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Tuvieron que pasar 40 años para que el jubilado profesor estadounidense Niel Vernon pudiera regresar a Barranquilla, una ciudad colorida, cálida y tropical que se quedó grabada en su memoria, y en la cual pudo desembarcar con la nostalgia de aquellos años gracias al crucero AmaMagdalena, el cual en un momento para la historia revivió la tradición de la navegación turística por el afluente más importante de Colombia.

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Su tez estaba pálida y enrojecida por la semana que estuvo expuesto al sol caribeño, en la que disfrutó en su experiencia a bordo de la embarcación. Tenía la cabeza completamente teñida de blanco, pues el paso de los años le fueron llenando su testa de canas, que también venía cargada de recuerdos distantes de cuando vino por primera vez a Colombia.

“Yo era profesor de español en Estados Unidos, fue cuando vine a vivir un año entero en Bogotá, participando en un intercambio de profesores con la Universidad Pedagógica Nacional y tomé las oportunidades de viajar. Entonces, volví a mi universidad y arreglé una opción de estudiar aquí para nuestros estudiantes. Para iniciar traje un grupo de unos 20 estudiantes norteamericanos para estudiar en Colombia. Y entonces, una de las últimas ciudades que visitamos antes de volver a Estados Unidos fue Barranquilla”, explicó a EL HERALDO.

Reconquistando el río

Johnny Olivares

La navegación turística por el río Magdalena tuvo su momento más fuerte alrededor de las décadas de 1920 y 1930, pero para la década de los 50 comenzó a decaer con la aparición de las carreteras. Finalmente, a mediados de 1960 un incendió hundió el último navío a vapor que se movía por las aguas de esta arteria fluvial.

Así lo recuerda Clemente Fajardo, quien se desempeña como asesor de la empresa AMA Waterways, dueña del crucero .

“El 7 de enero de 1962, el barco ‘David Arango’ se quemó en el puerto de Magangué. Desde ese día no hubo más turismo de pasajeros por el río Magdalena y hoy el AmaMagdalena vuelve a surcar las aguas del río llevando pasajeros, llevando turismo, recorriendo todas estas poblaciones que a lo largo del tiempo se fueron invisibilizando y que hoy recuperan su importancia con la llegada de turistas todas las semanas. El crucero que acaba de llegar hoy a Barranquilla, 18 de abril, en Viernes Santo, de verdad está marcando un hito histórico en la recuperación del turismo y la navegabilidad”, expresó.

Y es por eso que el profesor Niel Vernon no dudó en ser uno de los pasajeros iniciales de la embarcación, junto con su esposa, para recordar aquellos años donde logró conocer gran parte del país. Y, a bordo del barco, dijo conocer lo que le hacía falta.

“Pues me alegró mucho que nos dieran esa oportunidad, porque nosotros habíamos viajado en tours parecidos en Europa y en Asia y yo tenía mucho interés personalmente porque hace más de 40 años yo viví en Bogotá durante un año entero y conocí varias partes, varios lugares en Colombia y siempre ha sido uno de mis países favoritos fuera del mío propio. Durante este viaje, bueno, fue la oportunidad de ver una parte de Colombia que no había visto nunca. Sabía dónde estaba el río, pero nunca había viajado para verlo y fue una maravilla”, reseñó.

El sabor del Caribe

Johnny Olivares

El AmaMagdalena pernoctó con su tripulación, compuesta además de los oficiales y personal de servicio, por 60 turistas, hombres y mujeres del exterior, la mayoría jubilados y en plan de retiro, que en su mayoría por primera vez llegaban a conocer esta parte del Caribe. El barco zarpará la tarde de hoy para navegar durante una semana hasta Mompox, Bolívar, y terminar el viaje en Cartagena, donde reanudará el mismo camino. Así pues, cada 15 días, los viernes, atracará en Barranquilla. Y luego, cuando entre en funcionamiento el AmaMelodía, estos viajes serán semanales.

Viajes cargados de lujo, confort, que ya están asegurados por los próximos dos años, los cuales están completamente vendidos. En parte, por la belleza de los paisajes de la obra de grandes plumas como Gabriel García Márquez (autor que casualmente desembarcó a la eternidad un Viernes Santo), y de otro lado por los sabores de la gastronomía caribeña que se sirven a bordo, con un toque gourmet, internacional.

“El crucero está diseñado para extranjeros, tiene capacidad para 60 pasajeros con 30 cabinas de turismo de alto lujo, con una experiencia gastronómica y actividades de inmersión cultural y la importancia para las poblaciones del río Magdalena. Digamos que estamos llegando a lugares que no recibían turistas que hoy semanalmente se están nutriendo de estos, que están dejando recursos. Hay venta ya de artesanía, venta de alimentos y venta de la muestra folclórica que se tiene en todos estos municipios, incluidos Barranquilla, por supuesto. Es mágico, durante los 7 días que dura el crucero y los que hemos tenido la oportunidad ya de hacerlo con el viaje de prueba que se realizó hace 3 semanas, definitivamente nos quedamos sorprendidos de la riqueza cultural y lo que ven otros de nuestro país que a veces no logramos dimensionar”, apuntó Fajardo minutos antes del desembarco.

Desembarco de carnaval

Johnny Olivares

La fuerte brisa del Viernes Santo obligó a cambiar un poco los planes, pues para garantizar la seguridad de los turistas, se decidió que lo mejor era que bajaran por babor, aprovechando que el casco de la nave bloqueaba la brisa y así llegar a la orilla por lancha, agregando un punto de aventura al paseo.

Nada más pisar el muelle, un grupo de millo les alegró la bienvenida con los personajes del Carnaval de Barranquilla, interpretados por integrantes de las comparsas Congo Reformado, Fuerza Negra, disfraz Mascarada, Farotas de Talaigua, Paloteo Mixto, Cumbiamba La Misma Vaina, Negritas Puloy y Marimondas y el grupo musical Zambo. Y aunque casi todos eran estadounidense, las alegres notas de la música tradicional derribaron las barreras del idioma y muchos terminaron bailando al ritmo de los personajes, e incluso vestidos como ellos pues los organizadores del recibimiento repartieron tocados de cumbiambera y chalecos y corbatas de la popular marimonda.

Como si fuera el libro

Johnny Olivares

Las hermanas Christina y Jean Esperson tienen las mejillas coloradas por el bochorno de la tarde, pese al viento refrescante, y se les nota el cabello rojo heredado de sus ancestros, pues son de una familia de origen danés, aunque son ciudadanas estadounidenses, pero criadas en Puerto Rico y por eso desarrollaron una sensibilidad ante las lecturas de las novelas latinoamericanas, como del mismo García Márquez, y por eso es que a medida que se adentraban en el viaje por el Magdalena identificaban las cosas que más las habían marcado del autor.

“Somos de Estados Unidos, pero nos criamos en Puerto Rico y por eso es que hablamos español. La experiencia fue espectacular, sí. Todo muy bien. Esperamos que la próxima vez que lo hagan con un poco más de la historia y la cultura y la literatura y el arte de Colombia para que todo el mundo lo sepa. Nosotros sabemos bastante de eso porque lo estudiamos, pero hay otros que necesitan tener esa experiencia también. Cien Años de Soledad hace mucha referencia al río Magdalena, por eso es que se debe tener alguna discusión o alguna película o algo sobre él durante el crucero. El recuerdo lo voy a atesorar para toda la vida. Y cómo la gente fue tan amable y cómo nos recibieron. Fue una experiencia única”, puntualizó Christina.

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El regreso de la navegación turística es una victoria no solo por llevar a los visitantes del mundo a conocer uno de los canales culturales más ricos del país, sino porque que además transporta a la región Caribe a una época de brillo y de nostalgia, a donde el progreso de Colombia estaba entrelazado con el flujo de la corriente, la cual parece despertar de un largo sueño.