Compartir:

A diario, Adolfo Meisel Roca, uno de los economistas más reputados de Colombia, acude a sus vastos conocimientos y dilatada experiencia para asignar los recursos, cada vez más limitados, con los que cuenta la Universidad del Norte. No es un desafío menor porque, siendo un defensor a ultranza de la inversión en educación como motor de transformación social, debe priorizar e incluso hacer sacrificios para que la plata rinda, como lo haría cualquier hogar en difíciles tiempos de estrechez.

Lea: Programa Mujer Integral capacitó a 100 barranquilleras para fortalecer sus emprendimientos

Reconoce que el modelo educativo ha cambiado. Ahora se impone el de subsidios a la oferta, ya no a la demanda y, adicionalmente, la crisis del Icetex ha añadido más retos. El impacto de esta tormenta perfecta ha provocado una caída en el ingreso de estudiantes de estrato 1. Reinventar el futuro es una tarea constante para amoldarse a las nuevas circunstancias, mantener la matrícula y garantizar becas al talento. El rector recibe a EL HERALDO en un nuevo espacio de la universidad, fuera de su oficina. Sin duda, otra forma de educar y aportar bienestar integral más allá de los libros.

¿Dónde estamos rector?

En el nuevo centro deportivo Roble Amarillo inaugurado el año pasado en su primera fase que cuenta con una piscina semiolímpica que tiene características muy singulares. Su vaso no es de cemento, sino de acero inoxidable, importado de Italia, lo cual ofrece varias ventajas. La construcción es más rápida y el mantenimiento, menos costoso. Es más cara que las tradicionales, pero con la reducción del gasto de mantenimiento, en tres o cuatro años se rentabiliza la inversión.

También: Air-e alivia deuda a más de 195 mil usuarios en Atlántico, Magdalena y La Guajira

Es la segunda en Colombia. La otra está en Bogotá y, según los representantes de la empresa, son las que se usaron en los Olímpicos de París. Estamos muy complacidos porque nuestros estudiantes pueden nadar o aprender a hacerlo en clases que les ofrecemos. También tenemos becas para deportistas. Y en una segunda fase, el centro tendrá gimnasio y salones de danza, yoga y meditación.

¿Es lo que podríamos llamar una apuesta por la formación integral de los estudiantes?

Hemos visto en el mundo, no solo en Colombia, que las nuevas generaciones tienen cuadros de ansiedad y depresión, infortunadamente, muy elevados. Los psicólogos dicen que la práctica de deportes, artes, danza, música, y participar en actividades en las que conecten con otras personas les ayuda a mejorar. Muchos de ellos no se mueven físicamente, no tienen vínculos con los demás o viven enganchados a pantallas o dispositivos móviles que podrían contribuir a esa condición.

Así que en nuestra universidad le damos mucha importancia a la formación integral de la persona. Además, cuando los muchachos participan en estas actividades le sumamos calidad a su quehacer. Porque el buen profesional no solo es el que sabe resolver un examen de cálculo. También es una persona que puede trabajar en equipo, con creatividad, liderazgo, que es agradable en el trato con los otros y que es ética. Son cosas fundamentales para ser buenos ciudadanos y buenas personas.

A propósito de desafíos, ¿cómo ha arrancado el 2025 para la universidad en temas de matrícula?

Ha sido bueno con las dificultades de un cambio del modelo educativo. Hemos tenido más de mil nuevos alumnos para el primer semestre y en total mantenemos poco más de 10 mil estudiantes de pregrado. Ahora, Colombia se movió desde un modelo en el que el grueso de los recursos financiaba un modelo mixto de universidades privadas y públicas, con muchos subsidios a la demanda, a un modelo donde se privilegia lo que los economistas denominaríamos los subsidios a la oferta.

Además: Desespero por las obras inconclusas en la Gran Vía

Ambos modelos funcionan bien en diferentes países. Por ejemplo, la mayoría de los de Europa del Norte tienen un modelo de subsidio a la oferta, en el que la gente estudia en universidades públicas. En Estados Unidos es mixto, con muy buenas universidades públicas y privadas. Las personas de escasos recursos reciben subsidios, del Estado o de las mismas universidades, para que estudien. El Gobierno da crédito, préstamo a sus estudiantes para que accedan a buenas universidades privadas.

¿Y qué ocurre en nuestro país en estos momentos?

Ambos modelos pueden ser exitosos, pero el problema que ahora afrontamos en Colombia es que pasar de un modelo que hemos construido durante muchos años al otro tiene costos de transición, y esos no son cero. Este gobierno tiene como prioridad construir nuevas universidades públicas en territorios donde no existe esa infraestructura y ha reducido, por ejemplo, el apoyo al Icetex. Eso ha reducido los créditos para estudiantes de escasos recursos. Además, no abrió programas al estilo de Ser Pilo Paga o Generación E. En nuestro caso, los Pilo Paga becados 100 % ya acabaron y se graduaron. Todavía tenemos las últimas cohortes de Generación E, más o menos 1.000 estudiantes.

¿Cuál es el impacto de esas decisiones?

Como resultado de eso, en nuestra universidad se ha reducido el estrato 1. Hace 6 años era el 20 % de nuestros estudiantes; en la actualidad son el 10 %. Muchos de ellos tratan de acceder a las universidades públicas, que no tienen suficientes cupos, y otros se quedan por fuera del sistema educativo, infortunadamente. Entonces, ¿qué hemos visto? Los estratos 5 y 6 continúan con su misma participación de siempre, no se han afectado, y se ha ampliado el estrato 4, que hace un esfuerzo para reunir recursos familiares y también optan por nuestras becas parciales o de privados que hacen donaciones para estudiantes de escasos recursos con un buen rendimiento académico.

¿Jóvenes de estratos 2 y 3 están accediendo a la universidad?

El 2 y 3 se han mantenido constante. E insisto, el 4 se ha ampliado. Estamos ante una recomposición. En la universidad tenemos cientos de becas que no son totales, pero al joven de estrato 1 no le sirve una beca del 30 % o 20 %, sino una de 100 % y además requiere sostenimiento. Era lo que hacía Pilo Paga, que le daba matrícula y sostenimiento, si era de otro lugar. El nuevo modelo ha implicado un reto grande para las universidades privadas.

Aquí: Defensa Civil se fortalece con nueva sede en Barranquilla

Lo otro que sucede en Colombia es la caída muy rápida de la natalidad, un tema de transición demográfica que ha hecho que el número de estudiantes que se gradúa de colegios, sobre todo de estratos altos y tienen capacidad de pagar, se haya reducido, impactando mucho a universidades en Bogotá, algo en Cali y Medellín. En el Caribe aún no está sucediendo.

Pero Atlántico, dice el Dane, es uno de los departamentos con mayor caída a nivel nacional…

La natalidad en la Costa Caribe cae también, pero a un ritmo menor que el resto del país. Se manifiesta en los colegios, pero todavía no alcanza a las universidades. Calculamos que en unos seis años nos impactará y está dentro de nuestro horizonte de planeación.

¿Qué prevén?

Es un asunto estructural que ha pasado en otros países, como en Estados Unidos, en la década del 80. De hecho, yo fui beneficiario de esa transición porque cuando hice el doctorado había muchas becas por la baja población norteamericana y una de las cosas que hicieron fue atraer estudiantes extranjeros.

En Colombia las universidades están enfocándose en los posgrados porque como vivimos más, la gente necesita renovar sus conocimientos de manera periódica. No necesariamente con maestrías o especializaciones, sino con cursos cortos llamados microcredenciales. Puede ser un curso híbrido, virtual o presencial que otorga un certificado. Ese será el gran mercado porque además es una población con poder adquisitivo. O lo pagan las empresas o las personas. Es cuestión de amoldarse a las nuevas circunstancias.

La directora de EL HERALDO, Erika Fontalvo, en diálogo con el rector de Uninorte, Adolfo Meisel.

Además de renovar la oferta educativa, ¿qué más consideran?

En Colombia la cobertura en educación universitaria sigue siendo muy baja. En el Caribe colombiano solo el 14 % de los muchachos que se gradúa del colegio entra a la universidad. No es por falta de capacidades, sino porque no cuentan con recursos económicos. De manera que ahí están los dos modelos, el de subsidio a la oferta y a la demanda. No digo que uno sea mejor que el otro, lo importante es cómo se lleva a la práctica para que no se perjudique a la población.

Sin duda, la crisis del Icetex, advertida por los mismos beneficiarios, impacta la gobernanza de la educación superior. ¿Cómo lidiar con ello?

Nos estamos enfocando en tener más becas del sector privado. Este año entró un grupo de becas importantes de la Fundación Vélez Reyes, del exitoso Grupo Nubank. Así que la filantropía es una opción ante las dificultades. Históricamente hemos tenido grandes donantes, como Promigas. Y en general, son decenas, algunos medianos y pequeños, todo lo cual valoramos muchísimo. Por ejemplo, este 2025 una familia donó cinco becas, en nombre de su hijo que falleció. Eso nos ayuda.

Está demostrado que la falta de educación de calidad ha lastrado el desarrollo socioeconómico y productivo en el Caribe. Pero, en vez de enfocarse en políticas de Estado, cuando llega un nuevo gobierno cambia el modelo y toca comenzar de nuevo. ¿Es posible superar este adanismo?

Cuando uno analiza la rentabilidad social de cualquier inversión pública, la más alta es la educación. Y, sobre todo, es más alta en los niveles más bajos de la pirámide. La rentabilidad de la educación preescolar, que es cuando se desarrolla el cerebro, es del 15 % por lo menos. Ninguna inversión en infraestructura da una rentabilidad tan alta. Pero infortunadamente en ocasiones la dirigencia tiene incentivos de diferentes tipos para embarcarse en proyectos de infraestructura que no son rentables social ni económicamente. Por ejemplo, el tren entre Cartagena y Santa Marta.

De interés: Vigías del patrimonio: una labor de esfuerzos para preservar la identidad cívica en Barranquilla

Los gobernadores de la región insisten en su construcción, hace poco el presidente volvió a hablar de él. Uno de nuestros profesores, doctor en economía de transporte, analizó el estudio de viabilidad de Findeter y concluyó que no es rentable. Por razones ambientales y de diseño, demoraría seis horas de una ciudad a otra. Nadie lo usaría. Lo que se debe hacer son las dobles calzadas: Cartagena-Barranquilla y Barranquilla-Santa Marta. Es una solución más rentable porque cuestan menos los 1.500 millones de dólares que se estima requería el tren.

Únicamente los estudios costarían 40.000 millones de pesos…

El Gobierno nacional ha dicho que no tiene con qué. Pero si el estudio de prefactibilidad no dio, ¿para qué hacer el de factibilidad? Algunos gobernadores dicen que pondrán el dinero para el estudio. Si invirtieran 1.500 millones de dólares en educación se resolverían muchos problemas del sector, como el de las dobles jornadas escolares en la región Caribe donde más de la mitad de los niños estudian en una sola jornada, por la mañana o por la tarde. Eso baja la calidad de la educación porque los niños deben estar todo el día en el colegio.

¿Qué quiere decir?

En los países con mejores resultados educativos, los niños pasan más horas en el colegio no solo para estudiar, sino por bienestar integral, para jugar, bailar y desarrollar todo tipo de competencias. Los que acuden en la tarde les va peor que los que lo hacen en la jornada de la mañana. ¿Por qué? Imaginen un niño en Magangué o Santa Lucía entrando a estudiar matemáticas a las 12 del mediodía. Eso debe ser terrible. Y, obviamente, su resultado es más bajo porque en el mejor de los escenarios estuvieron toda la mañana pateando un balón, cuando no haciendo otras cosas que no son buenas para ellos. Entonces, la prioridad en el Caribe tiene que ser invertir en educación.

¿Y eso no se hace lo suficiente?

Hay una tendencia a no invertir suficiente en educación. Y lo tiene que hacer el Estado porque el sector privado, el financiero, no lo hacen. Es lo que los economistas llamamos una falla de mercado. Si quiero prestar plata para comprar una moto, consigo enseguida el préstamo, porque si no pago las cuotas me quitan la moto. Pero si le presto a una persona para ser médico, cuando termine, si no paga, no le puedo quitar sus conocimientos. Uno consigue más fácil un crédito para comprar un carro que para estudiar en una universidad. Y esa falla de mercado debe solucionarla el Estado.

Un asunto de ese calado debe estar en la campaña electoral. ¿En qué trabajan desde la universidad?

Ya han empezado a visitarnos candidatos. Los estudiantes han escuchado a Sergio Fajardo y Vicky Dávila. La Universidad del Norte preparará unos documentos con propuestas a discutir. Tenemos dos temas definidos, por ahora, educación y desarrollo regional. Y pensamos en un tercero relacionado con ciudadanía.

¿Cuál sería el enfoque en educación?

Invertir en la base de la pirámide. En ocasiones, rectores universitarios me han reclamado porque insisto en que la prioridad, más que la inversión en la universidad, debe ser en la educación básica, porque el costo-beneficio es mucho más rentable. Hace algún tiempo ofrecimos becas a bachilleres de un municipio del sur del Atlántico que pasaran el ingreso a la universidad. No pasó ninguno. Por el contrario, con nuestros profesores de la Escuela de Educación y la Fundación Caujaral trabajamos con estudiantes de un colegio de La Playa para mejorar su nivel. En tres o cuatro meses, subimos el promedio de muchos jóvenes en las Saber 11 y uno de ellos obtuvo una beca parcial con nosotros.

¿Cuál es la clave?

La inversión, pero bien focalizada con determinados programas. En Atlántico, en la época del gobernador Segebre, se reforzó en los dos últimos años la formación de estudiantes de bachillerato para subirles su rendimiento, entrenando a los profesores para que ellos sean multiplicadores.

¿Cómo alcanzar calidad educativa para marcar diferencia?

Lo primero, atraer estudiantes con buen potencial, con talento. Quienes ingresan a la universidad lo hacen por su rendimiento en las pruebas Saber 11 o en las calificaciones del colegio. Es un sistema de meritocracia. De hecho, acaba de entrar a Medicina con una beca de 100 % el estudiante que sacó el segundo puntaje en Colombia. Lo segundo, los profesores. Más del 60 % de nuestros maestros tiene doctorado, eso es fundamental. Lo tercero, tenemos una infraestructura clave en laboratorios. Es más, nuestro proyecto bandera en este momento es un laboratorio de concreto, que será el primero en la región Caribe. Estamos haciendo los diseños. Y es importante porque los que hay en Colombia están en el interior del país en condiciones ecológicas completamente diferentes. La corrosión no es igual ni la temperatura es igual y teniendo uno aquí se pueden hacer pruebas de cómo se comportan los diferentes materiales. Muchas empresas del sector construcción nos han ofrecido importantes donaciones porque esas investigaciones les serán útiles en 20 años.

¿Cuánto cuesta ese laboratorio?

Unos 10 mil millones de pesos. En este primer trimestre terminamos los diseños. Hemos contado con la asesoría de la Universidad de Berkeley porque nuestro director de Ingeniería Civil es PhD de Berkeley y tenemos dos profesores, bastante jóvenes, también de allá. Estamos muy complacidos.

Hace dos años hicimos un Laboratorio para la Salud usando, en parte, recursos de regalías y seguiremos el diálogo. En los países desarrollados la población universitaria no crece, son básicamente los mismos, pero invierten mucho en laboratorios, calidad e infraestructura.

En términos de investigación para contribuir a resolver problemas ciudadanos, ¿en que trabajan?

Hace dos años creamos la Vicerrectoría de Investigación para darle mayor jerarquía a esa área y, en el número de publicaciones, avanzamos muchísimo. Lo vemos en los rankings de las revistas. Damos varios incentivos a los profesores para publicar, una buena bonificación por una vez y no es de por vida. Eso es bueno para el autor y para su institución porque más gente lo va a leer.

¿Cómo rinde los recursos que, además, le toca ‘patinar’, casi que a manera de crowfunding?

Soy economista y la economía es la asignación de recursos escasos. Tenemos recursos, pero siempre necesidades mayores, como en la casa. ¿Dónde invierto? Y digo: ¿La familia en qué invierte? Las familias de clase media, como nosotros, lo hacen en la educación de los hijos. Es decir, ¿cuál es la prioridad? Los papás hacen sacrificios para que los hijos tengan, primero, la casa; y después de eso, la educación es la segunda gran inversión de la familia. Una es para sobrevivir y la otra para el futuro. Se hacen sacrificios. Y tenemos controversias a veces, por ejemplo, porque invertimos en arte.

¿Supongo que habla de la biblioteca de la universidad?

Sí, en la biblioteca. Hay gente que nos dice que todo está en Internet. No, no es así. No todo está allí y además por muchas cosas se debe pagar. En nuestro caso pagamos grandes bases de datos, como muchas otras universidades. La nuestra es la biblioteca universitaria más grande del Caribe, no solo en su colección digital, también en la física. En los últimos años, hemos recibido donaciones importantes, como la biblioteca completa de Álvaro Cepeda Samudio, donación generosa de la Tita Cepeda, a quien debemos exaltar por su contribución a la cultura de múltiples maneras.

Malcolm Deas, el historiador inglés, profesor de Oxford, nos donó su biblioteca especializada en historia de Colombia y Venezuela. Ya llegó lo que tenía en Bogotá, 6.000 volúmenes en su apartamento, la parte pequeña. Está por llegar lo que tenía en Oxford, lo grande, unos 20 mil. No ha sido una labor fácil. Le agrego la donación de la exquisita biblioteca de Alberto Dangond Uribe, tenemos la de Fuenmayor, parte de la biblioteca de Germán Vargas que nos dio Mauricio Vargas. Así que el Grupo de Barranquilla está bien representado. Tenemos el Archivo Parrish, que es muy importante para la historia urbana de Barranquilla y del barrio El Prado.

¿Cuántos libros pueden tener la biblioteca?

Más de 100.000 volúmenes físicos. La preocupación de su directora es el espacio. Tendrá que crecer dos o tres veces más su actual espacio. Lo que hacen hoy las bibliotecas en los países desarrollados es que construyen bodegas para los libros de baja rotación, esos que pasan años y nadie solicita.

¿Qué consejo les daría a padres de familia con hijos pequeños que están iniciando su vida académica o a jóvenes, a punto de tomar una decisión sobre su formación universitaria?

Los que alguna vez les dije a jóvenes del Colegio Metropolitano de Soledad, que es excelente –tenemos muchísimos becarios de esa institución- que me preguntaron qué debían hacer para que les fuera bien en la universidad. Les dije: lean mucho, aprendan inglés y mamen gallo. Uno levantó la mano y dijo: “Soy bueno para el tercero”. Pero no funciona así. Tienen que cumplir los tres.

¿Al mismo tiempo o uno por uno?

Uno debe estimular en los hijos la lectura, lo que quieran leer. No todos van a ser tan lectores, pero incluso aquellos que no lo sean encuentran sus áreas de interés. Lo segundo es muy importante, aprender inglés porque es la lengua franca. Nosotros no traducimos las conferencias en inglés deliberadamente, para que nuestros estudiantes sepan que deben aprender.

¿Y lo de mamar gallo?

El objetivo de la vida realmente es la felicidad. No es suficiente que un muchacho sea buen estudiante, sepa inglés o alemán y sea infeliz. Lo que hace a la gente feliz es hacer deporte, compartir con los amigos en la cafetería, ir a un concierto, como el que ofreció Carlos Vives cuando le dimos el doctorado. Eso es lo que es una universidad: la exaltación del espíritu humano.

Aquí tenemos una escultura maravillosa de Nadín Ospina, el escultor vivo más importante en Colombia. Y alguien me decía: ¿Y eso qué tiene que ver con la calidad educativa? Le dije, todo: abrirle la mente a los estudiantes es de lo que se trata una universidad.