Todo va sobre rieles, literalmente. En poco menos de trece días el renovado Puerto Mocho será abierto al público y se marcará un hito para la ciudad de Barranquilla, pues su única playa pública brindará todo tipo de escenarios y posibilidades para el disfrute de los ciudadanos y el crecimiento de la comunidad, desde lo cultural y económico.
Y es que basta con subir al tren eléctrico, en unos de sus dos vagones, bautizados como Mar, el uno, y Río, el otro, con capacidad de 60 personas cada uno, para saber que uno está a punto de embarcarse en un viaje que le puede cambiar la vida a toda una comunidad.
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La estación, dotada con 110 parqueaderos para carros y motos, está en el fondo del barrio Las Flores, y desde la entrada se ve correr a pocos metros de manera apacible el río Magdalena rumbo a Bocas de Cenizas.
EL HERALDO acompañó al alcalde Alejandro Char este sábado 16 de noviembre, cuando se hizo una preapertura como parte del proceso de socialización y apropiación, que culminará el próximo 30 de noviembre, cuando en definitiva el burgomaestre dé al servicio este renovado espacio a la comunidad con todos los detalles finalizados.
La locomotora del turismo
Según los cálculos del Distrito, se espera que para el 2025 esta nueva atracción turística traiga a la ciudad 250 mil nuevos visitantes. Uno de esos primeros turistas fue la vallecaucana Daniela Moreno, natural del municipio de Cartago y quien por invitación de una amiga barranquillera programó visita para este fin de semana por primera vez en la ciudad.
“Esto está muy hermoso, no habíamos tenido la oportunidad de venir. Nos encontramos precisamente con el tren eléctrico, es superbonito. La vista es espectacular, poder ver el río y al mar mismo tiempo. Se nota que se está dando desarrollo en la ciudad”, comentó, posando para las selfies en uno de los mobiliarios instalados a lo largo de los 2.5 kilómetros de playa que conforman el primero de los tres sectores que se van a recuperar.
“Lo que pasa es que todo esto genera una activación económica a través del turismo. Entonces, poder presentarle esto a otras personas, no solamente los barranquilleros, sino a personas de otras regiones, que se den cuenta de que no solamente es Santa Marta o Cartagena”, opinó Moreno, quien es administradora de empresas.
Nada más bajarse del tren, lo primero que recibe a los visitantes es un verde jardín, lleno de vida, producto del sembrado de diferentes plantas ornamentales, que bajo el cielo azul y el viento de la playa de arenas recién limpiadas, parecer ser una ensoñación, idílica. Es como ver el verso de un poema, en vez de escrito, puesto con flores ante los ojos.
Se baja un pequeño sendero y se comienza a caminar hacia la playa. Fueron varios los sectores recuperados. Donde antes había troncos traídos por la marea, ahora hay kioscos que serán utilizados para mostrar artesanías.
En uno de esos se encuentra la artesana Karina Cervantes, de 27 años, sosteniendo la figura de una tortuga marina hecha en totumo. Ella es una de las primeras vendedoras de estos creadores de piezas de arte que ha llegado al sitio para ofrecer su producto a los visitantes.
“Tengo rato trabajando artesanías, estaba ubicada en la segunda playa mientras inauguraban la primera. Esto es muy hermoso, una oportunidad para emprendedores, caseteros y pescadores. Rescataron la playa que tiene Barranquilla, es un proyecto muy bonito de la Alcaldía. La verdad es que un cambio radical, me siento afortunada de ser barranquillera y contar con esta playa tan hermosa”, reseñó.
Sin embargo, no se llama a mentiras. Sabe que el primer reto será trabajar en la cultura de la gente para mantener en las condiciones ideales para que este atractivo no decrezca.
“Ahora como barranquilleros debemos cuidar nuestra playa, mantenerla así de bella y que nos visiten. Tenemos artesanías en totumo, en semillas de pepino, llaveros tejidos, aretes, bolsos en wayúu y muchas cosas más”, describió.
Espacio para el deporte
Siguiendo el recorrido, las carpas multicolores recién instaladas parecen armar un pasillo de honor rumbo a la orilla de una playa, donde el oleaje es apenas de unos centímetros. Describirla como una piscina, no solo es honesto, sino poco.
Esas aguas mansas están adornadas por juegos acuáticos de diferentes flotadores y hasta algunos visitantes tienen sus tablas de surf para jugar un poco y practicar algunas de las cosas fundamentales de esa actividad.
A su costado, en un marco amarillo, cual si fuera el marco de una foto viva, se resalta del paisaje. Muchos llegan a tomarse una foto para el recuerdo.
En el centro de la playa se erigen dos enormes cocinas, que reemplazarán las viejas casetas de restaurantes donde las matronas cocineras ahora podrán preparar los peces frescos, capturados a una corta distancia, en el mar Caribe. Se dice que los almuerzos estarán alrededor de los 38 mil pesos cuando ya están abiertas al público.
Más carpas enseñan el camino al último sector de la ribera marina. Uno consagrado para la práctica de dos especialidades del deporte que han tomado auge en la ciudad en los últimos años en su versión de playa, el fútbol y el voleibol.
“Bueno, cada vez que la Alcaldía inaugura una obra, es sorprendente el trabajo que se hace. Hemos logrado rehabilitar una playa que estaba llena de palos. Qué bonito es venir a jugar con tu familia voleibol playa, fútbol playa”, opinó Adolfo Barrios, entrenador de formación del Distrito en voleibol, que aprovechó la mañana del sábado para recrearse con algunos de sus alumnos, ya adultos, que quieren aprovechar los nuevos espacios dispuestos.
“Las canchas del Malecón normalmente siempre están llenas. Yo tengo una frase, las canchas de voleibol que hagas en Barranquilla, siempre se van a llenar. Los parques están llenos, las escuelas están llenas, todas las canchas están llenas. Hay un crecimiento del practicante del voleibol. Esto es una invitación, Puerto Mocho ya no solo es ver la desembocadura del río, se puede venir a jugar, bañarse en la playa y comer”, aseguró.
El viento costero arrastró en el ambiente las risotadas de unos niños, que, en contraste con los adultos jugando voleibol, estos se dedicaban al balompié, descalzos en la arena, en una cancha perfectamente demarcada y con sus arcos bien instalados.
“Para nosotros como comunidad es vital poder contar con estos espacios. Me parece que el objetivo del alcalde lo está cumpliendo habilitando este espacio para nosotros. Normalmente, nos toca acomodarnos a los espacios que contamos, que están fuera de una playa. Es una dicha contar con estos lugares en el Malecón”, señaló Jeison Salgado, entrenador de los pequeños.
Con todo visto, llegó la hora del regreso. Cada media hora los trenes llegarán a la estación, y se podrá acceder a ellos pagando con la tarjeta del Sibus, en un precio que está por establecer por parte del Distrito.
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Puerto Mocho, con su cercanía al canal de acceso, deja ver los buques pasando majestuosos ante la vista, al tiempo que se va avanzando por un sendero cubierto de arbustos y con vista a unos los manglares que se cuidan como un tesoro.
“Este va a ser nuestro Disneylandía. Y cuidado, mejor”, fue el último comentario con humor realizado por el alcalde Alejandro Char, que solo le pidió dos cosas a los visitantes que se topó en el camino: “Disfruten mucho y cuídenla”.
Una playa que promete cambiar la forma de hacer turismo en Barranquilla y que obligará de manera definitiva en un cambio en la cultura de la ciudad y sus habitantes, para siempre.