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Por las corrientes que arrastra la cuenca del río Magdalena circulan diferentes especies como el bagre rayado, el bocachico y la doncella, que son nativas del ecosistema colombiano, y que incluso se encuentran en riesgo de desaparecer. Sin embargo, desde hace unos años, una nueva especie llegó sin avisar y puso en alerta a todo el panorama de expertos y académicos del territorio nacional.

Se trata del pez basa, una especie originaria de la cuenca del río Mekong, en Asia, que –con 1,5 metros de longitud, 40 kilogramos de peso y hábitos alimenticios específicos– se convierte en un depredador de temer en las aguas del río Magdalena.

Por este motivo, el vicepresidente de la Asociación Colombiana de Ictiólogos, Carlos García, en conjunto con otros 100 investigadores y expertos, ha venido recalcando sobre los riesgos ambientales que conlleva la presencia de esta especie en los ecosistemas del Caribe.

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“Este pez está demostrado que es muy competitivo, que pelea por alimento, espacio y es mucho más reproductivo que las especies nativas que se encuentran en la cuenca del río Magdalena. Los análisis de contenido estomacal demuestran que esta especie se alimenta de bagre rayado, bocachico y hasta de doncella; entonces, la principal consecuencia que hay por la presencia de este pez es la posible disminución de la diversidad de la fauna nativa y endémica de la cuenca del río. Esto es importante porque este cuerpo de agua tiene un 78 % de especies únicas y si empiezan a desaparecer puede ser devastador para el país”, explicó.

El profesor de la Universidad del Atlántico también comentó que este pez fue introducido de manera ilegal en el país y que representa un riesgo económico para la población.

“Desde hace unos años se viene introduciendo ilegalmente esta especie porque es mucho más barata producirla en masa que otros tipos de peces, pero en unos 10 años podemos estar hablando de que crezca más la producción y se tome la cuenca del río Magdalena, lo que dejaría a los pescadores y poblaciones ribereñas que derivan su sustento y economía de la pesca artesanal sin posibilidades de tener su alimento y trabajo por la desaparición de las especies nativa. Hay estudios del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (IAvH) que demuestran que el potencial de afectación es alrededor de 60 mil pescadores y más 157 mil personas de la región Andina y Caribe”, destacó.

Otra de los hechos que genera incertidumbre al investigador es el potencial peligro en el que se puede convertir el pez basa por su cantidad de parásitos y patógenos en el ambiente: “La literatura científica alerta de la condición sanitaria de la especie, al ser vector de 128 especies de patógenos entre virus, bacterias, fungi, platelmintos y nemátodos, entre otros”.

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A eso se debe sumar que dicha condición “podría colocar en riesgo las especies de peces nativas, además de la producción nacional de tilapia y su exportación a mercados internacionales como el norteamericano”.

En ese sentido, el académico detalló que a la fecha se reportan 3.512 registros de captura de individuos de pez basa, realizadas por pescadores e investigadores en las cuencas de los ríos Magdalenas, Cauca y Sinú.

“La información de las capturas ha sido consolidada en los sistemas de información biológica y publicaciones científicas. Adicionalmente, se ha reportado producción ilegal del pez basa en al menos 12 departamentos de las regiones Andina (Huila, Tolima, Boyacá, Caldas, Antioquia y Santander), Caribe (Cesar, Atlántico y Córdoba), Amazónica (Caquetá y Putumayo), y Orinoquia (Meta)”, indicó.

Impacto en los pescadores

Desde la Federación de Pescadores Artesanal del Atlántico se hizo un llamado para no incurrir en la introducción ilegal del pez basa en los cuerpos de agua del territorio.

“El pez basa llega a Colombia de manera ilegal por el interés de muchos piscicultores en sacarle provecho. Lo que pasa es que este pez es muy sabroso, se caracteriza por su carne blanda y firme. Además, cuando se hornea suele ser muy apetecido. Los costos de preparación son muy baratos, así como su valor, entonces es común que haya gente que los siembre. Sin embargo, la llegada de esta especie afecta las actividades de los pescadores porque amenaza las especies nativas”, comentó Humberto Currea, presidente de la mencionada federación.

En ese sentido, mencionó que esta especie podría alterar todos los ecosistemas del Caribe: “No solo es que vayamos a perder nuestra biodiversidad, es que este pez es muy territorial y no cuida de sus hijos, por lo que aunque solo existe pez basa en un futuro, no habrá abasto suficiente para cubrir la demanda de los pescadores. Sin mencionar que su venta no es viable debido a lo tóxico que es”.

Por otro lado, Currea sostuvo que le parece una “ironía” que prohíba la siembra de mojarra lora, pero no la del pez basa.

“Seguimos luchando para que nos dejen sembrar mojarra lora, es una especie que es muy apetecida y se reproduce bien; con ella se puede suplir el 90 % de la capacidad alimentaria de los pescadores, pero en contraste, está la situación con el pez basa, que sigue avanzando podría llegar a otros cuerpos de agua del territorio”, dijo.

Desde la normativa

La normativa colombiana establece, en el decreto 1716 del 2005, que se requiere de una licencia ambiental para la siembra de especies en el territorio nacional.

Según Carlos García, profesor de Uniatlántico, la producción del pez basa no cuenta con este requisito y hay que evitar que esta especie sea declarada como una especie doméstica.

Dicha alerta fue lanzada por el especialista ante el planteamiento del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible con relación a la “necesidad” de trabajar en la construcción de unas medidas de manejo que reduzcan los efectos por el potencial desarrollo del pez basa en Colombia.

“Hemos participado en las convocatorias, foros académicos, mesas de trabajo con académicos, científicos, institutos de investigación para abordar la problemática, riesgos e impactos, pero también para escuchar y debatir las propuestas de los sectores productivos hacia la reglamentación de la producción, reproducción y comercialización del pez en Colombia”, manifestó el experto.

A su vez, mencionó que “se ha abordado propuestas de cómo darle manejo a esta especie exótica en Colombia y aspectos ambientales, económicos, sociales, culturales y sanitarios de la presencia de la especie en el territorio nacional”.

Agregó que “en el marco de este espacio se resaltan los riesgos e impactos de la especie, los modelos de distribución, estudios de caso de producción con especies exóticas que han generado efectos similares a los que podría generarse con Pangasianodon hypophthalmus”.

Posición de autoridades

Considerando que el pez basa es una especie introducida de manera ilegal al país y que su producción actual se ha desarrollado sobre la base de acciones no controladas o monitoreadas, desde el Minambiente se explicó que se hace necesario que todos los actores se involucren para una solución.

En concordancia con lo anterior, la cartera de ambiente fue clara en que “se procederá a declarar esta especie como invasora y crear medidas de manejo a nivel nacional para evitar afectaciones y daño ambiental”.

Resultados de estudio

En 2021, la Corporación Autónoma Regional del Atlántico adelantó un estudio junto con la Auto-ridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), la Corporación Autónoma Regional del Alto Mag-dalena (CAM) y la Universidad Surcolombiana, en el cual se determinó que el pez basa, bajo condiciones de cautiverio, puede convivir con diferentes especies de peces de interés de cultivo en Colombia, sin representar riesgo de depredación.

“Las observaciones de los ensayos de ecología trófica permitieron determinar que el pez basa no registró ninguna frecuencia de comportamiento caníbal intracohorte y tampoco registró frecuen-cia de comportamiento predatorio interespecífica, ni signos de agresión hacia los juveniles de las diferentes especies evaluadas, a pesar de mantener diferentes tallas en una misma pileta”, sostuvieron las entidades.