que no generan emisiones de CO2 y también mala calidad del aire.

¿Cuál es el estado actual del Barranquilla?

Barranquilla en general no tiene un problema grave de calidad del aire. Hay puntos críticos en los días donde sentimos que hay una quema en el Parque Isla Salamanca o en la isla de 1972 y eso nos afecta a nosotros. Sin embargo, gozamos de los vientos constantes que vienen del mar Caribe y por eso no tenemos los problemas que tienen ciudades como Bogotá o Medellín que son unos valles en donde, por el efecto de la inversión, terminan ellos casi que ahogados con esa mala calidad del aire.

Sin embargo, nos toca trabajar para entender que la mala calidad del aire también tiene efectos adversos. Si bien estamos bien, nosotros hacemos parte de un ecosistema y lo que nosotros hacemos mal coge viento abajo y puede tocar otras poblaciones.

El rol de Barranquilla es siempre pensar cómo puede crecer de una manera más sostenible y ver el tema de la polución, con los plásticos, los desechos y con no contaminar sus ríos, sus aguas, que es ese gran proyecto que arrancamos con la Ciénaga de Mallorquín, que es demostrarle a los barranquilleros que ese tesoro es de la gente y que cada vez que se bota basura puede terminar allá.

¿Cómo se logran estos objetivos ya después de la COP16?

Lo más importante son los acuerdos que se firman entre los países dentro de la COP y los que llaman los NDC, las contribuciones nacionales que determina cada país a la cual va a ser parte. Hace un par de años, muchos países, Colombia inclusive, dijo que iban a proteger el 30 % de sus territorios y el 30% de sus mares. Colombia lo ha hecho, somos de los pocos países que ya lo logró. Otros dijeron que lo iban a hacer, pero no lo han hecho.

¿Cómo nos aseguramos que nuestros bosques sean bosques para siempre y que no terminen siendo tierra de ganadería ilegal o tierra de cultivos ilícitos? Ese es el gran problema y la gran discusión que deben dar en esta COP y ojalá quede dentro de los mecanismos determinados en esos documentos para que tengamos la capacidad no solo de reglamentar y decretar grandes cosas, sino de hacerlas cumplir.

El gobernador Eduardo Verano irá como embajador de la COP16 ¿Qué significa esto para el Caribe?

El bosque seco tropical está más amenazado que el Amazonas. El Caribe nos queda el 7 % u 8 % del bosque seco tropical que existe en Colombia. Y es un ecosistema muy importante porque preserva fauna, baja las temperaturas, porque hace milagros.

Hablar de la preservación del bosque seco tropical, que existe entre Barranquilla y Cartagena, es fundamental. ¿Cómo hacemos para que esos desarrollos que se están dando no se den de una manera enemiga al medio ambiente? Porque vemos que tumban todo y luego siembran unos arbolitos y creemos que esa es naturaleza. No, tendrían que utilizar lo que necesitan para la urbanización, pero dejar unas conexiones del bosque seco tropical. Esa es la gran discusión.

Muchos barranquilleros no saben que si se sale a Bocas de Ceniza puedes ver ballenas, delfines y hasta tiburones. Entonces, toda esa conexión con nuestra biodiversidad nos tiene que recordar que tenemos que cuidarla porque nosotros también podemos vivir de eso.

Un avistador de aves que vaya a la Ciénaga Mallorquín le paga a un guía para que lo acompañe. Eso antes no era tan común, hoy lo estamos viendo crecer y es una industria que puede jalonar mucho. La pesca artesanal que se le enseña a los turistas internacionales también es algo que vamos a ver crecer. Todas esas cosas salen de nuestra biodiversidad, lo que tenemos es que darnos cuenta que Barranquilla es mucho más que cemento, bordillo, Carnaval y cultura, y que todas esas cosas bonitas que tenemos y que nos hace grandes. También tenemos la ciénaga, tenemos el mar, río y otras tantas cosas.