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Los frutos que cosechas son el reflejo de lo que alguna vez sembraste. Es una de las realidades de la vida que nos enseña la naturaleza, pues para poder recoger primero que todo la semilla debió haber sido colocada.

Flor María Carreño Caldera, una migrante venezolana, jubilada del Ministerio de Educación de ese país, llegó al barrio La Paz de Barranquilla en febrero del 2017 a vender tinto por la calle una vez que ya no pudo seguir trabajando como docente de química en un colegio de su país natal, ante la complicación de la situación económica y social, pues literalmente el hambre la sacó espantada.

“Allá fielmente se canta el himno nacional cuando vamos a entrar al colegio a las 6:30 de la mañana, y comenzaron los niños a desmayarse del hambre, no habían comido hacía dos días, entonces comenzó mi salario a no alcanzar”, fue en ese instante que migró a Colombia.

Comencé vendiendo café y en mi vida yo había hecho café para nadie. Pero llegué a vender un buen café, o sea a hacer las cosas, lo que toque, pero hacerlo bien. Yo vendí café hasta pandemia, y como no quería tener contacto con nadie empecé una empresa de jabones y velas aromáticas”, explicó.

  • Los ‘Gardenacers’ siembran alimento y cultivan sueños
    Los ‘Gardenacers’ siembran alimento y cultivan sueños
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    Los ‘Gardenacers’ siembran alimento y cultivan sueños
  • Los ‘Gardenacers’ siembran alimento y cultivan sueños
    Los ‘Gardenacers’ siembran alimento y cultivan sueños

Fue para esas fechas que entró en un proyecto de huertas con religiosos del sector, hasta que en el 2024 un nuevo programa del Distrito que estaba reclutando voluntarios le cambió la vida, fue el fruto que comenzó a brotar de la semilla plantada por su resilencia y abonada por los oficios del proyecto GenerActor de la Gerencia de Desarrollo Social de Barranquilla, en asocio con otras dependencias distritales como Siembra Más y los socios italianos Risorce Per Roma y Riplay Network Anci Lazio, con la financiación de la Unión Europea, la cual aportó 2 millones de euros, mientras que la Alcaldía logró gestionar 10 mil millones de pesos en terrenos.

En sus prosperas tierras están sembradas toda clase de aromáticas, así como yuca, pepino, lechuga, ajíes, plátanos, zanahorias, berenjenas y muchas más hortalizas que alimentan no solo el cuerpo, sino el alma.

Los ‘Gardenisers Pro’

El objetivo del proyecto era aportar a la seguridad alimentaria de los barrios sensibles a esta problemática, formando a los voluntarios en un estricto programa de un año en el que los transformarían en ‘Gardeniser’, la mezcla de las palabras en inglés garden (jardín) y organiser (organizador), una especie de gestores de los cultivos. Y si su desempeño era lo suficientemente bueno, podrían adquirir la franquicia de la licencia como un ‘Gardeniser Pro’, el máximo rango.

La formación los llevó a viajar a ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, y algunos fueron directamente a Roma para completar sus estudios.

Flor y otro puñado de habitantes en Barranquilla de diferentes barrios como La Paz, 7 de Agosto, Las Gardenias, Lipaya, Juan Mina y Villas de San Pablo alcanzaron tal formación.

Orlando AmadorLos ‘Gardenisers’ siembran alimento y cultivan sueños.

Según explicó a EL HERALDO María Eugenia Yunis, gerente de desarrollo social del Distrito, este programa es de un alto contenido social que permite mejorar las condiciones de las comunidades. En la actualidad funciona la huerta de Las Gardenias y la que comparten La Paz y 7 de Agosto, pero en el futuro inmediato se esperan más.

“No solamente son esas dos huertas, próximamente vamos a inaugurar Lipaya, Juan Mina y Villas de San Pablo. O sea, en total van a ser cinco huertas como tal. La idea de estas huertas es no solamente trabajar en el tema de seguridad alimentaria, sino trabajar todo el tema de desarrollo social a través de las huertas. Queremos que sean centros de aprendizaje, para que los ‘Gardeniser’ no solo trabajen como voluntarios en las huertas, sino que enseñen y así formar más personas. Queremos que haya una cohesión comunitaria”, detalló.

Apoyo a emprendimientos

El proyecto también tiene otros alcances contemplados, pues una vez logradas las metas de formación y reclutamiento de talentos se aspira a organizar y respaldar los emprendimientos que estas personas logren.

Estamos hablando de inclusión social, también están las personas en condición de discapacidad, porque las huertas tienen espacios diseñados para ellos. Entonces queremos también impulsar los emprendimientos que salgan de esas huertas. Hay personas que han hecho dips, por ejemplo, de berenjena, que son de la huerta”, agregó Yunis.

En ese mismo sentido se expresó Henry Cáceres, gerente de Siembra Más, otra de las dependencias del Distrito que es socia de la iniciativa.

Nosotros los hemos apoyado a ellos en poder generar a través de estos espacios unas asociaciones para que ellos mismos manejen estos espacios y generen en sus comunidades, tanto que hemos repetido esta seguridad alimentaria y también generar una seguridad económica para ellos con lo que puedan cultivar”, comentó.

Orlando AmadorProyecto de las huertas comunales manejado por los 'Los ‘Gardenisers Pro'.

Cáceres destacó el aprovechamiento de la tierra en el barrio La Paz, donde se ha utilizado un enorme terreno donado por el padre Cirilus Swinne para la construcción de la huerta.

Hoy en día estamos aquí en el Parque Productivo, donde tenemos un poco más de 4 mil metros cuadrados de seguridad alimentaria. Básicamente esto es un programa bastante social, que los capacitó en cómo poder generar dentro de estos espacios los alimentos que podamos proveerles a las comunidades”, resaltó.

Brota la vida

La ingeniera agroindustrial Kenia Salomé Orozco Llanos tiene 26 años y también se transformó en una ‘Gardeniser Pro’, pues mientras hacía sus prácticas profesionales ingresó a un programa de huertas caseras y desde ahí saltó al proyecto GenerActor.

Hoy en día estoy aquí como líder de esta huerta comunitaria y también acompañando las otras cuatro huertas. De alguna manera también estamos originando vida no solo en la planta, sino en la vida que representa ese alimento. Desde que estoy tocando la tierra no me da miedo meter mis manos, deberíamos usar guantes, pero a mí me gusta tocar la tierra, sentir esa paz, ese aroma y estoy valorando mucho más el alimento. Estoy en los zapatos de los campesinos de Colombia. Todo ese tiempo arduo y lo fácilmente que vamos a una tienda, a un supermercado y conseguimos el alimento, sencillo, solo comprándolo. Pero yo estoy valorando todo ese ciclo de vida y eso es lo que a mí realmente me apasiona”, expresó.

Orlando AmadorKenya Orozco huele el aroma de una de las plantas aromáticas.

Kenya y Flor también hacen un llamado muy especial a la comunidad, a que se contacten con el proyecto y así puedan ir a vivir la experiencia.

“Es el sentido social que le damos con este proyecto, porque estamos involucrando jóvenes, niños, ancianos, chicos en condición de discapacidad o en condición especial. Atraer a las personas y enseñarles: mira, aquí tú tienes la oportunidad y el espacio de sembrar”, reseñó Kenya.

Los frutos que se recogerán de la huerta en algunos meses, que serán la primera cosecha de ese huerto, no traen ninguna clase de químico, son totalmente naturales y el regalo único de la paciencia y las técnicas tradicionales que tanto destaca Flor, las cuales la han llevado a cultivar la paciencia y a reflexionar sobre la constancia de la vida.

“Yo soy muy acelerada, quiero hacer todo en poco tiempo, pero la siembra y la maleza me han enseñado a ser más perseverante, más constante. Si todos tuviésemos la capacidad y el gusto, el placer de sembrar, pudiéramos entender que la vida es eso: tú siembras y si no cuidas no vas a cosechar, y a veces siembras y descuidas y cosechas, pero cosechas un fruto enfermo, un fruto débil, frágil, de mal sabor. En cambio si cosechas, si siembras y vas cuidando, ese fruto va a ser hermoso, va a ser resistente”, cerró.