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Hace más de una década, el gremio pesquero de La Playa temió que su ciénaga estuviera “muerta”. En 2012 hubo mortandad de peces en varias ocasiones, un hecho que prendió las alertas en la ciudad. En su momento, las autoridades ambientales explicaron que esta situación se dio por la reducción de oxígeno, un proceso natural que se aceleró por actividades humanas, tales como la deforestación del manglar La Cangreja, lixiviados del botadero de Las Flores y aguas sin tratar del arroyo León, según se explica en el libro Memoria del Manglar, de la CRA.

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Estos problemas llevaron a la comunidad a buscar nuevas formas de sustento y cultivó en ellos un impulso inagotable por preservar sus ecosistemas.

Lo contaminación persiste en la ciénaga, pero los pescadores mantienen un firme compromiso con la preservación de su entorno. “Según mi papá, quienes realmente cuidaban la ciénaga eran los pescadores. En aquel tiempo había peces en abundancia. Por eso vivían de esto y la protegían de manera natural”, recordó el pescador Jorge Altamar.

Johnny OlivaresJorge Altamar

Sin embargo, el crecimiento poblacional y la falta de conciencia ecológica han deteriorado el ecosistema.

Para enfrentar la crisis, los pescadores han optado por el ecoturismo, ofreciendo recorridos guiados en embarcaciones con el proyecto ‘Las Curramberas’, así como han impulsado la restauración del manglar.

Johnny OlivaresLas Curramberas

Arquímedes Barraza, secretario de la Federación de Pescadores del Departamento del Atlántico, es el encargado de un vivero comunitario del corregimiento La Playa, con el que han sembrado alrededor de 15.000 plántulas de mangle rojo.

“Hoy existen 11 organizaciones que también trabajan en el restablecimiento del manglar. Nuestro objetivo es recuperar el ecosistema y contribuir al medio ambiente”, explicó Barraza.

Johnny OlivaresArquímedes Barraza

Un compromiso vital

La comunidad de pescadores en La Playa refleja un avance en términos de prácticas sostenibles, motivadas por las dificultades que han padecido. Esto se suma a los crecientes esfuerzos del Distrito y entidades por preservar los ecosistemas que rodean a la ciudad.

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Y es que la Arenosa tiene una ubicación estratégica entre el río Magdalena y el mar Caribe, “lo que la hace altamente vulnerable a los efectos del cambio climático como la erosión costera, inundaciones y pérdida de biodiversidad”, explicó Humberto Barragán, coordinador local del proyecto Resiliencia Climática de la Cruz Roja Atlántico.

Dentro de los avances significativos que se destacan está la inclusión de la biodiversidad en planes de ciudad y en prospectivas futuras.

Juanita Aldana, directora del departamento de Química y Biología de la Universidad del Norte, resaltó que, en su plan de desarrollo, la ciudad se ha comprometido a reconocer cuáles son los ecosistemas clave.

Por su lado, Jesús León Insignares, director de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA), resaltó las iniciativas de recuperación ambiental en la ciudad, como la construcción del Malecón del Río, cuya infraestructura protege de inundaciones.

A su vez, subrayó que se ha avanzado en la canalización de arroyos y la implementación de planes de acción climática, tales como los modelos de economía circular mediante iniciativas de reciclaje y reducción de residuos, así como programas de educación ambiental en comunidades e instituciones educativas.

A su turno, Hernando Sánchez, biólogo de la Universidad Simón Bolívar, resaltó la recuperación de la ciénaga de Mallorquín, cuya zona ha perdido aproximadamente el 95,71 % de su extensión original.

Peldaños por atravesar

Karina Castellanos, decana de Ciencias Básicas de la Universidad del Atlántico, sostuvo que dentro de las problemáticas fundamentales que enfrenta la ciudad en materia de sostenibilidad están la urbanización acelerada y la gestión de residuos sólidos.

“La urbanización acelerada amenaza áreas verdes que deberían conservarse, y la falta de recursos financieros limita los proyectos de recuperación”, expresó.

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Por su lado, Humberto Barragán ha instado a poner la lupa en los inconvenientes relacionados con la contaminación de los cuerpos de agua, la erosión costera y las altas temperaturas y olas de calor debido a la falta de cobertura arbórea en algunas zonas urbanas.

Finalmente Nelson Rangel, geólogo de la Uniatlántico, culminó resaltando que otro aspecto crítico es la contaminación sonora, la cual proviene del tráfico vehicular intenso, actividades comerciales con uso de altavoces, operaciones industriales y eventos sociales con altos niveles sonoros, especialmente en horarios nocturnos.