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Escuelas biodiversas y ecoalfabetizadas. Esa es una de las metas que busca y por la que ha trabajado desde hace más de 20 años el docente y líder ambiental Gonzalo Molina Arrieta, en el Atlántico y parte de la región Caribe, para contribuir a una educación ambiental como alternativa al desarrollo sostenible, la conservación y la defensa de la biodiversidad y la cultura ancestral en los territorios.

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Para Molina, quien es licenciado en Ciencias Sociales y Económicas, especialista en Filosofía y Gerencia Pública, además cursando una maestría en Investigación para el Desarrollo Sostenible, la ecoalfabetización se ha venido concibiendo –con los proyectos que ha liderado a lo largo de los años– como un proceso vivencial de apropiación global de conceptos, actitudes, valores e incluso sentimientos fundamentales frente a la relación que establecemos con la naturaleza y particularmente con la biodiversidad.

“Nosotros llevamos todo este proceso, lo hemos venido haciendo a través de la preservación de especies nativas, el fomento de la agricultura urbana y agroforestal, y sobre todo a través de la ecoalfabetización, trabajando el liderazgo con jóvenes, pero también con adultos”, argumentó.

Señaló la urgente necesidad de que las escuelas en la región Caribe adopten esta línea para convertirse en promotoras y gestoras de la biodiversidad del bosque seco tropical, ecosistema propio del territorio, pero que es uno de los más amenazados en Colombia y el planeta entero.

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Sostuvo que solo uno de cada 10 proyectos ambientales que lideran algunas escuelas –a nivel local, regional y nacional– se dedican a conservar especies nativas y la biodiversidad, el resto trabaja en iniciativas orientadas principalmente al reciclaje y la ornamentación de los colegios.

“Nuestra propuesta de ecoalfabetización está enfatizada principalmente en eso, estamos proponiendo las escuelas biodiversas y ecoalfabetizadas como estrategia para educar a la ciudadanía sobre la biodiversidad. Toda escuela en el Caribe colombiano debería convertirse en promotora de biodiversidad de bosque seco tropical, porque es el bosque más amenazado en el planeta y porque Colombia es uno de los que todavía tiene más de 700 mil hectáreas que están siendo arrasadas, pero que se intentan conservar. En Atlántico, por ejemplo, se tienen cerca de 338.600 hectáreas, pero solo 7 mil se están protegiendo, es decir que tiene como área protegida solo el 2 %”, precisó Molina.

JEISSON_GUTIERREZFinca Kakaramoa en Guaimaral, Tubará

Enfatizó en que se debe avanzar en ese tema de ampliar el territorio de conservación en el departamento del Atlántico. “El bosque seco tropical es uno de los bosques más ricos en biodiversidad. Lo ideal sería proteger todos los municipios que aún conservan relictos del bosque seco tropical, principalmente Piojó, Tubará, Usiacurí, Luruaco, Galapa e incluso Puerto Colombia por las zonas de manglar”, destacó.

De allí la importancia –dijo– de alfabetizar ecológicamente a niños, jóvenes y adultos, en razón de que hay un desconocimiento de las especies nativas y porque además no hay una apropiación de los saberes ancestrales que ayuden precisamente a conservar lo que se tiene.

“La mayoría de nuestros niños no conocen las especies que tienen a su alrededor. Los niños en Barranquilla reconocen de dos a tres especies y los maestros entre cuatro y cinco. Los adultos han ido olvidando cuáles eran las especies con que crecieron sus abuelos y sus padres. Y entonces nos toca a nosotros proponer alternativas que permitan que las escuelas se conviertan en verdaderas escuelas de ecoalfabetización. Eso implica que se apropien de la biodiversidad, de sus territorios y de las técnicas ancestrales, las que tenían nuestros abuelos, porque no sabemos en qué momento esas técnicas necesariamente tendrán que volver a ser utilizadas”, apuntó.

Gonzalo Molina y su hermano, Delascar Molina Arrieta, han venido liderando proyectos como la Finca Experimental Mocarí, en Montería; en Barranquilla lideró el diseño y montaje de Ecoparque Aula Ecológica Del Metropolitano, y en Tubará, la Finca Kakaramoa; así como también foros de filosofía y ecología para pensar y actuar.

Por otra parte, ha realizado conversatorios de biodiversidad y ciudad (Biodiverciudad) desde 2011, al igual que las caminatas ecológicas, que al día de hoy suman más de 110, a través del eco y logoturismo reconociendo, explorando el territorio y educando en biodiversidad.