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En plena calle 17, todavía con el sol en un punto fulgurante, buscando refugio bajo las sombras de unos árboles estaba parada ‘Reina Catalina’, una yegua que ha dedicado su vida al trabajo de su dueño, Luis Gutiérrez, de 50 años, quien desde 1984 se dedica al oficio de carromulero, una actividad que está condenada a desaparecer desde el próximo 15 de enero cuando los trabajadores en su condición queden prohibidos en todo el distrito de Barranquilla.

Bajo la sombra de esa vegetación, Luis carga las últimas pinpinas que diariamente lleva hasta Soledad, buscando ganar entre 80 mil y 100 mil pesos para asegurar el sustento diario de las seis personas a su cargo. Mismo que lo tiene preocupado, pensando qué será de ellos cuando ya no pueda salir más a la calle.

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“Me siento muy preocupado por la situación, porque de pronto nos vayan a agarrar y ¿cómo quedo yo? ¿Con qué voy a seguir viviendo y alimentándome? No sé que nos propone la Alcaldía, yo la última vez iba a entregar, pero cuando fui me dijeron que eso ya se había acabado”, explicó a EL HERALDO mientras hacia una breve pausa en su actividad.

Y es que como un oficio proscrito, la pregunta es en qué se pondrán a trabajar todas esas personas que les sacaban partida económica a sus caballos, mulas y burros.

Y gran parte de los temores viene de la desinformación. Muy pocos de estos hombres saben a ciencia cierta cómo pudieron haber accedido a las campañas del Distrito para darles otras oportunidades y regularizar su situación y sí todavía pueden hacerlo.

“Hace un mes y pico me mandaron una carta diciendo que yo estaba fuera porque no quise entregar. No sé ahora qué quiere la Alcaldía con nosotros”, se quejó Luis.

Entrada en rigor del decreto

Tras la expedición del Decreto 785 del 2024, quedó establecido que el control y aplicación de las medidas de tránsito corresponden a las autoridades de tránsito. Es decir, la Seccional de Tránsito y Transporte de la Policía Metropolitana de Barranquilla.

Por su parte, la Oficina de Educación y Cultura para la Seguridad Vial de la Secretaría de Tránsito de Barranquilla en coordinación con la Seccional de Tránsito de Mebar han adelantado el proceso pedagógico para la aplicación de la medida, que se extenderá hasta este 15 de enero.

En la resolución se establece que, finalizado el periodo de pedagogía, el conductor de vehículo de tracción animal que incumpla la normativa será sancionado con una multa equivalente a cuatro salarios mínimos legales diarios vigentes.

Este es un proceso que, como lo ha advertido el Distrito desde su promulgación, se enmarca en una apuesta de sostenibilidad que apunta a disminuir la accidentalidad, hacer control a la tenencia ilegal o tráfico de animales, mejorar la movilidad de la ciudadanía y de los vehículos, así como la calidad de vida de más de 5.000 personas.

Piden alternativas

Henry Cervantes tiene 57 años, y de esos lleva 40 como carromulero ganando el pan al rayo del sol y tirado por sus animales, el más reciente de ellos se llama ‘Juancho’, que está bajo su posesión desde hace siete años.

Estaba parqueado recogiendo unos muebles para transportar cuando atendió el requerimiento de este medio, compartiendo sus inquietudes.

“Yo fui a la Alcaldía, y la muchacha que me atendió me cogió los datos, pero no me dio ninguna esperanza. Me dijo que recibía la asistencia, pero no me dijo te van a dar esto o lo otro. Nada. Eso fue hace como tres meses”.

Johnny Olivares Henrry Cervantes y su caballo ‘Juancho’ por las calles de Barranquilla.

Al igual que Luis, Henry tiene una gran cantidad de personas a su cargo. Su esposa, cuatro hijos y cuatro nietos dependen de lo que el caballo ‘Juancho’ pueda producir en un día. Por eso siente un gran temor a lo que pudiera suceder si en un operativo de la Policía le quitan su caballo.

“Yo me mantengo en lo mío. Me bandeo con una vaina y la otra. Yo estaría dispuesto a entregar al animalito, después de que me den algo con lo que yo pueda trabajar o si no que me subsidien la mitad de un motocarro y yo pago la otra mitad. Con eso voy pagando y voy trabajando y cuando termine de pagar yo sé que la moto es mía”, propuso.

Henry también comentó que ha sido muy difícil para la comunidad de carromuleros enterarse bien de las ofertas de la Alcaldía y que, en caso de existir una propuesta de parte de ellos, ojalá fuera algo práctico.

“La pregunta mía es por qué no han hecho una reunión, a ver qué le van a dar uno, qué nos ofrecen, qué es lo que nos proponen. La otra vez estaban dando lavadoras, enfriadores, neveras y esas cosas, y lo que uno necesita es algo que asimile al carro de mula, para uno seguir trabajando”, aseguró.

Es lo mismo que expresa por su lado Luis, mientras acaricia a ‘Reina Catalina’, una vez concluyó de cargarla con las pimpinas que iba a llevar a Soledad.

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A mí que me den algo para seguir trabajando lo mío, para seguir alimentando a mi familia. Me gustaría un transporte para seguir trabajando. A la Alcaldía le digo que me dé algo para seguir trabajando, porque si me van a quitar al animalito de qué voy a sobrevivir si no tengo más fuente de trabajo, en una empresa no me contratan, solo logré estudiar hasta cuarto de primaria”, aseguró.

Entre tanto, sigue en su cabeza el temor por quedar sin nada para sostenerse de un momento a otro, especialmente por el cariño que le tiene a su yegua y el cuidado con el que la ha tratado en los tres años que lleva con ella, los cuales cumplió en el pasado mes de diciembre.

“Sí me da miedo. Por eso no la tengo pelada ni maltratada. Mire en el buen estado en el que está, y así me da miedo. Si me la quitan, bueno, ya está. Pero no quiero que me dejen manos abajo porque esta es mi fuente de trabajo. Yo no boto basura, ni ando por espacios por donde no puedo, yo de aquí hasta Soledad, nada más”, explicó.

Víctimas de la inseguridad

Pasando al lado de la Iglesia de Chiquinquira, atravesando la avenida Murillo, va un robusto hombre de nombre Adiel Alberto Yepes Cabarcas y su yegua ‘La Niña’, un ejemplar de color marrón con un diamante blanco pintado en toda su frente.

Tira no solo de su carro donde vende verduras, frutas y malanga, sino que llevan atado un segundo vagón, otra carretilla cargada de verduras perteneciente a Alfredo Humberto Ahumada, a quien va ayudando.

Él fue uno de los que en el pasado entregó su semoviente, un burro llamado ‘El Inquieto’ y a quien en contraprestación le dieron un carrito de comidas rápidas, avaluado en cinco millones de pesos y montó un puesto en su casa del barrio Las Américas. A los pocos meses se vio obligado a volver a salir, pero esta vez sin la ayuda de su animal.

Johnny Olivares Henrry Cervantes y su caballo ‘Juancho’ por las calles de Barranquilla.

“Mis hijas me endulzaron y me dijeron que cogiera un carro de salchipapas, entonces entregué mi burrito y comenzamos a trabajar ahí. Después llegaron unos señores pidiendo vacuna, porque vendíamos bastante. Quiero hablar en la Alcaldía, porque así no puedo. Allá tengo el carrito varado, todo oxidado, un millón de pesos es lo que me quieren dar por él y no aguanta”, se lamentó.

Así con dudas, miedos y amenazas, van contando los días, galopando hacía el fin de su oficio, esperando una oportunidad.

Distrito ha beneficiado a dueños de vehículos de tracción animal

Desde el 2014 el Distrito de Barranquilla ha venido beneficiando a diferentes dueños de vehículos de tracción animal, en diferentes programas.

En ese año, 527 ciudadanos se vieron beneficiados al cambiar sus vehículos por emprendimientos como alquiler de lavadoras, ferretería o comidas rápidas.

En la segunda fase, que se implementó en 2023, se atendieron 10 casos, con firmas de actas de compromiso para prevenir que los animales fueran nuevamente explotados laboralmente.

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En el 2024 se adelantó un nuevo programa desde la Alcaldía, dándole la oportunidad de sacar licencia de conducción a un grupo de personas para luego avanzar en la entrega de motocarros para que pudieran desempeñar su oficio con todas las garantías.

Con la puesta en marcha del decreto se ha trazado como meta beneficiar a 392 carromuleros que no fueron cubiertos con el Programa Integral de Sustitución de Vehículos de Tracción Animal en la primera oportunidad.