Toparse con las iglesias ubicadas en el Centro de Barranquilla es vivir, cara a cara, el mismísimo grito silencioso.
Son imponentes. Difíciles de ignorar. Sus estructuras se levantan sobre el cemento siempre ardiente de la ciudad y relucen, por lo alto, diseños arquitectónicos únicos que se caen a pedazos.
Pareciera que el precio de cargar tantos años, tanta historia, es el deterioro. Sin embargo, más allá de perder la infraestructura, se desprende para siempre un fragmento del pasado que ya no se preservará materialmente.
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Actualmente, muchas aún funcionan y cumplen el papel de resguardar las creencias de una comunidad. Pero lo cierto es que, más allá de esto, los templos de San Nicolás, San Roque, Nuestra Señora del Rosario y San José sostienen la historia de la capital del Atlántico.
“El origen de Barranquilla está estrechamente ligado a la iglesia. El proceso de poblamiento de la ciudad se debe a una misión franciscana y hay registros como fuentes primarias que mencionan una iglesia doctrinera fundada en 1569: la iglesia de San Joseph”, reveló el historiador José Stevenson a EL HERALDO.
El investigador hace referencia al que sería el primer santuario religioso de la ciudad, ubicado en lo que actualmente es la calle 32 con carrera 44.
“(Estaba) mucho antes de cualquier otra. Así que podríamos decir que nuestros orígenes como población parten de ahí”, indicó.
Según Stevenson, la iglesia San Joseph estaba construida con bareque y techo de palma. Además, dio origen a la primera calle, llamada la calle Real.
Los mapas y la documentación del historiador datan que funcionó hasta 1730. Luego de la fecha, iniciaron las construcciones de la iglesia San Nicolás.
Posterior a San Nicolás, San Roque, del Rosario y San José se hicieron un espacio en la ciudad y se convirtieron en el epicentro de relatos que forjaron nuestra identidad.
“Si revisamos los últimos 40 años, se ha perdido un poco el fervor religioso. Pero, sin duda, la iglesia tuvo mucha incidencia en el origen y desarrollo de Barranquilla”, sentenció.
Devoción inagotable a San Roque

Para 1849, los 5.600 habitantes de Barranquilla afrontaban una peste de cólera. Según el historiador Helkin Núñez, la ciudad estaba atiborrada de cadáveres víctimas de esta impiadosa infección.
Ya para entonces, relató, existía una imagen de San Roque que pertenecía a la familia Blanco. Y en medio de la desesperación de tantas muertes, “logran sacarlo en procesión con la promesa de levantarle un templo en su honor”, se lee en su investigación.
Al cumplir su misión, solicitaron al gobernador de la Provincia de Sabanilla licencia para la construcción de la iglesia en honor al santo; de esta forma, el 31 de octubre de 1853 se colocó su primera piedra y el 15 de agosto de 1857 se inauguró su estética arquitectónica gótica.
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Alfredo de la Espriella, historiador inminente, rememoró en su momento en el escrito ‘San Roque de Montpellier y de Rebolo’, lo que significó esta parroquia para la comunidad: “San Nicolás tenía los fueros de la parroquia y el patronazgo oficial. Pero San Roque ejercía en la comunidad otro capricho que, además, estimuló el ambiente de jolgorio que también los reboleros, las gentes del barrio de Arriba empezaron a crearle, formando coro alrededor de su devoción”.
Un enfoque que, sin dudas, ha permanecido y así lo recalcó el sacerdote Ángel Mesías, actual párroco de San Roque:
“Es importante la presencia de la iglesia en el barrio de San Roque y en Rebolo, por la cantidad de situaciones difíciles que tiene la comunidad. La iglesia aporta en el desarrollo social y sostenible, así como en la educación con los colegios San Roque y Centro Social Don Bosco. Vamos mejorando la vida, la cultura y el bienestar social de la comunidad en ese sector”, mencionó.

San Nicolás y sus riquezas históricas que se resisten al olvido

No fue la primera, pero es la iglesia más antigua que sigue en pie actualmente en Barranquilla.
Según el reciente libro ‘San Nicolás: una iglesia, una plaza, una ciudad’, de Enrique Yidi y Adlai Stevenson, esta parroquia estaba ubicada cerca de los canales en donde arribaban embarcaciones de pueblos y era la cuna comercial de la ciudad.
Fue entregada en 1747, en el mes de mayo, y recibe su nombre en honor a San Nicolás de Tolentino, oriundo de Italia.
Tanto en la plaza como en la parroquia, San Nicolás conserva los relatos más enriquecedores de la ciudad.
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Continuando con las investigaciones de los autores, este templo fue un campo de batalla durante el proceso de reconquista tras la declaración de independencia de la corona española. ”El capitán Valentín Capmany se presentó con una flotilla para asediar a la ciudad. Ese acontecimiento infausto sucedió el 25 de abril de 1815. Había sido esperado con natural aprehensión por los habitantes, que formaron improvisadas cuadrillas para hacerle frente al invasor. (...) La torre de San Nicolás sirvió de atalaya y refugio de francotiradores, y la iglesia en general, sufrió los duros embates del afán destructor de las fuerzas de Capmany”, expresaron Yidi y Stevenson en el texto.
Los autores también manifestaron que San Nicolás representaba el conservadurismo, y era el refugio de católicos europeos, mientras que San Roque era asociada con el liberalismo y asistían católicos de medio oriente.
Por otro lado, la plaza de San Nicolás era un vibrante espacio de comercio en el que se realizaban actividades sociales, militares y trascendentales para los habitantes. Incluso, contaron los historiadores en el libro, en 1875 se ejecutó el primer vuelo en globo en Barranquilla.
“Este evento fue sorprendente para el público y toda la ciudad se maravilló ante la escena gigantesca de un globo elevándose majestuosamente”, narraron.
De acuerdo con José Stevenson, la iglesia de San Nicolás fue reconstruida al menos unas 18 veces, y su estilo arquitectónico actual es ecléctico.
“La iglesia que conocemos hoy se debe a un arquitecto italiano que llegó en 1905, uno de los que trabajaron en el Teatro Colón de Bogotá. Él le dio la forma definitiva, ya que antes había tenido diferentes estilos”, amplió el gestor cultural Adlai Stevenson.
Y añadió: “Sin embargo, San Nicolás quedó rezagada. Dependía de una circunstancia muy especial: que la élite barranquillera viviera alrededor de su plaza. Pero cuando esa élite se mudó, la iglesia perdió su feligresía. Hoy en día, quienes asisten a San Nicolás son principalmente habitantes del Centro, vendedores y señoras. No hay un barrio que la alimente realmente”.
Rosario, el tercer templo religioso de Barranquilla

El padre Fidel Bautista, párroco de Nuestra Señora del Rosario, la tercera parroquia construida en Barranquilla, destacó que la iglesia ha contribuido a la ciudad no solo fortaleciendo la fe católica, sino también promoviendo la cultura.
Según el sacerdote, ha sido un espacio de concentración y espiritualidad en el casco histórico de Barranquilla durante más de 140 años, sirviendo como un lugar de oración y reflexión para la comunidad.
“Solamente existían San Nicolás, San Roque y Nuestra Señora del Rosario. Usted puede imaginarse que Barranquilla llegaba hasta ahí, hasta la 42, con 46 y 45. Es una iglesia que inspira oración, concentración, amor y profundización en la fe. Seguramente antes era un epicentro de niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos”, comentó el religioso.

De las cuatro, este templo es más que todo una capilla. En ‘La Barranquilla desaparecida. Imágenes y memorias’, publicado en 2018 por Enrique Yidi y Adlai Stevenson, se relata que fue en 1880 cuando se inició la construcción por parte de la Sociedad Hermanos de la Caridad. Sin embargo, dificultades financieras obligaron a paralizar la obra.
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“Fue el momento en que el sacerdote Carlos Valiente derrumbó las paredes pequeñas construidas y levantó otras con ayuda del ingeniero Pedro Blanco Soto”, señalaron en la investigación, y agregaron que su diseño presentaba ciertas reminiscencias góticas ojivales en puertas y ventanas.
Según historiadores locales, esta iglesia se construyó en el contexto de la creación de un barrio que se llamó Las Quintas.
“La iglesia del Rosario fue construida en 1893 y siempre tuvo la intención de funcionar junto con un colegio. Este fue dirigido por los Capuchinos, quienes también evangelizaban en La Guajira, el norte de San Andrés y otras zonas”, detallaron.
A su turno, José Stevenson complementó que este sector de Las Quintas era habitado por personas adineradas que se trasladaron desde el Centro, debido a los problemas de insalubridad por el mal manejo de los caños.
Una eterna veneración a San José

El libro ‘Barranquilla en 1935: Álbum y Guía Descriptiva de la Ciudad’, describe a la iglesia de San José como el templo de veneración en la que acudía “la mejor sociedad religiosa a rendir sus deberes con Dios”.
Según expuso, allí residía la alta intelectualidad de predicadores, por lo que las personas de más refinada educación acudían a San José a escuchar los sermones que allí se dictaban.
Siguiendo con el historiador José Stevenson, el investigador dijo que se trata de la última iglesia católica construida en el Centro Histórico y su edificación fue entregada en 1936.
Su arquitectura es neoclásica y está inspirada en el periodo republicano.
Al igual que otras iglesias, tuvo un colegio asociado: el Colegio San José de las Compañías de Jesús, fundado por el padre Eduardo Rodríguez en 1935.
Cabe destacar que, en un principio, San José se construyó en un terreno que antes fue un cementerio católico.
“Cuando el cementerio colapsó por la epidemia de cólera, fue trasladado al Cementerio Universal. Esos terrenos fueron donados a la Iglesia Católica. Se trajeron jesuitas para fundar el colegio y la iglesia de San José. En los años 40 o 50, también se construyó la biblioteca pública y un parque al frente. Por tanto, San José tiene una pequeña plazoleta”, expuso el historiador Adlai Stevenson.